México no es uno solo, es el país de la multiculturalidad
Por Nelly Téllez
Fotografía: Carlos Sánchez y Alejandra Zamora
Se llega septiembre, el mes patrio por excelencia para la población mexicana, lapso en el que las calles, edificios, vehículos, platillos y personas se visten de verde, blanco y rojo. ¿Por qué?, porque para la gente, México se siente, se luce y se presume, es un mes de fiesta para celebrar el orgullo de ser mexicana o mexicano.
En estas fechas, la conocida expresión de “¡Viva México! ...” se escucha incontables veces, la vestimenta típica, los mariachis y muchos de los elementos que nos dan identidad nacional hacen acto de presencia en su máximo esplendor.
Sin embargo, aunque es un mes para resaltar nuestras raíces, especialmente lo acontecido en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, fecha en que dio inicio el movimiento de Independencia, aunque también es un momento triste por los terremotos que sucedieron el 19 de septiembre de 1985 y 2017, cuando la solidaridad se hizo presente. Es por estos y otros motivos que, para algunos, septiembre es sinónimo de hablar de México.
Pero hablar de México, también es tocar su pasado prehispánico, porque muchas de las leyendas, tradiciones, costumbres, creencias, palabras, gastronomía, expresiones y arte que hoy tiene México provienen o están inspirados en este legado que es necesario rescatar, proteger, difundir y valorar.
Por ello, en la edición de este mes de nuestra revista Gaceta UAEH se abordará un poco sobre cómo pese al paso del tiempo, la cultura de nuestros pueblos y comunidades indígenas aún se mantienen vivos y qué es lo que hay detrás para mantener la cohesión social casi intacta e imperturbable ante los estímulos de una sociedad moderna.
En la comunidad indígena no existe un “soy”, se dice “somos”
Ante este contexto, la integrante de una de las comunidades indígenas del municipio de Acaxochitlán y miembro del grupo de médicos tradicionales, Yolanda Espinosa Soto, explicó que al interior de las comunidades se trabaja en unidad, como un equipo, porque cada miembro es importante, todos aportan y tienen algo que compartir.
Desde una edad muy temprana, las niñas y los niños son considerados como sujetos de obligaciones y derechos, se les involucra en las faenas para explicarles las tradiciones, se les enseña hasta el más mínimo detalle para que se apropien de estas prácticas que los distinguen, lo hacen porque se sienten orgullosos de seguir compartiendo los conocimientos de sus antepasados para evitar que se pierdan.
En su caso, refirió que de pequeña siempre le atrajo el uso de las hierbas para curar a la gente, por eso se dedicó a aprender y conocer más para convertirse en médico tradicional, si bien reconoce que no rechazan la ayuda de los médicos que se forman en las aulas, ellos fomentan una medicina tradicional natural que les permite curar y hacer limpias para quitar el mal de aire, el espanto, así como otros malestares que no pueden curarse por otros medios.
En este sentido, cabe aclarar que la medicina tradicional es la suma de conocimientos, capacidades y prácticas basadas en teorías, creencias y experiencias que se ponen al servicio para mantener la salud a través de prevenir, diagnosticar, mejorar o tratar enfermedades físicas, mentales o energéticas.
El bastón de mando: símbolo de compromiso y trabajo en beneficio de la comunidad
Otro de los elementos fundamentales dentro de la cultura indígena es el bastón de mando, mismo que está hecho de madera, listones de colores y cascabeles, pero que no es un objeto para cualquier persona, Indalecio Alejandro Martínez Moreno, explicó que el bastón es un reconocimiento a la persona que valora su cultura, su vestimenta, sus usos y costumbres, en pocas palabras, es la persona que trabaja, que hace labor social, apoya y beneficia a las personas de la comunidad.
“Les damos un bastón de mando para que nos sigan apoyando, para que no se pierda la cultura, es para que continúen su labor social por el bien común de nuestras comunidades. Portarlo no es fácil, pesa mucho, porque no solo está hecho de madera, está purificado por los médicos tradicionales y está bendecido por los sacerdotes, por eso tiene validez y es compromiso”, mencionó Martínez Moreno.
Hongos, una bendición de Dios
En tanto, Cristina Martínez Cruz, originaria de la comunidad conocida como “Los Reyes” de este mismo municipio, refirió que ella es orgullosamente cocinera tradicional y Nanakatera, es decir, una mujer recolectora de hongos, quien desde los ocho años de edad fue llevada a las profundidades del bosque para que aprendiera a distinguir los hongos comestibles de los que no y a saber cómo se deben de recolectar para conservarlos de la mejor manera.
“El hongo es lo que nos regala la Madre Tierra. Para mí es muy importante, porque solamente cuando llueve tenemos una bendición de Dios, cuando llueve tenemos escobetas, tlacuayeles, moloches, aquí hemos logrado recolectar hasta 30 especies diferentes de hongos. Esperamos la temporada de lluvias porque sabemos que durante tres meses (julio, agosto y septiembre) tendremos para comer, tendremos productos para venderlos en crudo o elaborar guisos con ellos, y eso es un ingreso extra, por eso estamos agradecidos”, declaró Martínez Cruz.
Lamentó que muchas personas no vean los productos que da la tierra como una bendición, pero celebró todos los esfuerzos puestos por diversas autoridades, entre ellas el de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), para desmitificar al hongo, conservar la cultura y darle difusión para que no desconfíen y se siga protegiendo la cultura indígena, porque de hacerlo, se perderá el legado de docenas de generaciones y con ello, el pasado único de México.