Del Ocaso al Amanecer: Día Naranja

Día naranja

Por Isaac Aguilar
Fotografía: Isaac Aguilar, Alejandra Zamora y Especial


Actualmente la realidad se ha convertido en algo innegable, evidente y concreto. Lo que vivimos y enfrentamos como individuos y sociedad ya no es una cuestión de óptica o percepción, es algo tangible y obvio, algo a lo que no podemos, ni debemos, resistirnos ni un segundo más.

Este año tan atípico ha traído consigo sucesos que lamentablemente emergen en matices de violencia, y bajo distintas banderas de defensa (racismo, orientación sexual, comunidades vulnerables, entre otros), la sociedad ha respondido en la misma magnitud que se ha visto golpeada u ofendida.

Sin embargo hay un contexto de violencia que parece invisible, que se oculta en los hogares, en las calles más oscuras de la ciudad, en las aulas de las más distinguidas universidades y colegios, grita, sangra y pelea día y noche sin cuartel, sucede incluso ahora mientras se escriben estas líneas y aunque como la realidad, es evidente, pareciera que no importa: la violencia contra las mujeres y niñas.

El Día Naranja es un recordatorio para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas, una responsabilidad de todos sin excepción. A partir del año 2008, la ONU y sus países asociados lo conmemoran los días 25 de cada mes. Pero ¿cuál es el origen de su decreto y por qué es importante?

Los orígenes vienen desde 1999, cuando la ONU decretó oficialmente el 25 de noviembre como el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres. Sin embargo, en Latinoamérica esta fecha se conmemora desde varios años atrás, en 1981, en honor a tres hermanas dominicanas asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo, del que eran opositoras.

En febrero de 2008, el entonces secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, lanzó la Campaña Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres y niñas, con el objetivo de generar conciencia pública e incrementar la voluntad política y los recursos asignados a prevenir, responder y sancionar la violencia contra las mujeres. Si bien es cierto que se ha elegido el 25 de noviembre para hacer un llamado ante tan terrible suceso que se ha arraigado dentro de la vida cotidiana, este acto de conciencia y prevención debe ser una constante cada día, todos los meses y todos los años.



Hemos tenido un retroceso, la violencia ha aumentado


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En entrevista para Gaceta UAEH, Karina Pizarro Hernández, doctora en Ciencias Antropológicas y profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), compartió un poco de la labor que lleva realizando referente a la perspectiva de género y las situaciones que de la misma se desprenden.

“En los últimos ocho o 10 años hemos participado en las cuestiones de generar conciencia y entendimiento en la población estudiantil acerca de la perspectiva de género”, mencionó y resaltó la importancia de conocer la existencia de una desigualdad histórica entre la relación de hombres y mujeres donde el papel de la mujer dentro de la sociedad es de “sometimiento ante el poder masculino”.

“Conocer esta diferencia es de vital importancia, porque a partir de ese conocimiento lo que esperamos con los alumnos es que haya un cambio”, añadió.

Karina Pizarro señaló que, aunque el Día Naranja es útil para hacer conciencia en torno a la violencia contra las mujeres y niñas, la población que padece violencia y desigualdad en distintas situaciones también abarca a los niños, adolescentes y adultos mayores. “No tenemos que sumar días para erradicar la violencia contra ancianos, jóvenes, mujeres y niñas”.

En un ejercicio de remembranza sobre los distintos movimientos feministas que han tenido lugar a lo largo de la historia, como las sufragistas que pedían el voto o la lucha de los derechos de las mujeres quienes exigían la libertad de la reproductividad, Pizarro Hernández resaltó la crudeza de aquello por lo que las mujeres levantan la voz actualmente. “Hoy estamos luchando por nuestras vidas. Hemos tenido un retroceso, la violencia ha aumentado y en un contexto donde existe la Ley General de acceso a las mujeres a una vida libre de violencia, porque día a día se cometen feminicidios”.

Karina Pizarro, junto con otros compañeros como Carlos Mejía Reyes, ha realizado de manera constante talleres, coloquios, ponencias y tras la iniciativa del Área Académica de Sociología y Demografía se originó el Congreso Nacional sobre Empoderamiento Femenino, una labor que se extiende a ya 16 años. “Si al día de hoy aun no se entiende que es la perspectiva de género, imagina hace 16 años cuando fuimos pioneros. Fue una mirada crítica desde ese entonces, de mirar las igualdades y las equidades para las mujeres”, declaró.

Las generaciones cambian, en la era digital esos cambios son más que evidentes, ya no es concebible encasillar a la mujer en un simple de rol de pasividad, indiferencia o temor ante las situaciones que padecen. La iniciativa femenina cimbra cada vez más fuerte los cimientos de la estructura que nos rige.

“Me dio mucho gusto ver que este año quienes se organizaron e hicieron todo desde ellas y por ellas, fueron las estudiantes de muchas áreas”, comentó la investigadora sobre la realización del Congreso Nacional sobre Empoderamiento Femenino el pasado 28 de octubre en la Universidad.

Todos como sociedad nos encontramos inmersos en esta problemática de la apatía, a ser quien de manera directa ejerce cualquier tipo de violencia. La brecha no es tan grande como se piensa, pero llegados a este punto ¿Qué es lo que nos corresponde hacer?

“Algo que tenemos que hacer todos, mujeres, hombres, población en general, es la denuncia. Cuando tú haces evidente al agresor, él se inhibe; denunciar al agresor es un paso importante. Lo malo es que existe un sistema que defiende a esos sujetos”, expresó.

Pizarro Hernández recalcó que “es necesario un cambio de estructura, porque estas desigualdades vienen de machismos estructurales; si no lo cambiamos no vamos a salir adelante. En la medida en la que tengamos una sociedad con la participación de hombres y mujeres de manera consciente para generar familias más sanas, economías más sanas, no es algo que viene concretamente del hogar o la familia, el objetivo es trascender y hacer una sociedad mucho más equitativa”.



¿Qué es lo que desean las mujeres?


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Karina Pizarro Hernández, profesora investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades.



“Nosotras no queremos tener el poder por el poder, queremos una relación justa en la vida cotidiana, no tenemos eso, no estamos aprendiendo a tener relaciones justas en el hogar”, puntualizó la investigadora.

Nuestro país se ha sumergido en un contexto plagado de violencia, el crimen forma parte de la cotidianeidad y es triste saber que tras la sangre derramada el resultado final es ser parte de una estadística mientras la justicia pareciera ocultarse de una realidad que la supera.

“Se ha incrementado de manera general la violencia en nuestro país, se ha incrementado la violencia contra las mujeres, si sumamos lo de la pandemia, esto es un caos pues gran parte de la violencia se da en casa, si tienes a tu agresor en el día a día, es vivir con el enemigo. Los datos estadísticos son muy fuertes, deben hacerse las denuncias, no podemos permitir que siga sucediendo este tipo de violencia”.

Finalmente, Karina Pizarro compartió este mensaje: “Yo creo que la respuesta es educar, educar y denunciar. Este es un proceso a largo plazo, ahora mismo estamos en el parte aguas del cambio, donde mujeres de 55 años y chicas de 22 años están en un equilibrio sobre cómo actuar con perspectiva de género. Denunciar debe ser una constante, informarnos debe ser una constante, conocer las leyes, pues hay leyes que protegen a las mujeres y a las niñas. Yo creo que la tarea del día a día es alzar la voz y actuar, el actuar es no permitir ninguna clase de violencia”.

El color naranja es un símbolo de esperanza y cambio, la luz que marca un nuevo horizonte y la oportunidad de comenzar de cero una vez más, al amanecer le sigue el atardecer que marca el ocaso del día, es un ciclo constante, todo principio tiene su fin y tras la luz, hay oscuridad. La violencia contra las mujeres y las niñas es un negro capítulo que se repite y se escribe con dolor y la cobardía de aquellos que basados en su género o posición “piensan” que tienen bajo su poder a las mujeres y niñas.

Que este sea el ocaso de tan deplorables tiempos, que el Día Naranja se convierta en un ejercicio de nuestro diario vivir, y que la equidad ilumine el porvenir. ¿Suena imposible? Quizá, pero si algo es seguro es que las palabras de Karina Pizarro sonaron como el eco de todas aquellas mujeres y niñas que lucharon, luchan y lucharán por ellas y por las que ya no están.