La Garza lectora en la Gaceta
La Nana y el iceberg de Ariel Dorfman

Escrito por Griselda Jarillo Salinas
Colaboración de la División de Extensión de la Cultura




La narrativa que realiza Ariel Dorfman aborda la post dictadura de Augusto Pinochet, donde el protagonista Gabriel McKencie, un auto exiliado al lado de su madre en New York, que en busca de respuestas de su vida se orilla a regresar a Chile donde empieza una aventura llena de intrigas, contradicciones, traiciones y misterio que concluye en la Expo Barcelona en 1992, con la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de América.

Cuando la era cibernética comenzaba, Gabriel y Janice, una mujer de ascendencia chicana, tenían comunicación por medio de correo electrónico. Janice era el destinatario de los correos electrónicos donde se narraban todos los pormenores de la vida y amoríos, entre otras vidas, del gran McKencie: el amante más grandioso del mundo, o al menos así lo hubieran proclamado en el Guinness Book of Records si Gabriel no hubiera reaparecido en la vida de su padre, Cristóbal McKencie.

Cuando Gabriel tenía cinco años de edad, él y su madre dejaron Chile exiliados. “País largo como una espada a punto de caerse en el Océano Pacífico. Significa el fin de mundo en quepucha”.

Una tarde, antes de tomar la decisión de regresar a Chile, Milagros, la madre de Gabriel, le cuenta cómo, cuándo y con quién fue concebido. En el departamento de New York empieza la inquietud de Gabriel de saber más sobre su progenitor, la vida que lleva y el motivo de su insipiente madurez.

Milagros le platica a Gabriel que fue la noche de 10 de octubre, del año que mataron al “Che”, que se encontró con su Cristóbal en la alameda en Santiago.

Al día siguiente, Cristóbal se encontró con Pablo Barón, su mejor amigo, y Francisco, su hermano. El motivo de la reunión fue la celebración de los veinticinco años de Cristóbal y Pablo, quienes nacieron el mismo día, el 12 de octubre. Ahí inició una conversación que llevaría a Gabriel al exilio forzado por su madre y que años más tarde lo obligaron a regresar.

En esa charla de café Cristóbal, Pablo y Francisco apostaron algo que cambiaría las vidas de cada uno en los siguientes 25 años. Cristóbal, después de haber estado con Milagros, seguía en frenesí y apostó que tendría relaciones sexuales todos los días de su vida con una mujer diferente y la única que podría tener en su lecho sería Milagros; Pablo apostó que sería el ministro más poderoso de Chile, que sería el poder atrás del trono, que sería quien todo mundo le rindiera pleitesía; Francisco, un poco más soñador, apostó que en 25 años, América Latina sería libre, que el colectivo será libre y no habría favoritismos.

Así llega Gabriel a Chile, y uno de sus primeros encuentros en su tierra es en La Casa Milagros con la Nana, que en su momento fue quien cuidó de su madre y quien después que Gabriel naciera se encargó de los cuidados del pequeño. La Nana, una mujer de los pueblos originarios, robusta, morena con la piel quebrada, de enaguas largas y con mucha sabiduría que dan los años más que los conocimientos que se aprenden con el estudio.

El país andino decidió que en la Expo 92, con la que se conmemoraban 500 años del descubrimiento de América, exhibirían lo único que, según ellos, daba la explicación gráfica y vívida de lo que es Chile: sacar de su territorio inhóspito y posteriormente emprender otra odisea para trasladarlo al viejo continente, a la llamada madre patria para demostrar al mundo la grandes de Chile y sus habitantes.

Para lograr su objetivo se emprendió un viaje al sur de país, del continente, del mundo, en el que Gabriel fue testigo de la caza de un gigante blanco, acuchillándolo, arrancándolo de la montaña flotante a hachazos para capturar el iceberg en la Bahía del Paraíso; mientras, persuadía al Gran McKencie para que le contara como era que había seducido a tantas mujeres en el planeta más que cualquier otro hombre en vida.

Amanda Camila, hija de Pablo Barón, el hombre más poderoso e influyente de la post-dictadura, seduce con sus encantos a Gabriel. Este personaje, Amanda Camila, juega un papel intrigante en la trama, pues resentida de los abusos de su padre, es una de las principales personas con motivos y medios para hacer estallar el iceberg en plena inauguración de la Expo 92.

Así es como Ariel Dorfman en La Nana y el iceberg hace un recorrido entre los pueblos originarios de Chile, los conquistadores españoles y la mentalidad de la post-dictadura de Pinochet.