Los mexicanos tenemos una modalidad del lenguaje que involucra el sexo hablado: el albur, cuya incorporación al lenguaje popular mexicano data desde tiempos prehispánicos. Su postergación y preservación se ha dado como la evolución misma del lenguaje: a través del tiempo y de generación en generación.
Los objetivos de la investigación realizada fueron conocer si el albur es un elemento degradante del español mexicano; si las personas que los dicen son personas con un bagaje cultural bajo y, sobre todo, si es cierto que el albur es exclusivo de sectores sociales marginados.
A través de un grupo de discusión, la asistencia a un diplomado en albures finos y la aplicación de tres distintos tipos de análisis discursivo, se encontró que las personas que ejecutan albures tienden a enriquecer su vocabulario y, contrario a lo que la mayoría de la gente piensa, no es un elemento que denigre el español ni a la persona que los ejecuta; en cambio, enaltece la actividad cerebral a pesar de ser visto aún como un tabú, al tiempo que amplía el bagaje lingüístico de quien los habla.
Palabras clave: lenguaje popular, albur, sociolingüística
We as mexicans have a language mannerism , that involves sex speech: ˂albur˃, which its incorporation to the popular Mexican language dates from prehispanic eras. Its deferral and preservation has become as the evolution of the language itself, through time, from generation to generation.
The objectives of this research focused on knowing if the albur is a degrading element of the Mexican Spanish; if people who say them, are people with a low cultural baggage and, above all, if its true that the albur is exclusive from the marginate social sectors.
Through a discussion group, the attendance to a course in fancy albur and the application of thra1ee different types of discourse analysis, it was found that people who use the albur tend to enrich their vocabulary and, against to what most of the people think, it is not an element that denigrates Spanish nor the person who uses it; instead, it elevates the brain activity even though it is seen as a taboo, while expanding the linguistic baggage of those who use them.
Keywords: popular language, albur, sociolinguistics
Los albures están presentes en muchos elementos de la cultura popular: libros, canciones, películas, poesía. Hay autores que los retoman y llevan a la práctica en la prosa de sus libros, tal es el caso de Carlos Monsiváis, Mejía Prieto, José Agustín y Emilio Pacheco; todos ellos tratan el albur de una manera narrativa en su literatura, pero nunca lo definen ni dan explicaciones sobre su origen.
El albur ha formado parte del lenguaje popular mexicano y es una particularidad del lenguaje propio de México. Si bien en algunos países se utiliza el juego de palabras en doble sentido, México es reconocido por ser el único país que tiene una construcción lingüística de este tipo.
El albur concentra parte de la cultura del México central y se ha extendido a nivel nacional, estando presente tanto en la literatura como en los productos culturales y diversas obras que retratan esta peculiar modalidad del lenguaje que hace uso de los errores gramaticales y cacofonías para codificar un mensaje que requiere destreza mental para poder interpretarlo y elaborar una respuesta con el mismo código.
Con base en lo anterior, es necesario realizar una investigación sobre la permanencia del albur en el español mexicano, sobre sus orígenes, sus practicantes y encontrar por qué recientemente se ha revalorado esta modalidad del lenguaje que muchos consideran destructiva del español mexicano y califican como obsceno a quien lo practica, pero que otros le otorgan la calidad necesaria para ser objeto y sujeto de la promoción y de la difusión cultural.
La sociedad mexicana se distingue a nivel mundial por muchos factores: gastronomía, cultura, apego a la religión, festividades, costumbres y tradiciones que se han heredado a través del tiempo. Aunado a esto, existe el lenguaje que también es único y propio de las regiones donde se habla.
El castellano, con influencia latina, árabe y griega, llegó al continente americano tras el descubrimiento de América, acaecido en 1492. Tardó casi un siglo en entrar al territorio que actualmente ocupa México, siendo la Malinche o Marina la primera mujer indígena que aprendió a hablar el castellano y que sirvió como conexión para la difusión de este idioma, aunado a la evangelización y colonización en México. Así, con el paso del tiempo, el lenguaje del mexicano se ha transformado en lo que hoy llamamos español mexicano, resultado del dinamismo del lenguaje y evolución del mismo y representación oral de la cultura mexicana.
El español mexicano, como bien se califica, se habla únicamente en México, desde Tijuana hasta Yucatán, con algunas variaciones, puesto que, incluso dentro de la geografía mexicana, existen palabras que no se conocen o no se utilizan de un lugar a otro, esto es debido al proceso de evolución del que son sujetos todos los idiomas, y que día a día adopta nuevos términos que incluyen y forman parte del lenguaje popular.
Sin duda, es la mezcla de una serie de elementos tales como culturas, religiones, tradiciones, y todos éstos, en conjunto, son los que han hecho que el español mexicano sea tan característico y diverso del español que se habla alrededor del mundo.
Si bien cada país hispanohablante tiene sus propios modismos, se presume que México es un país que cuenta con un auténtico juego de palabras en el mundo y que, aunque no es único del español u otros idiomas, sí lo es del territorio mexicano y, por consecuencia, del español que aquí se habla: el albur.
Se ha dicho que elalbur es un elemento o fenómeno del lenguaje de los mexicanos que ha estado presente a través del tiempo, que descalifica la riqueza del castellano, que propicia el deterioro del lenguaje y que es usado por las clases sociales bajas.
Sin embargo, el albur recientemente ha tomado un nivel cultural a tal grado que se realizan eventos como festivales donde se celebra la práctica del mismo, concursos donde se demuestra la agilidad mental de los participantes, narraciones donde se cuenta la historia de éste, todo con la finalidad de que prevalezca y esté presente en el lenguaje popular; incluso se imparten diplomados en la Ciudad de México donde se rescata esta tradición oral y se justifica para que sea objeto de difusión y sea un elemento permanente tanto del lenguaje como de la cultura popular.
Indagar por qué es considerado el albur como una modalidad del español mexicano, al cual se le otorga un tipo de identidad propia en México, con el fin de conocer cómo surge, de qué manera se incorpora al lenguaje popular mexicano y saber si es posible catalogarlo como un elemento destructivo del idioma español.
¿Por qué el albur es considerado como una modalidad del lenguaje en el español mexicano?
¿Cómo surge el albur y de qué manera se incorpora al lenguaje cotidiano de los mexicanos?
¿Es posible considerar al albur como un aspecto destructivo del lenguaje del mexicano?
Para poder entender cómo funciona el lenguaje, y especialmente el albur, es necesario ver cómo éste se ejecuta dentro y fuera de un sector social, por lo que se plantea la necesidad de utilizar la técnica de investigación conocida como grupo de discusión y de observación participante y no participante.
En un primer acercamiento se realizó un grupo de discusión de entre cinco y siete personas, alumnos y profesores de la institución, donde se diserte acerca del lenguaje popular y, por supuesto, de los albures, para poder saber qué conocen sobre el tema y cómo lo ejecutan, dentro del recinto universitario. Se sugiere que los participantes sean alumnos universitarios y profesores, con un rango de edades sin definir.
Es necesaria también la observación no participante para poder conocer desde un punto de vista externo cómo y por qué la gente ejecuta albures, con qué finalidad, con qué frecuencia, en qué sectores sociales es más común, cómo se hace y dónde se repiten con facilidad. Para esto, se planea retomar escritos elaborados durante el cuarto Diplomado en Albures Finos, escritos por sus asistentes y en donde denotan el involucramiento que tienen con el albur en su vida cotidiana.
En el caso de la observación participante, se propone el uso de ésta en ambos modos: encubierta y no encubierta. En la primera se contempló la asistencia al Concurso Estatal de Albures, que se realiza en la Pachuca, Hidalgo, con cuya asistencia se pudo conocer opiniones vertidas en cuanto a los orígenes del albur.
La segunda, la observación participante no encubierta, corresponde a un análisis de una canción popular, sugerida en el Diplomado de Albures Finos por los instructores debido a su alto contenido de albures finos. Este análisis se elaborará con la propuesta teórica de Ferdinand de Saussure, quien propone la dicotomía del lenguaje vista desde sistemas y signos lingüísticos.
A través del grupo de discusión se pudieron conocer las opiniones de los participantes sobre el tema de estudio; sin embargo, éste se debió realizar en un ambiente de confianza para que los participantes se sintieran cómodos para así poder demostrar su verdadero punto de vista sobre el objeto de estudio.
Con la asistencia al Diplomado en Albures Finos, impartido en la Ciudad de México, se pretendió conocer los orígenes del albur, su permanencia en el lenguaje popular mexicano y textos realizados por los asistentes, en los cuales expusieron sus puntos de vista sobre el albur.
El análisis discursivo ayudó a comprender los albures, que son mensajes emitidos en un mensaje con dos niveles de entendimiento, el original y literal, y el intencionado o interpretado, este último comprendido únicamente a través de esta importantísima herramienta de investigación.
Algunos conceptos importantes para la mejor comprensión de la lectura de esta investigación deben dejarse claros, estos son:
1) Eufemismos. Son expresiones utilizadas para sustituir una palabra que socialmente se considera ofensiva o de mal gusto. Pueden remplazar términos de diversos tipos, por ejemplo en palabras que pueden resultar groseras, escatológicas u obscenas.
2) Disfemismos. Son términos opuestos a los eufemismos. Se trata de palabras o expresiones, ofensivas o malsonantes, que sustituyen a un término más neutral. En ocasiones se utiliza de un modo humorístico o despectivo.
3) Apócopes. Son palabras donde se produce la pérdida o desaparición de uno o varios fonemas o sílabas al final o inicio de algunas palabras. Cuando la pérdida se produce al principio de la palabra se denomina aféresis, y si la pérdida tiene lugar en medio de la palabra se llama síncopa.
4) Barbarismos. Incorrecciones en el uso del lenguaje que consisten en pronunciar o escribir mal las palabras o utilizarlas equívocamente; también pueden ser palabras que no existen en una lengua.
La literatura mexicana es un reflejo de la realidad que se vive; ya sea en una novela o en cuentos, autores mexicanos escriben sobre la sociedad del país, sus costumbres, tradiciones, ideologías, situaciones que acontecen en el día a día a los mexicanos y sus formas de hablar, y esto, obviamente, incluye al albur, objeto de estudio de la presente tesis. Sin embargo, escaso es el tema, si se investigan autores que lo aborden, por ello, se recurrió a algunas tesis que tratan al albur, así como a reconocidos escritores mexicanos que alguna vez elaboraron literatura sobre él o expresaron su opinión.
Un ejemplo de lo anterior lo podemos encontrar con Octavio Paz, galardonado con el Premio Nobel de Literatura por su obra El laberinto de la soledad (1950), donde propone que en el albur:
Cada uno de los interlocutores, a través de trampas verbales y de ingeniosas combinaciones lingüísticas, procura anonadar a su adversario; el vencido es el que no puede contestar, el que se traga las palabras de su enemigo. Y esas palabras están teñidas de alusiones sexualmente agresivas; el perdidoso es poseído, violado, por el otro. Sobre él caen las burlas y escarnios de los espectadores. Así pues, el homosexualismo masculino es tolerado, a condición de que se trate de una violación del agente pasivo.
Sin embargo, Armando Jiménez, autor de Picardía mexicana (1960), hace una compilación de las palabras, calambures, imágenes, gestos y sonidos que propician la elaboración del albur; acude a cantinas, bares, baños y transporte público y se involucra en todos las situaciones posibles para poder realizar una compilación completa y detallada sobre el lenguaje popular en la Ciudad de México, interpretando al albur como:
…un juego de palabras, pero a condición de que se le dé al vocablo 'palabra' no solamente la acepción de sonido o conjunto de sonidos articulados y emitidos por la boca, que expresan una idea, sino también a la representación gráfica o visual de esos sonidos.
Usando la misma metodología de investigación, años más tarde, Juan Lomas, quien se describe a sí mismo como “recopilador del lenguaje popular”, elabora un libro titulado Teoría y práctica del insulto mexicano (1974), donde hace su propia definición:
El albur o calambur es un juego de palabras con alusiones sexuales para ofender al oyente. El calambur casi siempre es un diálogo que sostienen dos amigos, pues más bien se considera un modo afectuoso de insultar al compañero.
Por el contrario de la definición de Lomas, Julie Lavertue, en El albur en México: descripción y percepción (1998), memoria presentada ante la Universidad de Laval, en Canadá, para obtener el título de Maestría en Ciencias Sociales, asume que “hay una diferencia entre albury calambur”, ya que este último es un juego de palabras que surge en Francia y dista mucho de la definición que ella misma da sobre el albur en su investigación cuantitativa sobre el mismo:
El albur es una creación contextual, interactiva y oral, fundamentalmente machista, que nace de una provocación verbal y suscita una respuesta también verbal a una situación interpretada como una oportunidad de competir con el interlocutor, percibido como un ser sexual a quien se agrede, con el fin de dominarlo demostrándole cierta superioridad mental. Desde una perspectiva psicológica, resulta ser la ocasión de una descarga emocional y la manifestación de una relación interpersonal en la que se produce una penetración verbal. Se le atribuye al albur, como objetivo principal, tratar de "penetrar al otro", es decir tratar de introducir simbólicamente, por donde sea, el órgano sexual masculino.
En Qué trabajos pasa Carlos (1988), escrito por Noé Gutiérrez González, del área de Lingüística de la Universidad Autónoma Metropolitana, en Iztapalapa, el autor presenta al albur como un ente lingüístico ejercido a nivel nacional y en ciertos grupos y barrios de la Ciudad de México, con sus propias palabras:
El albur es un juego verbal que se practica en todo el país con distintos grados de elaboración y complejidad. En algunas colonias y barrios de la Ciudad de México su cultivo es un ejercicio cotidiano. El prototipo es Tepito, reconocimiento ganado por méritos propios. Exaltado y frecuentemente estereotipado por la recreación de sus espacios y vecinos en la literatura y sobre todo en el cine.
En la tesis El albur, fenómeno cultural pícaro popular mexicano (1997), Jesús Alberto Ramírez Rosas destaca que el albur es:
…popular forma de interacción interpersonal entre el mexicano, es un arte en el manejo del doble sentido ya sea bien hablado, dibujado o actuado. Se trata de un juego creativo y cargado de fe pícara en que los contendientes, por lo general dos, intercambian mensajes que, de manera velada, hablan del sexo, en sus múltiples maneras de practicarse. Los albures constituyen una forma de comunicación a ritmo acelerado en que pierde quien calla o se tarda en contestar por resultar menos creativo y malicioso, aquel que, metafóricamente, es rajado en su hombría y, por ello, emparentado con lo femenino que, en esta clase enfrentamientos, es considerado como signo de debilidad.
No es sorpresa que el albur sea considerado algo propio de los mexicanos, incluso me atrevo decir que es nuestra defensa más común sobre los extranjeros (para aquellos que todavía tienen arraigada la idea de que si no nos hubieran conquistado los españoles, hoy seríamos otra cosa).
Los mexicanos tenemos una peculiar forma de hablar, entre las que destacan los dichos, refranes y palabras que se originan de un lugar a otro. Es claro que nuestro idioma se ha enriquecido con tecnicismos, modismos, anglicismos y todas estas acepciones del lenguaje que hacen que cada día incorporemos palabras nuevas a la lengua mexicana.
Pero, ¿cómo es que se originó el albur? Es imposible decir una data exacta sobre el origen de esta modalidad del lenguaje; sin embargo, con la poca literatura que se ha encontrado sobre el tema, podemos deducir sus orígenes.
Hay quienes mencionan que el albur se originó en Mineral del Monte (específicamente dicho por el reconocido comediante y alburero Sergio Corona durante el Primer Encuentro Estatal de Albures, en agosto de 2013), en el Estado de Hidalgo, allá por la época en que los ingleses comenzaron a llegar a este lugar, alrededor del siglo XVII, para la exploración y explotación de las minas. No sería sorprendente reconocer que el albur se originó aquí, puesto que también aquí fue el lugar de la primera huelga que existió en América Latina, ésta por parte de los mineros, y es que, precisamente, existe la teoría que sostiene que los albures se crearon en Real del Monte cuando los mineros querían comunicarse algo entre ellos que no querían que sus patrones ingleses se enteraran (puesto que algunos ya comenzaban a dominar el español), y así, creando un código de habla que únicamente ellos entendían, fue como se creó el albur. Parece creíble también el que el albur se haya originado en Mineral del Monte si nos remontamos a la gastronomía.
Alrededor del siglo XVII, cuando llegaron los ingleses, lo hicieron, obviamente, con su gastronomía, tradiciones y cultura. Así, lo que hoy en día es el platillo típico de la zona minera de Hidalgo, el paste fue introducido a México. Existe la leyenda urbana que los “pastes” se llaman así por la unión de dos apócopes: “Pa´” = paray “´ste” = usted, lo que resulta en “paste”, y es que esta empanada rellena originalmente de papa con carne era el alimento que las esposas de los mineros les llevaban hasta la entrada de la mina a la hora de la comida, ofreciéndoselos de una peculiar manera: “Tenga, pa’sté”; si nos ubicamos históricamente y recabamos la información necesaria que nos indique cómo era que se hablaba en ese tiempo, es creíble esta leyenda urbana. El paste, como ya se mencionó, es una empanada que hoy en día se rellena de muchos guisados, jaleas y hasta de chocolate.
Aunque también los ingleses llaman pasty a estas empanadas en su idioma oficial. Si bien difieren los pasties de los pastes (no sólo en cuanto a guisados sino también en el proceso de elaboración), vamos reconociendo un cambio en el lenguaje que hace que un producto externo sea denominado de una manera al llegar a otro lugar, no se sabe con exactitud si fue un error de castellanización o la unión de dos apócopes lo que dio origen a esta palabra, pero existe la importancia lingüística que proporciona información necesaria para la creación de un código de habla establecido por personas que estaban en contacto con agentes externos a su cultura, que, al hibridarse, hicieron imposible comunicarse de la misma manera en que lo venían haciendo, generando así un nuevo código de habla.
En años recientes, el Centro de Estudios Tepiteños de la Ciudad de México, apoyado por el Instituto Nacional de Bellas Artes, la Secretaría de Educación Pública y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes; con base en la galería José María Velasco en la calle de Peralvillo, Tepito, y dirigido por Alfonso Hernández Hernández, cronista e historiador de Tepito, y Lourdes Ruiz Baltasar, Campeona Nacional de Albures, ha sido centro de impartición de diplomados de albures finos. Cada año se llevan a cabo hasta cuatro diplomados de este tipo en la galería José María Velasco, dependiendo de la demanda del público solicitante.
Son Lourdes Ruiz y Alfonso Hernández quienes comentan a los asistentes al diplomado que el albur es antiquísimo y que data de la época de los aztecas obreros, quienes al elaborar la alfarería crearon un lenguaje en código, utilizando el mismo náhuatl que hablaban pero codificando las palabras para entenderse sólo entre alfareros; esto, lo hacían con el fin de que sus patrones no se enteraran cuando una pieza se rompía o quedaba mal, puesto que los castigos otorgados eran de lo más cruel.
El albur, dicen, nace en el barrio bravo de Tepito y es precisamente este barrio la cuna del albur debido a su bravura, según Lourdes y Alfonso comentan. Tepito es reconocido a nivel nacional por ser el barrio más bravo de la Ciudad de México, por ser cuna de boxeadores famosos como el “Ratón” Macías, por ser sede de tráfico de piratería y por ser el único tianguis permanente que terminó siendo unidad habitacional y por la gente luchadora e incansable que todos los días arriesga la vida saliendo a vender en el tianguis que ahí mismo se localiza, gente que desde la época prehispánica defendió Tenochtitlán y Tlatelolco y que hasta el día de hoy sigue defendiendo su terruño. Ellos comentan que es esta bravura y la ideología de salir adelante lo que propició el no dejarse sobajar por nadie, y esa ideología se quedó impregnada en el lenguaje, incluso desde la época de los aztecas.
Por su parte, Julie Lavertue (1998: 24-27) hace del conocimiento del lector que no es necesario en su estudio fechar los orígenes del albur; sin embargo, una de las preguntas que utiliza como parte de la metodología incluye si el entrevistado sabe o conoce el origen del albur, de lo cual rescata el siguiente extracto:
El periodista y comentarista de televisión, Sergio Romano le atribuye al albur raíces históricas en el siglo XVIII y afirma que ha surgido como en defensa de la identidad de las clases populares.
El albur viene con todas las castas que luchan por su identidad. Aparece con Canek, con el Negro Yanga y está presente en la gran lucha de la Independencia. Hay que recordar a Ramos Arizpe. En el Periquillo Sarniento, ya está el albur, vivo y vibrante. (Romano, citado por Matali, 1979).
Monsiváis le atribuye también a esa forma de hablar un origen histórico contra la represión. Le atribuye al origen del albur un sentimiento nacionalista muy fuerte.
El albur fue táctica para burlar y romper la censura. El albur fue el lado vivaz de la obscenidad, cuyo origen se depositó en la plebe. (Monsiváis, 1989: 41).
Los mayas también usaban, en sus rituales de curación, términos de doble sentido sexual. En El Ritual de los Bacabes se pueden observar algunas palabras de doble sentido. (Arzápalo Marín, 1987:395).
Con base en lo anteriormente descrito, se deduce que el albur ha estado presente incluso antes de la llegada de los españoles a lo que hoy llamamos territorio mexicano.
El albur es la idiosincracia del mexicano resumida en palabras. Octavio Paz mencionaba que el mexicano tiene un eterno complejo de inferioridad, también alude a que el albur no es otra cosa que un homosexualismo latente.
El albur se origina en la boca de las personas que tienen una ideología “chingativa”, y es que el mexicano así es, siempre está buscando a quién chingar, a quién joder, a quién hacerle la vida de cuadritos cuando se lo propone.
Tal vez sea ese eterno complejo de inferioridad, causado por la Conquista y el rencor que se le guarda a todo extranjero por la Conquista misma y otras batallas libradas en territorio mexicano, lo que hace que el mexicano codifique mensajes a dos niveles de habla ininteligibles para algunos y nada obscenos para otros.
Es posible que el albur haya surgido desde hace más de quinientos años, o que haya dado sus primeros pasos durante ese tiempo, pero haberse mantenido en pie y vigente hasta nuestros días le ha valido modificaciones y descategorizaciones, no sabemos a ciencia cierta cuál fue el origen verdadero del albur: si hablarse entre alfareros para que el patrón no entendiera, si es el eterno complejo de inferioridad de todo mexicano o si es parte de la ideología chingativa de éste; lo que sí, y queda claro, es que el albur surge como parte del lenguaje popular, dando origen a una nueva modalidad del lenguaje. Surge como medio de distracción y socialización en todas las clases sociales, a veces con el mero fin de alegrarse un poco el día, otras con el de mofarse de quien no lo entiende, pero surge únicamente en México, es parte de la cultura popular mexicana, sin que esto refiera un menosprecio o categorice la cultura mexicana como baja.
Es cierto que los mexicanos nos complicamos la existencia utilizando palabras que a veces ni conocemos, pero que son parte del lenguaje popular, y es que éste es algo valioso que no debe perderse, al contrario, debe perdurar y estar presente en la cotidianidad.
Mucho se dice sobre los albures: que si son vulgares, que si son parte de una élite única que es capaz de entenderlos. Lo cierto que a todos los mexicanos, en algún momento de nuestra vida, nos han albureado. Pero, ¿qué tipos de albures existen?
De acuerdo con el Diplomado en Albures Finos cursado en Tepito, en la Ciudad de México, se infiere que hay dos tipos de albures: los finos y los vulgares.
Los albures finos son aquellos que se construyen a través de palabras no soeces que, por la misma complejidad que representa el descifrarlos, son a veces ininteligibles hasta para la persona más capaz en el lenguaje o en la lingüística; y es que, precisamente, no es necesario ser un experto en la lingüística o en el español para poder entender el albur; a veces, quienes son más aguzados para los albures son personas que carecen de una ortografía perfecta, habilidades de redacción o que también carecen de estudios sobre la lengua, aunque también existen sus excepciones.
Los albures vulgares son aquellos que se construyen a través de palabras altisonantes y que explícitamente indican una relación con lo sexual, con los órganos sexuales masculinos o femeninos y sus fluidos, o con las heces fecales y todo lo relacionado con lo utilizado para el sexo.
El análisis del discurso es la herramienta básica de esta investigación social, por lo que se sugiere el uso del análisis discursivo basado en lecturas de distintos autores:
Con influencia de Ducrot y Dubois, así como de Perelman, Plantin retoma el debate como una fuerza de la argumentación y la negación, que permite conocer el fondo de un discurso a través de sus actantes y actores. Así, se realizará un análisis argumentativo tomando como muestra extractos del grupo de discusión realizado como parte de la metodología de trabajo para la presente investigación.
Para realizar el análisis argumentativo se toma como muestra un ensayo escrito por una alumna que cursó el Diplomado en Albures Finos, basado en la propuesta metodológica de:
“1) Operaciones constitutivas de objeto. 2) Operaciones de apropiación. 3) Operaciones de composición. 4) Operaciones de localización temporal y espacial. 5) Operaciones de proyección valorativa” (Gutiérrez, 2003: 54-55)
Con base en la siguiente propuesta analítica y aunada con la de Grize, se realizará una interpretación socio-histórica del análisis argumentativo arrojado del ensayo, siguiendo así el modelo analítico propuesto por Silvia Gutiérrez Vidrio (Revista Escritos, 2003. 27, p.50-52). Cabe destacar que “las producciones discursivas son producidas y recibidas por individuos situados en circunstancias socio-históricas específicas, las cuales pueden ser caracterizadas por disposiciones institucionales de diversos tipos y por relaciones de poder y dominación”, (Gutiérrez, 2003:50).
1) Legitimación.
2) Disimulación o encubrimiento
3) Unificación
4) Fragmentación.
5) Reificación o cosificación
Utilizando la propuesta sobre el signo lingüístico, se realizará un análisis discursivo tomando como muestra una canción de Chava Flores, que permitirá conocer cómo y por qué se permite la construcción de un albur a través del significado y significante de las palabras que lo componen y que a su vez forman un sistema.
Con el uso de estos de análisis discursivos y bajo la regla de los autores propuestos, se plantea realizar el análisis necesario sobre el objeto de estudio propuesto.
Actor | Argumento | Contra-dicción | Problema-tización | Rol Argumen-tativo | Tipo de Argumento |
María José | Medio de comunicación más fácil, además de tradicional, que se puede dar en un contexto cotidiano. | No hay. | No hay. | Expositivo. | Opinión |
Grecia | Forma propia de hablar de que depende de una ubicación espacial y temporal, donde interviene la proxemia. | No hay. | No hay. | Expositivo. | Opinión. |
Alfredo | Forma de socialización en un lugar determinado de un grupo social, aceptada socialmente. | No hay. | No hay. | Expositivo. | Opinión |
Sergio | Lenguaje que se usa en el ahora y en el instante y en un círculo de amigos. | No hay. | No hay. | Expositivo. | Opinión. |
Rigo | Forma de comunicación para con las personas más cercanas. | No hay. | No hay. | Expositivo. | Opinión. |
Laura | Lenguaje que se usa a diario con cualquier persona con la que se interactúa. | No hay. | No hay. | Expositivo. | Opinión. |
Estefanía | Lenguaje que usa la gente que no está en lo profesional. | Con todos los actores. | Con todos los actores. | Expositivo. | Opinión. |
Actor | Argumento | Contra-dicción | Problema-tización | Rol Argumen-tativo | Tipo de Argumento |
María José | Lo enriquece porque da más ingredientes para la interpretación del lenguaje, la comunicación. | Con Grecia y Rigo. | Con Grecia y Rigo. | Expositivo. | Opinión. |
Grecia | No lo enriquece tampoco, solamente es una forma más y ya. | Con María José. | Con María José. | Expositivo. | Opinión. |
Luis | No sé si lo enriquezca, pero sí lo hace más diverso. | No hay. | Existe con todos los actores. | Expositivo. | Opinión. |
Sergio | Sí lo enriquece, es una nueva forma de interpretación. | No hay. | No hay. | Expositivo. | Opinión. |
Rigo | Creo que sí. | Con María José y Grecia. | Existe con María José y Grecia. | Expositivo. | Opinión. |
Albur | Significado | Operaciones lógico-discursivas | Modo de operación de la ideología |
-Buenas -Buenas las tenga- me dice mi primer cliente. -¿Tienes naranjas? ¿A cómo las de atrás? - ¡Póngame atención, que le voy a dar precio de me lo llevo! -¡Qué caray! Tú sí sabes de lo bueno. Pues dame diez cajas. ¡Y me las cuidas, eh! En lo que me vengo por ellas. |
“Buenas las tenga”, las nalgas. Al hacer uso del doble sentido. “¿A cómo las de atrás?” como: conjugación en primera persona del singular del presente indicativo del verbo comer. “Las de atrás”, nuevamente se refiere a las nalgas. “Comer las nalgas”. “Póngame”. Al vincularse con el albur anterior sugiere que le ponga las nalgas a su disposición. |
Constitutiva de objeto: analogía. Proyección valorativa: analogía. Composición: repetición. Localización espacial y temporal: yo-tú. |
Simulación: tropo. Simulación: sustitución. Simulación: eufemización. Fragmentación: expurgación del otro. |
-¡Buenos días! ¿Quieres ver qué hay? -Sólo tráeme lo de siempre -¿Tu lechita con pan? -Te gusta mucho, pero tráeme un café y unas galletas. -¿Saco las de avena o las de nuez? -¿Eh? ¡No! Sólo unas de canela, por favor. |
“¿Tu lechita con pan?”, disfemismo de semen, donde lechita ocupa ese lugar. “Saco”, transgresión de lo habitual. Aquí el albur reside en la palabra dicha en el mensaje anterior “café”, que el interlocutor emplea para designar a la materia fecal. “sacar lo café” hace alusión al sexo anal. |
Constitutiva de objeto: analogía. Constitutiva de objeto: comparación. |
Simulación: tropo Simulación: eufemización. |
-Ahí va el golpe. -Voy p’al centro. -Ya siéntese, güera, no se me vaya usted a cansar. -Chorro de leche me sobró del desayuno, ¿van a querer o los tiro? -¿Van a comprar o qué? Traen cara de ‘ber gastado todo su dinero. |
“Chorro de leche”, disfemismo de semen, donde leche ocupa ese lugar. “Traen cara de ‘ber gastado”, el aféresis de haber y la síncopa de gastado crean la palabra “verga”: “traes cara de verga”, miembro viril. |
Constitutiva de objeto: analogía Constitutiva de objeto: comparación. |
Simulación: tropo Simulación: eufemización. |
Extracto del texto | Palabras clave | Operaciones lógico-discursivas. | Modo de operación de la ideología |
Todas las mañanas vendiendo frutas en Central de Abasto, todos los días son ajetreados con un ir y venir de gente que, como yo, se vienen sin desayunar, desmañanados, algunos crudos y a las carreras, pero siempre con alegría, y así comienza un día más. | “gente que, como yo, se vienen sin desayunar” “pero siempre con alegría” |
Constitutiva de objeto: comparación. Apropiación: presentación de las determinaciones de los objetos como irrefutables |
Proye |
“Asistir a este diplomado me hizo ver mi entorno diferente, todo lo que escuchaba y no entendía y lo poco que comprendía ahora me divierte mucho. No cabe duda que esta experiencia te abre los ojos, ja, ja. El albur ha sido parte de mi vida siempre, ya no soy ajena a él. El ambiente está relajado, suave, y ahora disfruto de los despistados que a todo responden que sí. Puedo decir que ya compito en esto del albur, ¡y compito duro, eh! Pues a la larga te acostumbras”. | “este diplomado me hizo ver mi entorno diferente” “el albur ha sido parte de mi vida, ya no soy ajena a él” |
Apropiación: modalización. Proyección valorativa: explicación. |
Fragmentación: diferenciación Legitimación: narrativización. |
En el verso B encontramos la siguiente frase:
/ Te vendía de un camote de Puebla a un milagro a San Buto/ |
B1 B5 B12 B13 |
Del verso anterior sabemos que es una oración compuesta por 13 signos lingüísticos, a los cuales a cada uno le corresponde un significado y un significante. El albur aquí lo reconocemos en los signos B5, B12 y B13, que dan paso al sistema B5-B12B13.
Signo | Significado | Significante |
B5 |
Raíz de la familia de los tubérculos se sabor dulce. | camote |
B12 |
Apócope de santo, designación celestial de algo. | San |
B13 | Nombre propio | Buto |
B12+B13 se unifican y pierden su significado y significante, dando paso a un nuevo signo lingüístico: B12B13 = Sanbuto:
Signo | Significado | Significante |
B12B13 |
Barbarismo de “zambutir” | Sanbuto |
La combinación de B5 y B12B13 da origen sistema B5-B12B13 “camote sanbuto”, que propicia que ahora sea B5 quien pierda su significado, pero mantiene su significante.
Signo | Significado | Significante |
B5 |
Disfemismo de pene. | camote |
El albur reside en B5-B12B13, o sea “camote sanbuto”, “camote zambuto” o “hundir el pene”, haciendo alusión a una penetración; los demás signos lingüísticos presentes en el verso B sólo ayudan a formar el albur fino, ya que su única función dentro de la oración es, por decirlo así, esconder el albur para que sea ininteligible. La relación de poder se encuentra en hundir el pene; quien lo hunde está exaltando su virilidad sobre otro sujeto a quien le es hundido.
Al responder a la pregunta planteada, los actores expusieron sus puntos de vista sobre el lenguaje popular. En este primer caso sólo hubo un punto de contradicción y problematización, donde Estefanía manifestó algo contrario a lo que los demás actores habían dicho, pues dijo que el lenguaje popular se caracteriza por ser el que utiliza la gente que no está desarrollándose en un ambiente profesional. La problematización que este punto de vista genera es en relación a las personas que no se desarrollan profesionalmente o que no cuentan con una profesión y son quienes hablan un lenguaje popular.
Sin embargo, los demás actores presentes en el grupo de discusión propusieron que todos hablamos el lenguaje popular al ser el que se usa en un determinado espacio y tiempo, con personas con las que se puede tener un grado de cercanía o no y en un modo de uso diario.
En esta parte del análisis encontramos que existen actores que no suponen una destrucción del lenguaje debido al albur. También encontramos a quienes no tienen un punto fijo sobre esto y a quienes suponen que sí hay un atentado al lenguaje que se realiza a través del albur.
La problematización surge al momento en que se conocen los puntos de discusión de cada actor, incluso hay quien da una respuesta completamente diferente donde externa que sólo enriquece el lenguaje de una persona, su léxico.
Es importante analizar cada punto de vista porque en ellos se muestran resultados de una opinión ejercida sobre una pregunta realizada a todos los actores incluso antes de conocer la respuesta del otro, es por eso que el análisis demuestra lo que los participantes de este grupo de discusión piensan sobre el albur y el lenguaje popular y no dicen albures que puedan ser sujetos a análisis, porque lo que se rescata en estos análisis es la ideología de cada actor, que reconocemos como participante.
En el análisis hecho a los albures y parte del texto de Diana Calva, encontramos que la autora se desarrolla en un ambiente social que se conforma por personas trabajadoras que acuden a laborar a un mercado enorme, como la Central de Abastos de la Ciudad de México, donde confluyen todas las clases sociales.
A través del uso de operaciones lógico-discursivas como la constitutiva de objeto en la analogía, se presentan albures que son explicados con el modo de simulación, donde la operatividad del tropo y del eufemismo son los que dan sentido a los albures.
También existen en el análisis operaciones lógico-discursivas como la ubicación espacial y temporal que permiten conocer qué es lo que un locutor le dice a su interlocutor, a través de la expurgación del otro. Así conocemos que los albures rescatados del ensayo de Diana, que a su vez fueron rescatados de una plática cotidiana en la Central de Abastos, constituyen una manera de socialización entre la vendedora, en este caso Diana, y el comprador, cuya identidad se desconoce.
Lo que en el ensayo se presenta como los diableros, son personas que ayudan a transportar las cargas que la gente compra o que lleva a los locales; ellos también utilizan el albur como forma de socialización entre su grupo, al igual que la persona que vende comida en la Central de Abastos, que trata de simpatizar con Diana albureándola con un discurso que incluye operaciones lógico-discursivas del tipo constitutivo de objeto, con la analogía y comparación como ejes actantes, a modo de eufemización y exaltación del tropo.
Analizando el ensayo encontramos que Diana siempre ha estado en contacto con el albur, pues en el medio donde se desempeña laboralmente siempre los ha escuchado. Incluso, a través de la operación constitutiva de objeto, se compara con la demás gente que confluye en su lugar de trabajo, pues comparte no sólo características sociales con ella sino el modo de vivir y de laborar.
Se destaca que después del diplomado su vida tuvo un cambio en cuanto a la cognición del albur, pues dice que siempre éste había estado presente pero no le había dado una importancia real debido a que no conocía a fondo lo que sus interlocutores emitían a modo de mensaje.
Salvador Flores Rivera, mejor conocido como Chava Flores, nacido en el barrio de La Merced el 14 de enero de 1920, en la Ciudad de México, a menudo citado por Lourdes Ruiz y Alfonso Reyes durante el Diplomado en Albures Finos de la galería José María Velasco, fue un cantautor mexicano que dedicó gran parte de su vida a escribir canciones sobre la vida popular de la Ciudad de México.
Retomando el signo lingüístico, en el que Saussure propone que a todo corresponde un significado (concepto) y un significante (imagen acústica); y el sistema, que es la estructura, se procede con el análisis.
En el análisis que a continuación se presenta, siguiendo la propuesta saussuriana, se habla de signos lingüísticos, que en realidad son palabras, pertenecientes a un sistema. Cuando se indica el sistema con una nomenclatura correspondiente al verso y su signo lingüístico, se deja claro que es allí donde reside el albur y los signos lingüísticos pueden, o no, dependiendo el caso, perder su significado original para encontrar el albur que en ese sistema reside. De acuerdo con Saussure, los versos mostrados también son sistemas, pero no los llamaremos así porque el sistema que nos interesa analizar es el que forman los signos lingüísticos cuando en él se encuentra el albur. Es importante mencionar todos los apartados correspondientes a significado, cuando éste no pierde su intención original debido al albur, han sido consultados y extraídos del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en su versión en línea.
Durante el desarrollo de esta investigación se pudo conocer de una manera más crítica la forma en que los mexicanos nos expresamos. Y es que no basta con decir que el español que hablamos en México es único, eso es algo sabido por todos.
En nuestro lenguaje incluimos refranes, usamos barbarismos y en ocasiones incluimos extranjerismos. El lenguaje evoluciona en un proceso inherente al ser humano. El ser humano tiene la necesidad de apropiarse de un lenguaje para hacerlo suyo y transmitirlo a través de la oralidad a las generaciones futuras.
Se sugiere que el albur, al ser una modalidad del lenguaje, definido así por ser algo atemporal, está presente incluso desde tiempos prehispánicos, según los resultados de investigaciones previas que intentan encontrar un lugar de origen a éste.
Se menciona que el albur pudo haber surgido en Real del Monte, en Pachuca o en Tepito, en la Ciudad de México; lo cierto es que no existe un lugar al que se le conozca como la cuna del albur, pero todas las ideas con respecto al origen ofrecen una sugerencia en cuanto al lugar de su surgimiento: México. .
Incorporar el albur en el lenguaje mexicano es hablar de la permanencia de un lenguaje popular, el cual se entiende como aquel aceptado y hablado por un grupo social y que se determina a través del tiempo y espacio, pues debemos recordar que el lenguaje es un ente vivo que sufre modificaciones de acuerdo con su ubicación espacial y temporal.
La ideología que persiste en torno al albur demuestra lo que hemos aprendido desde niños y la manera en que se nos ha educado no sólo en lo sexual, sino en todos los aspectos de nuestra vida.
La difusión de valores y creencias dominantes entre los grupos sociales se da también a través del lenguaje, ya que es necesario nombrar y apropiarse de dichos valores y creencias.
Aunque la práctica sexual es también una ejecución constante de relaciones de poder, el albur es la práctica de esas relaciones de poder pero habladas. Sabemos que las reglas básicas del albur son no quedarse callado y contestar casi de inmediato para poder llevar a cabo un proceso comunicativo donde exista la retroalimentación.
Con la asistencia al Diplomado en albures finos que se impartió en Tepito, en la Ciudad de México, se pudo conocer a fondo los albures a través de un proceso cognitivo empírico, pues no se nos proporcionó una guía que dijera cómo alburear o qué decir en caso de ser sujeto de un albur, ya que no es un método que requiera una guía, es más bien un proceso comunicativo.
Cuando hablamos del albur no podemos dejar de lado el doble sentido tampoco; alburear no es hablar en doble sentido, es codificar mensajes a dos niveles permitiendo al interlocutor la comprensión de uno o dos niveles, dependiendo su agilidad en el ramo del albur.
Es necesario aclarar que el albur es espontáneo, surge en el momento menos esperado siempre y cuando exista la posibilidad de una conversación fluida que permita su cabida. Con este carácter de espontaneidad es el albur la sazón de una conversación entablada entre personas con gustos afines o personas con una afectividad reconocida.
Si bien es posible alburear a cualquier persona, lo recomendable es hacerlo con quienes exista un cierto grado de familiaridad o confianza, ya que en ocasiones, dependiendo del interlocutor, el albur puede ser malinterpretado y dar pie a que una conversación cambie de rumbo, si el oyente así lo considera necesario.
No se considera un fenómeno porque no es un elemento atemporal del lenguaje, más bien es una modalidad presente en el lenguaje, donde basta un poco de confianza con el interlocutor para detonar su aparición dentro de una conversación y un grado de ingenio para la elaboración y la contestación del mismo.
Aunque alburear no requiere de un espacio ni tiempo determinado, pues puede ser espontáneo, sí requiere que su ejecución sea cuidadosa en cuanto su estructura, pues existen los albures vulgares y finos; ambos, aunque albures, presentan diferencias en cuanto su elaboración y criterio de formación.
Las personas alburean comúnmente para socializar o romper relaciones rígidas. Aunque se consideraba una práctica exclusiva de los hombres y, por lo tanto machista, las mujeres son también propicias a ser albureadas y ser albureras, así lo demuestra el diplomado impartido por Lourdes Ruiz en la galería José María Velasco, en el Distrito Federal.
La ideología que permanece en los albures se demuestra a través de relaciones de poder, donde siempre hay un vencedor y un vencido, donde este último es quien no entiende el albur o no responde con brevedad a éste, pues en la práctica alburera se requiere de un corto tiempo para que sea contestado.
Los mexicanos hemos incorporado al albur en nuestro hablar diario porque está presente en el lenguaje popular, aquél que utilizamos día con día para relacionarnos y politizarnos con las personas de nuestro entorno.
A pesar de que se piensa que es un elemento destructivo del leguaje, los análisis discursivos presentados en esta investigación sugieren que más bien es un elemento que da aportes al habla de cada persona, no decrece la calidad léxica de quien ejecuta un albur, por el contrario, la incrementa, pues se requiere de un amplio conocimiento de palabras que puedan ser utilizadas para llevar a cabo un albur.
Alburear es sinónimo de agilidad mental, de un amplio conocimiento no científico de la lengua española. Se aclara que no científico porque no es necesaria una comprensión del idioma español con vocablos rimbombantes, sino que requiere de un léxico amplio que permita la estructuración de sistemas a través de signos lingüísticos que pierden y ganan un significado, manteniendo su significante, como se demostró a través del análisis propuesto con la teoría de Saussure.
Abril, G. (1994) “Análisis semiótico del discurso” en Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales. Parte III. Las metodologías de análisis del discurso e interpretación científico social, pp.427-463. México: Síntesis.
Agustín, J. (2007). Cuentos completos. México: De Bolsillo.
Calsamiglia, H., Tusón, A. (2007) Las cosas del decir: manual de análisis del discurso. México: Editorial Ariel.
Coward, R. y Ellis, J. (1977) Language and Materialism: Developments in Semiology and The Theory of the Subject. Londres: Routledge and Paul.
Gramsci, A. (2003). Cartas de la cárcel. México: Era.
Gutiérrez, N. (1988). Qué trabajos pasa Carlos. La construcción interactiva del albur en Tepito. Tesis de licenciatura. México: Universidad Autónoma Metropolitana – Iztapalapa.
Gutiérrez, S. (2003). “Análisis del discurso político. Un panorama del campo” en Análisis del discurso. Perspectivas diversas. México: Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras, UNAM [en prensa].
Gutiérrez, S. (2003). “El discurso argumentativo. Una propuesta de análisis” en Escritos, 27, pp. 45-66.
Jiménez, A. (1977). Picardía mexicana. México: Editores Mexicanos Unidos.
Lavertue, J. (1998). El albur en México: descripción y percepción. Tesis de maestría. Canadá: Faculté des Lettres. Université de Laval.
Lomas, Juan. (1979). Teoría y práctica del Insulto Mexicano. México: Posada.
Paz, O. (1978) El laberinto de la soledad. México: Fondo de Cultura Económica.
Perreña, F. (1994). “Formación discursiva, semántica y psicoanálisis” en Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales. México: Síntesis.
Plantin, C. (2004) “Pensar el debate” en Revista Signos. 37 (55), pp. 121-129.
Ramírez, J. (1997). El albur, fenómeno cultural popular pícaro mexicano. Tesis de licenciatura. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Real Academia Española. (2012). Diccionario de la lengua española (22.a ed.). Consultado en: http://lema.rae.es/drae/?val=
Ruiz, L. y Hernández, A. (2013). El habla de la barriada ¿es patrimonio cultural? O es un simple metalenguaje alburero. México: Centro de Estudios Tepiteños. Galería José María Velasco.
[a] Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Área Académica de Ciencias de la Comunicación, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.