Observatorio de Nutrición Materno Infantil - 7 de dic de 2020 - 3 Min. de lectura
Actualizado: ene 26
Durante el embarazo, el organismo materno cambia, no solo de forma externa, además cambia la anatomía y función de ciertos tejidos, órganos y sistemas, a fin de garantizar el bienestar de la madre y su bebé; durante este periodo la madre debe albergar al bebé y nutrirlo durante su desarrollo. Los cambios fisiológicos pueden verse reflejados en los niveles de ciertos parámetros de laboratorio y otros pueden, incluso, imitar síntomas de una enfermedad (1).
El embarazo implica cambios en la anatomía y función del organismo materno a fin de satisfacer las necesidades de ambos.
Puede observarse la compleja interacción entre los cambios anatómicos y en la función del organismo materno por el solo efecto que ejerce el volumen del feto durante su crecimiento; a medida que se desarrolla la placenta y el útero se agranda, recibirán mayor proporción de flujo sanguíneo; entonces órganos como los riñones, recibirán más sangre para filtrar los desechos tanto del feto como de la madre, todos ellos cambios propiciados por el sistema endocrino (2).
Los principales cambios incluyen a los siguientes aparatos y sistemas:
Algunos malestares propios del embarazo, como las náuseas y vómitos, son comunes y se deben a los cambios maternos.
Los cambios fisiológicos pueden provocar con frecuencia, molestias gastrointestinales, como pirosis, náuseas y vómitos o estreñimiento; la mayoría de estos son de leves a moderados y son mayormente consecuencia de los cambios hormonales: la progesterona, contribuye a retrasar el vaciamiento gástrico y la gastrina incrementa la acidez gástrica (3).
Las náuseas y los vómitos son las afecciones médicas más frecuentes durante el embarazo y afectan a la mayoría de las embarazadas desde la 4ª y la 6ª semana, alcanzan su punto máximo entre la 8ª y la 12ª y a menudo cesan en la 20ª. El mecanismo exacto no se comprende completamente, pero se cree que se deben a factores endocrinos y psicológicos (1). La mayoría de las mujeres no requieren emplear medicamentos y pueden tratarse con opciones alternativas y modificaciones dietéticas (comidas fraccionadas, evitar alimentos grasos y las verduras frescas que pueden retrasar el vaciado gástrico) (3).
El estreñimiento suele ocurrir en el primer y segundo trimestre. El mecanismo parece estar relacionado mayormente con los cambios endocrinos (la progesterona provoca hipomotilidad intestinal), además, las mujeres embarazadas tienen una mayor absorción de agua en el colon (por niveles más altos de aldosterona). Se recomienda una ingesta adecuada de agua y una dieta rica en fibra; las comidas fraccionadas pueden ser una alternativa (3).
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