Atlachinolli

Atlachinolli

Colaboración especial de Ángel Guadalupe Monroy
Estudiante en Ciencias Políticas y Administración Pública
Arte: Dirección de Imagen y Mercadotecnia UAEH


Este es un espacio que abre nuestra revista Gaceta UAEH, a propuesta del alumno de la Licenciatura en Ciencias Políticas, Ángel Guadalupe Monroy, destinado a la poesía y la literatura, “Atlachinolli”, de origen náhuatl, compuesta a su vez por dos palabras: atl “agua” y tlachinolli, “que se quema”; surge Atlachinolli “Agua quemada”. Imagen poética.

De acuerdo con Ángel Guadalupe Monroy, en Atlachinolli los opuestos no se suprimen, el fuego y el agua no abandonan su ser, porque la operación poética no los niega, sino al contrario los unifica y al unirlos, al profundizar en ser de ambos, crea algo nuevo. Atlachinolli es pues una imagen poética que nos revela la posibilidad de creación inherente al ser humano y también la posibilidad de comunión de los opuestos.



Presencia



Sé que he de seguir,
                               recorriendo estos caminos.

Aunque a la luz
                               y sombra del ocaso,
                                                              termine por olvidar quien soy.
Aquello que realmente he sido.
                               Y ya no más la sombra
                                                              que alguna vez temí ser.

Sé que he de seguir siendo;
en esencia el mismo que escribe
                                                              estos versos.

Perdurará mi alma,
                               aunque al viento…
                                                              mi nombre se desvanezca
                               en un reloj de arena hecho de cúmulos de reflejos.




Cielo recién llovido de Teotihuacán


Este cielo recién llovido de Teotihuacán
es hermoso e inmenso.
Inagotable y maravilloso lienzo.
Claridad de rayos que se desbordan.

Los campos verdes, más verdes que nunca,
brillan y mecen sus cultivos.
Al son de la vida se balancean altivos.
De bailar y florecer no cesarán ya nunca.

Este cielo de Teotihuacán es mágico y eterno.
Milagro que se renueva en la comunión y el nacimiento.
Sobre la pirámide solar una nube deja caer su llanto
y sobre la pirámide lunar el día renace de nuevo.




Tiempo arrojado a la nada


No temo a la muerte,
ni tampoco temo al olvido.
Temo vivir, sólo por vivir;
vivir mecánicamente;
vivir, pero sin objetivo.

Temo a las horas perdidas,
al tiempo arrojado a la nada.
Temo a desperdiciar mi vida.

Porque el tiempo no retoña
y a cada paso escapa.
En el sentido que al correr del tiempo
ya nada es lo mismo.
todo lo devora el cambio, todo lo devora.

Los amigos y la familia partirán al alba,
cada cual seguirá su camino.
Nada quedará de aquello.
El tiempo todo lo desgasta.

Por eso temo. Temo
que al cerrar mis ojos.
La cruel frialdad de la verdad
me diga en un susurro.
Que he desperdiciado mi vida
en un puñado de vacío
hecho de vánales granos de arena.