SeGReVUni CAT-MEX
Visibilizar y dimensionar las violencias sexuales y de género

SeGReVUni

Por Alejandra Zamora Canales
Fotografía: Alejandra Zamora


Alejandra Araiza Díaz y Josefina Hernández Téllez, profesoras investigadoras del Área Académica de Ciencias de la Comunicación del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHU), de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), forman parte del equipo de investigación en México del proyecto internacional “Aprendemos juntas. Respuestas a las violencias sexuales y de género en las universidades catalanas y mexicanas”.

La investigación financiada por el Institut Català Internacional per la Pau (ICIP) es una colaboración entre México y Catalunya que busca visibilizar las violencias sexuales y de género (VSdG) en los campus universitarios, sensibilizar a la comunidad y administración institucional sobre la magnitud de esta problemática en las universidades, la cual afecta en su mayoría a mujeres y población LGTBIQ+.

De igual forma, investigan e identifican ejemplos de buenas prácticas de respuesta a situaciones de violencias sexuales y de género, con el objetivo de aprender en conjunto y contribuir a la mejora de la atención universitaria.



En busca de un protocolo de atención


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Los trabajos para la creación de protocolos de atención de abuso y hostigamiento dentro de esta casa de estudios fueron dirigidos por la docente Josefina Hernández Téllez, quien en conjunto con las investigadoras Alejandra Araiza Díaz y Elvira Hernández Carballido, así como el matemático Juan Bacilio Guerrero Escamilla, realizaron en 2018 un estudio diagnóstico sobre dicha problemática.

A raíz de la investigación se trabajó en conjunto con especialistas del programa “Cuerpos que importan” de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y revisaron 16 protocolas de actuación de diferentes instituciones educativas, para la creación de una propuesta que sería aplicada en primera instancia dentro del ICSHU.

Sin embargo, la alerta sanitaria derivada de la pandemia por el virus SARS-CoV-2 ha retrasado el proceso de evaluación y votación del documento.

La investigadora Alejandra Araiza colaboró anteriormente con el Seminario Interdisciplinario de Metodología de Investigación Feminista (SIMReF), grupo que explora estrategias feministas de producción de conocimiento para la trasformación de la academia y de la sociedad; y su lideresa, Barbara Biglia, profesora del departamento de Pedagogía de la Universitat Rovira i Virgili en Catalunya, quien la invitó a unirse al proyecto de SeGReVUni para realizar el mapeo de los protocolos en México.

Posteriormente, Araiza Díaz fue invitada por el investigador Jordi Bonet i Martí a trabajar en el proyecto hermano SeGReVUni CAT-MEX, en el cual se realiza el comparativo entre las universidades catalanas en España y las instituciones de educación superior en el altiplano en México.

El equipo en México está conformado por Alejandra Araiza Díaz y Josefina Hernández Téllez, académicas de nuestra casa de estudios; Ana Cristina Aguirre-Calleja, profesora investigadores de la Universidad de las Américas en Puebla (UDLAP); así como Livia Motterle y Tania Rocha, ambas adscritas a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La primera fase del proyecto consistió en una seria de entrevista con las personas encargadas de impulsar los protocolos de atención en las universidades.

Tras lo cual se procedió con el análisis de los documentos pertenecientes a las cinco unidades de la UAM, el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la UDLAP; para conocer los aciertos y errores de dentro de los protocolos.

Actualmente el equipo de investigación se encuentra en el análisis de la ejecución de dichos textos, de campañas de sensibilización, mapeo de recursos, es decir que instancias dentro y fuera de las universidades brindan atención o seguimiento a casos de violencia sexual y de género; recolección de entrevistas con sobrevivientes de diferentes universidades y distintos grupos.

“Tienes la experiencia de las chicas de la UNAM que tienen todo lo necesario en la letra, pero a la hora de aplicarlo, no funciona o es deficiente. Por otra parte, están los testimonios de quienes no lo tienen, no sabían con quién acudir o no podía pasar con el defensor universitario”, declaró Alejandra Araiza Díaz.

Para la siguiente fase se tiene contemplada una serie de entrevistas con activistas o colectivos que permitan al grupo de investigación conocer las posturas no institucionales.

Las investigadoras son apoyadas por un grupo de estudiantes para la recolección y análisis de testimonios, sí alguna integrante de la comunidad universitaria está interesada en colaborar con el proyecto, pueden contactarse el Área Académica de Comunicación.



“Vemos toda una generación que ya no está dispuesta a soportar más”


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El activismo y el movimiento feminista de los últimos años visibilizaron la violencia de género que se vive dentro de las universidades del país, mediante el accionar de las jóvenes estudiantes quienes exigen el alto a la normalización de estas prácticas.

De acuerdo con la doctora Alejandra Araiza Díaz, existe un nuevo movimiento en el país atravesado por el tema de género, al que algunas estudiosas del feminismo han llamado como la cuarta ola y en la cual se pone a la vida en el centro.

Durante la recolección de testimonios, las investigadoras descubrieron que el tipo de violencia más frecuente que se presenta en las instituciones es el hostigamiento sexual, en donde un profesor ejerce su poder contra una estudiante, administrativa o docente; seguida de violencia física sobretodo en relaciones de noviazgo y violaciones de compañeros.

La docente de comunicación puntualizó que, en el caso de los testimonios de la UNAM, las sobrevivientes declararon que sus compañeros son quienes más las violentan y a los que menos pueden denunciar; la violencia que ejercen suele ser más burda y cínica.

Con respecto al tipo psicológica, se detectó que es constante y pasa inadvertida; a su vez, suele manifestarse a través de comentarios misóginos y homófobos, en los que se descalifica bajo el argumento de ser “graciosos”.

La principal problemática de esta situación es que se realiza frente a un público que aprueba la conducta del docente y otro que prefiere ignorar la situación para no generar problemas, lo cual da más poder a los agresores.

La académica señala que estas acciones no son exentas de los hombres, ya que existen mujeres que en su papel de dominadas se convierten en cómplices de los dominadores con tal de ser reconocidas por los varones.

Apunta que, si bien este tipo de mujeres no abonan a la lucha feminista, tampoco deben recibir violencia por parte de su propio género, al contrario, se necesita un acompañamiento para lograr la deconstrucción del modelo patriarcal que tienen establecido y puedan darse cuenta del daño que generan.



Romper el pacto patriarcal del aula


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“El tener un docente así me parece nocivo y peligroso”, enfatizó la docente, quien considera que la violencia simbólica y psicológica ejercida dentro de las aulas a través del pacto patriarcal es difícil de romper mas no imposible.

Una de las soluciones que brinda es trabajar en el tema de masculinidades, sin embargo, esta tarea debe ser llevada por los mismos hombres, quienes deben dar un paso al frente para desmarcarse de este modelo que los oprime y emprender la búsqueda de nuevas formas de construirse.

A su vez, considera que para poner un alto a estos docentes se puede iniciar con pequeñas acciones, desde no reírse ante los actos violentos que se ejercen contra sus compañeras, hasta apoyar las denuncias individuales o realizar acciones colectivas que despoje de su poder a los agresores.



Leyes sin garantía de justicia


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La investigadora especialista en temas de epistemología feminista, violencia de género y feminicidio, declaró que dentro de nuestra Universidad es fundamental impulsar la aprobación del protocolo de atención de abuso y hostigamiento en una primera fase.

Sin embargo, la implementación de dicha medida no va a terminar con los problemas de género dentro de las instituciones, ya que se puede volver fácilmente “letra muerta” que no garantice el acceso a la justicia para las sobrevivientes, como ha sucedido en otras universidades del país, donde se cuentan con toda la estructura para la atención de los casos, pero no se les da resolución.

Una situación parecida a lo que se vive dentro del sistema judicial en México, donde si bien existe una legislación para el acceso a las mujeres a una vida libre de violencia a nivel federal y estatal, pero al final el personal dentro de las fiscalías y ministerios públicos no están capacitados para la atención y seguimiento de los casos, lo cual impide el acceso a la justicia.

Alejandra Araiza Díaz señala que después de la entrada del protocolo es necesario continuar impulsando desde adentro su correcto funcionamiento, exigir personal capacitado para la atención de los casos, realizar campañas de sensibilización sobre el tema y la creación de redes de apoyo para la comunidad universitaria.

“Es muy importante que hablemos con otras mujeres de nuestras experiencias, sino pensamos que es algo que solo me pasó a mí, asumiéndolo como una responsabilidad que me merezco, y no me lo merezco”, puntualizó.



8M, lucha que nos hermana


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Por último, la docente recordó que la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, debe ser vista como una fecha de lucha en la cual mujeres combativas fueron violentadas por la exigencia de sus derechos y no verlo como una celebración parecida el día de las madres.

“Creo que debemos entender sobre todo las chicas jóvenes, que ésta es su lucha, no es la de las mujeres que estuvimos antes sino es lo que nos hermana”, enfatizó Araiza Díaz, quien exhorta a las mujeres universitarias a continuar con la lucha emprendida por quienes antecedieron y en su honor forjar un futuro en el que dejemos de vivir con miedo.



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