La Garza Lectora
Las filósofas tienen la palabra

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Colaboración de la División de Extensión de la Cultura
Por Alina Eugenia Peniche Ortíz
Fotografía: Especial y Dirección de Fomento a la Lectura


Porque después de todo he comprendido
Que lo que el árbol tiene de florido
Vive de lo que tiene sepultado.
Francisco Luis Bernárdez


Leer filosofía, implica un reto y con esto me refiero al sentido de leer a un filósofo o a una filósofa para encontrar en sus palabras esa coherencia reveladora del pensamiento, que resuenen los sentidos, para amarlo o amarla hasta perderse y reencontrar en las chispas de su acto reflexivo, una luz, un reencuentro personal, una ola que sesgue en el interior para llevarte a filosofar.

Es retar a la Diosa Ananké que marca desde la Gracia Antigua un destino antes de nacer, pero el contraste es la rebeldía, ser diferente y pensar en la capacidad de descubrir rumbos insospechados y asumir que con la intuición se plasmen relatos vívidos de mujeres mexicanas con un lenguaje sencillo, sin complicaciones, que dejan al descubierto el ansia de un logos femenino mexicano inquietante, listo para compartir en forma de un libro.

Descubrir en el texto de Fanny a una mujer que revela a otras y me hace pensar en una cómplice de vida, solidaria, como una mujer que quiere mostrar el camino de otras, en una ocupación que creemos fue inaugurada por las voces masculinas, si bien con Heráclito y sus aforismos con que nada es permanente, en Sócrates con la invitación de conocerse a uno mismo, en Platón con el mundo de las ideas y el ideal de la ciudadanía ateniense, en un Aristóteles lleno de realismo por causas.

También encontramos escondidas en la historia de la filosofía a Hipatía de Alejandría, matemática y astrónoma; Aspasia de Mileto, gran retórica esposa de Pericles; Themistocléa de Delfos, considerada la primera filósofa que vivió en el año 600 a.C.; Théano de Crotona, esposa de Pitágoras quien fuera la primera matemática; Diótima de Mantinea, maestra de Sócrates quien consideraba que el amor es solo ansia de inmortalidad; y hasta la misma Jantipa, su esposa, quien se enfurecía porque Sócrates se la pasaba dialogando con amigos y no cumplía con sus deberes; Hyparkuía de Morona, esposa del cínico Crates que renunció a sus riquezas por seguir sus convicciones filosóficas.



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Esas historias que se descubren solo rascando el pasado, desempolvando libros, leyendo. Sin embargo, hoy es diferente. Veamos el presente, actualicemos la vida de grandes filósofas mexicanas, vivas.

Fanny nos invita, nos envuelve, nos transporta a dar un paseo en el aquí y en al ahora. Doy voz a sus palabras: “Este libro forma parte de ese esfuerzo por consolidar un registro histórico de filósofas mexicanas que no se encuentra normalizado ni en el plan de estudios de las universidades ni en las historias de la filosofía que celosamente guardan la integridad de nuestra realidad patriarcal, pues que yo sepa en nuestro país no existe aún curso académico, seminario específico o libro dedicado a estudiar la producción filosófica de las mujeres en México”.

Aunque parezca insólito, para conocer sus obras debemos acogernos a fuentes “no tradicionales”, precisamente como estos retratos que presento aquí.

No se trata de un estudio a la manera clásica, sino de una aproximación no ortodoxa al tema, que busca aportar elementos para la construcción de esa memoria histórica. La idea es contribuir a que se conozca un poco mejor la aportación de las mujeres a la investigación, la docencia y la producción de filosofía en México y, sobre todo, quiero pensar que esta iniciativa ayudará a una revaloración de la impronta de las filósofas en la historia intelectual de México que seguramente impulsará a las siguientes generaciones a buscar sus obras y a conservarlas vivas en los espacios de diálogo y de generación de identidad de la filosofía mexicana”, (p. 9).

Filósofas como Virginia Aspe, inquieta, luminosa encuentra en Aristóteles un eje de pensamiento; como Kim Díaz quien entre los seis y siete años tuvo la inquietud de leer el Popol Vuh, y ahí surge su inquietud por la filosofía, pues años más tarde Octavio Paz germina en su pensamiento y comienza asistir a clases que le permiten “abrir las cortinas de su mente”, sigue la escuela de pragmatismo y baila flamenco y artes marciales que le permiten descubrir sus emociones.

Mayte Ezcurdia, doctorada por el King College London no sin antes pasar por la UNAM, la filosofía del lenguaje, de la mente, de la ciencia cognitiva y la epistemología son puntos fascinantes que convergen en estudios de expresiones referenciales. “La filosofía vive de la interacción con el otro”.

Juliana González, profesora emérita de la Facultad de Filosofía y Letras, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) publica libros como Ética y libertad, El malestar en la moral o El poder del eros.

Mujeres, mujeres, mujeres vivas, reflexivas, trabajadoras, arriesgadas que con seriedad, respeto y dignidad alimentan el proyecto de aportarle a una nación el privilegio de su convicción. Gracias Fanny por ser la transparencia de mujeres que escuchan a los autores y que no solo los leen, hermeneutas de sentidos reales, de corazones indómitos que, con autarquía, nos arropan en el areté de la vida. En un logos, en un sentido de vida.



¿Quién es Fanny del Río?

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Fanny del Río es la autora del libro, cursó la licenciatura y la maestría en filosofía en la UNAM.

Su principal interés está en el estudio de la sub-representación de la mujer en filosofía, tema con el que en 2019 obtuvo el Premio de Ensayo Filosófico de SWIP-Analytic México. Ha expuesto en foros nacionales e internacionales, como el XXIV Congreso Mundial de Filosofía en Beijing y la revista Essays in Philosophy, de la que co-editó un número dedicado a la filosofía feminista de América Latina.

Recientemente terminó una investigación crítica de la historia de la filosofía en México desde una perspectiva de género y actualmente prepara un estudio sobre la mujer como sujeto de conocimiento en filosofía.