#LánzatedeMovilidad

Escrito por Yessenia Soto y Sonora Horta
Alumnas de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación
Colaboración de la Dirección de Relaciones Internacionales e Intercambio Académico


La movilidad educativa es una oportunidad que los alumnos de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) pueden tomar, siempre y cuando cumplan con los requisitos que solicita la Dirección de Relaciones Internacionales e Intercambio Académico (DRIIA).

A continuación, te invitamos a disfrutar los textos que prepararon las alumnas de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación Yessenia Lizbeth Soto Castro y Sonora Horta López, quienes compartieron sus experiencias de movilidad en universidades de República Checa y Taiwán, respectivamente:



Cuando estuve de movilidad en Brno…



“Aunque ir de movilidad siempre estuvo en mis planes, jamás imaginé todas las aventuras y aprendizajes que en cinco meses viviría.

Todavía recuerdo con claridad el día en que recibí mi carta de aceptación para Masaryk University. La felicidad que sentí en ese momento fue indescriptible y me sigue enchinando la piel..

Mi primera opción de país se presentaba hacia mí y me abría los brazos para recibirme en esta experiencia que sin duda será descrita en mi vida como una de las mejores que jamás pude haber tenido.

Partí de casa el 6 de febrero con el corazón abierto a recibir todas las emociones que se presentaran, con la mente dispuesta a aprender todo lo que en las aulas los profesores dispusieran y el alma lista para vivir al máximo cada segundo.

República Checa es un país extraordinario y Brno, el lugar donde se ubica Masaryk University, es una ciudad maravillosa. El idioma es sin duda alguna complicado, sin embargo, no fue una barrera en ningún momento, pues la mayoría de las personas entienden y hablan inglés y, sorprendentemente, muchos jóvenes saben también español.

Vuelvo a casa enamorada de Brno, de sus calles, de las personas con las que compartí cinco meses de mi vida, de los cuales no sé decir si es mucho o poco tiempo. Vuelvo sorprendida, extrañando la puntualidad y eficacia del transporte, anhelando volver a comer svíčková, deseando recorrer de nuevo las calles que siempre me sorprendieron por su seguridad sin importar la hora del día.

Hoy vuelvo y con seguridad puedo decir a cualquiera que me lo pregunte, que ir de intercambio es la mejor experiencia que un estudiante puede tener, pues más allá de los conocimientos adquiridos en las aulas, los aprendizajes que da la vida estando lejos de la comodidad del hogar es incomparable.

Hoy, de vuelta en México, aprecio más lo que me rodea, los paisajes que con tanto gusto presumí a mis amigos extranjeros invitándolos a visitarme, la comida que extrañé esos días en los que solo tenía un plato de arroz y la calidez de mi familia en esas noches frías y solitarias.

Aprendí a ser independiente, a organizar mejor mí tiempo, a cocinar. Descubrí que los problemas que al principio parecen grandes siempre tienen una solución y que soy capaz de encontrarla.

Mejoré mi comunicación en inglés y creció mi confianza para expresarme en una segunda lengua. Sin duda, mi vida mejoró en muchos aspectos y no podría estar más agradecida por haber tomado esta oportunidad.

No puedo decir si volveré a Brno o no, pero sé que cuando hable de los mejores momentos de mi vida, éstos iniciarán con un “cuando estuve de movilidad en Brno”.





Roller Coaster

“Nunca olvidaré lo horrible que fue mi viaje a Taiwán, digo, sólo al principio y algunas ocasiones después. Podría hacer toda una lista de eventos desafortunados y alocados que me pasaron durante mi estancia, pero preferiría contarles que esas experiencias fueron las que me hicieron más fuerte y me hicieron valorar el más simple detalle o el gesto más amable durante mi estancia, a 14 horas en el futuro, del otro lado del mundo.

Y digo que es horrible al principio, porque dos de los sentimientos más fuertes se juntaron para confundirme y entrar en pánico: el miedo y emoción, lo bueno es que los dos se quitan rápido.

Aunque uno parezca muy fuerte, en el momento que estás solo es cuando verdaderamente te pones a prueba, cuando más vulnerable eres. Pero también es bien sabido que en los momentos más difíciles encontramos el mayor aprendizaje y en donde todo se disfruta más.

Una vez que platicaba con mi amiga Gabrielle, mientras tomábamos té de tapioca caminando por las calles de Taipei, me preguntó que cómo describiría mi experiencia en Taiwán en una sola palabra, yo le dije que bastaría con que me imaginara gritando a todo pulmón en una montaña rusa, así ha sido mi experiencia.

Nunca en la vida había pasado por tantas cosas buenas y malas en tan poco tiempo, pero eso fue lo que hizo de este viaje, la experiencia más emocionante que he tenido.

Lo mejor de todo es que, como buena universitaria, nunca dejé el drama a un lado. Así que cada que podía lloraba. Sí, y lo hacía porque no había otra forma de demostrar lo feliz que estaba.

Ustedes se imaginarán una Sonora llorando por todo: llorando enfrente del mar, en los acantilados, en la punta de la Montaña Elefante, en cascadas, en ríos probando comida deliciosa; llorando en los templos o durante la primera vez que escuché campanadas en un monasterio budista; llorando porque mi visa expiró y casi me vetan de Taiwán; llorando porque pude resolver cada circunstancia y reto que se me presentó, y cada vez me sentía más fuerte; llorando cuando me despedí de toda la gente que estuvo conmigo durante todo ese tiempo…

Y aunque cuatro meses en otro país se escucha poco, ha sido una experiencia que me ha marcado y no dejará de estar presente en mi vida. De Taiwán aprendí a no quejarme y a estar agradecida con todo y con todos.

La experiencia de irte a vivir al otro lado del mundo nadie te la quita y es lo mejor que te puede pasar como estudiante universitario, al fin y al cabo, es algo que te forma como ser humano y como profesionista.

Taiwán no tuvo nada de horrible, yo sólo bromeaba…