El objetivo de este artículo es explicar porque las ventas directas forman parte de las nuevas formas de trabajo y la importancia de la participación de las mujeres en ellas. Hoy en día las ventas directas se han convertido en una fuente de empleo complementario muy común entre las mexicanas, pues permite ganar dinero con la facilidad de organizar el tiempo como mejor les convenga. Además la mayoría de las mujeres empleadas en este ramo, ven satisfecha su búsqueda de distinción femenina, pues los discursos de difusión y modelos de venta que utilizan la mayoría de estas empresas están enfocados a ello.
Palabras clave: venta directa, mujeres, nuevas formas de trabajo.
The purpose of this article is to explain why direct sales are part of the new forms of work and the importance of women's participation in them. Currently, direct sales have become a common source of supplementary employment among Mexican women, allowing to make money with ease of organizing time as they see fit. In addition, most of the women employed in this sector see satisfied the quest for female distinction, as broadcast speeches and sales models used by most of these companies are focused on it.
Keywords: direct sale, women, new ways of working
Las redes son el elemento fundamental del que están y estarán hechas las nuevas organizaciones
Castells (2004: 196)
Las ventas directas en su “concepto general” han existido desde la Edad Media, es decir desde que empezó el mercado del trueque, ¿por qué? Porque al no existir caminos para una comunicación accesible, los comerciantes tenían que llevar sus productos hasta la puerta de los hogares de sus clientes o compradores, dichos comerciantes eran los facilitadores de la adquisición de mercancía, así también con el paso del tiempo se convirtieron en creadores de necesidades, como lo describiré más adelante. Pero en sí, ¿qué es la venta directa?
La comercialización de productos y servicios directamente al consumidor, cara a cara, generalmente en sus hogares o en los hogares de otros, en el lugar de trabajo y otros lugares fuera de locales minoristas permanentes, normalmente mediante la explicación o demostración personal de un vendedor directo independiente (WFDSA, 2013)[1].
A través del tiempo la venta directa se fue modificando, modernizando y adaptando a los diferentes estilos de vida de la sociedad misma. Hoy en día este tipo de ocupación laboral se volvió uno de los trabajos informales más populares entre las mujeres pertenecientes a sociedades capitalistas. Con esto no quiero decir que las ventas directas sean un mercado exclusivo de las mujeres, sin embargo, del total de personas empleadas en este tipo de negocios un 80% de ellas son mujeres.
En la actualidad la inserción de las mujeres al mundo laboral se debe a distintos factores. En principio por la lucha de generaciones para lograr la igualdad de género en cuanto a derechos y obligaciones laborales, porque la palabra “trabajo” en el pasado era exclusiva del género masculino. Posteriormente en sociedades capitalistas las modificaciones a nivel económico en cierta forma han forzado a la mujer a buscar un campo de acción más allá del hogar debido al deterioro en los ingresos reales de los hogares.
Además, hoy en día, “la capacidad de relacionarse de la mujer es cada día más necesaria en una economía donde la administración de las cosas queda en segundo plano, frente a la gestión de la gente” (Castells, 2003:195). Propiedad invariablemente necesaria para tener éxito dentro de las ventas directas.
En la sociología el concepto de trabajo se ha estudiado desde los clásicos por ser el principal medio de relación social, este puede desarrollarse en diferentes ambientes y manifestarse por cada individuo de distinta manera dependiendo de la situación.
El trabajo en una actividad humana que en el transcurso de la historia ha adoptado distintas características y que en una relación dialéctica, transforma el mundo y es determinado por él. También genera relaciones que dan lugar a nuevos modos de vida, lo que produce cambios diversos, como los relativos a la vivienda (y sus atributos), a las rutinas cotidianas de convivencia, a la organización del tiempo dedicado a otras actividades, etcétera. (…) El trabajo puede tener dos acepciones: por un lado, es la forma en que nos vinculamos con la sociedad, pero también es el conjunto de actividades que realizamos para sobrevivir (Maza, 2004:92,104).
En términos económicos el trabajo de las sociedades occidentales se manifiesta dentro de tres sectores principales, el sector primario, también llamado agropecuario; el sector secundario o industrial y el sector terciario o de servicios. Castells (2004) en su teoría de la sociedad red y la era de la información, plantea una reestructuración de estos tres sectores económicos, agregando una división extra y detallada del último (el de servicios).
Esta nueva división está justificada bajo el supuesto de que hoy en día el sector terciario es el más productivo o al menos es el sector donde la mayor parte de los trabajadores totales alrededor del mundo están empleados; porque “cuanto más avanzada esté una economía, más se centran su empleo y producción en los servicios” (Castells, 2004:232). Debido a que en la actualidad lo más importante es el flujo de información y el manejo de esta.
Por eso las relaciones sociales en la modernidad pueden ser de dos tipos: Tratándose estrictamente de productos materiales, las relaciones sociales girarán en torno a los objetos, es decir, no importará tanto quién nos otorgue el producto, en este caso lo importante es que el objeto llegue en buen estado a nuestras manos. Cuando se trata de adquirir un servicio, en cambio, la interacción entre el que ofrece y el que adquiere es mucho más importante, por el hecho de que se deben hacer acuerdos acerca del proceso de realización, tiempos y costos, por eso nos fijamos tanto en la persona a la que contratamos, como en el servicio que nos ofrecerá.
En ambos casos la atención personalizada es de suma importancia, ya sea que el consumidor se dé cuenta de manera consciente o no, la capacidad del manejo de información con la que cuente el proveedor de servicios generará redes de confianza para que el consumidor se convenza de que está adquiriendo “lo mejor” o en su defecto de que hace una inversión en el servicio y no un gasto. La sociedad de consumo actual necesita de mucho mayor capital humano para atender las necesidades de todos con eficiencia y rapidez, por ello es que la era de la información se encuentra acompañada por redes sociales (de personas) que permitan un buen flujo de la comunicación.
La nueva economía aumentaría la importancia de las ocupaciones con un alto contenido de la información y conocimiento en su actividad. Las ocupaciones ejecutivas, profesionales y técnicas crecerían más deprisa que todas las demás y constituirían el núcleo de la nueva estructura social (Castells, 2004: 232).
Es decir, todos los trabajadores que cumplan con las características señaladas arriba son los que coloquialmente llamaríamos “todólogos”, ya que saben un poco de todo lo que requiere su servicio, pero igualmente invierten tiempo en detallar dicho conocimiento. En términos de flexibilización laboral se llama a estos trabajadores, trabajadores polivalentes. A este grupo de trabajadores Castells los llama el “proletariado de cuello blanco”, por el hecho de funcionar de manera esencial como un obrero normal, pero sin ensuciarse las manos. En sentido práctico, estos trabajadores de cuello blanco están compuestos principalmente por oficinistas y vendedores.
Además, la era de la información señala que en la actualidad todo se mueve mucho más rápido, por lo que, la inestabilidad forma parte de la vida diaria de un ser humano. Esta inestabilidad trae consigo flexibilidad laboral y la principal característica de la flexibilización es que muchos de estos nuevos trabajos son temporales o a destajo, lo que permite que algunas personas puedan organizar su tiempo de una manera más autónoma para incluso pensar en un autoempleo.
La venta directa puede clasificarse dentro de estas nuevas formas de trabajo de la era de la información por estar dentro del sector de servicios personales y cumplir con requisitos como el de la flexibilidad del tiempo. También porque las personas empleadas en este ramo inherentemente son vendedores y pasan a ser parte del nuevo proletariado de cuello blanco.
La venta directa es, como se dijo al principio del artículo, la comercialización de productos fuera de un establecimiento comercial, es decir, esta comercialización se hace cara a cara, directamente al consumidor mediante la demostración personalizada por parte de un representante de la empresa vendedora. La característica principal de este tipo de ventas y lo que las diferencia de otras, es el trato con la gente, el contacto más íntimo por así decirlo.
Las empresas que se dedican a la producción de este tipo de bienes y servicios tienen la característica de dar a su fuerza de trabajo la opción de ingresar de una manera fácil, es decir, sin una gran inversión (al principio). Eso de ingresar es en un sentido formal, porque el sistema consiste en iniciar un negocio propio, por ello la necesidad de inversión. Es como ser un socio más, pues no existen intermediarios, la negociación se hace directamente entre el vendedor y la empresa; aunque las ganancias en realidad al principio son pocas y sólo van creciendo según el trabajo realizado. Muchas de estas empresas lo manejan afirmando: “ganas lo que quieres ganar”.
Las personas dedicadas a esta actividad participan por sí mismos en la venta de productos y servicios mediante contactos personales de venta. Esencialmente, esto significa que no son empleados de la compañía que provee los productos que distribuyen, sino personas independientes que operan sus propios negocios obteniendo ganancias de ellos. Además la venta directa provee oportunidades de negocio cuya entrada no está restringida generalmente por género, edad, educación, ni experiencia previa (AMVD, 2012: 25).
Prácticamente es de lo más fácil entrar en este mundo, sólo necesitas contar con el monto de la inversión, lo verdaderamente difícil es mantenerse debido al estilo de vida que se exige de manera implícita para en realidad tener éxito, tal y como lo veremos en el transcurso de este texto.
Hoy en día las ventas directas se han vuelto tan populares, que este sistema de negocios se ha extendido a prácticamente cualquier producto, desde suplementos alimenticios hasta aparatos electrónicos, incluso seguros de vida por decir algo. ¿Por qué ha sido tan exitoso este tipo de negocio? A mi parecer se debe a que es un negocio donde se fusionan bienes y servicios, donde el trato con la gente es esencial.
Como lo importante de estas ventas es llevar el producto hasta la puerta del hogar, las personas que se dedican a esta labor pueden organizar su tiempo como mejor les convenga, es decir, se vuelven “sus propios jefes”. Esto precisamente es lo que hace aún más atractivo adherirse a este tipo de empleos.
El ritmo de la vida actual permite que las ventas directas funcionen por si mismas, ya que al tener tantas actividades por realizar, la venta directa le facilita todo al consumidor moderno ya que evita la fatiga de salir en busca del producto necesario e incluso se puede saber de manera inmediata si el producto les gusta o no y si les será útil para su estilo de vida, gracias a la demostración física del bien en la comodidad del hogar, trabajo u oficina.
En este sistema mercadológico, creador de nuevas necesidades (pues facilita o cambia el tradicional proceso de compras), implícitamente usamos a nuestros contactos sociales para que a corto, mediano o largo plazo obtengamos algún beneficio individual, pues según estos consorcios los primeros clientes potenciales de cualquier vendedor serán sus familiares y amigos.
Así es como se empiezan a formar las redes de comunicación en este fenómeno social específico. Por eso con los negocios de venta directa comenzamos a ver de manera clara cuán importante es el capital social en la modernidad.
Una característica más del sistema de ventas directas es que todos manejan el discurso de que la imagen es la mejor herramienta de venta, se trate del producto que se trate. Esto se debe a que los seres humanos nos manejamos a través de ideales culturales, por lo tanto la mejor manera de atraer gente al negocio es luciendo bien.
Los comerciantes de necesidades, vendedores de bienes y servicios simbólicos siempre se venden a ellos mismos como modelos y como garantes del valor de sus productos, que no representan tan bien más que porque presentan bien y porque creen en el valor de lo que presentan y representan, la autoridad simbólica del vendedor íntegro y fiable toma la forma de una imposición simultáneamente más violenta y más dulce, puesto que el vendedor solo engaña al cliente en la misma proporción en que se engaña a sí mismo, en que él cree sinceramente en el valor de lo que vende (Bourdieu, 2012: 430).
Por supuesto que al decir “lucir bien” me refiero a que este debe ser respecto al producto que se esté comercializando, por ejemplo, si la empresa se dedica a la venta de cacerolas para cocinar de una forma más sana, por supuesto que la imagen del vendedor “debe ser” la de una persona sana, como estar delgado principalmente.
En cambio sí es una empresa dedicada a la venta de productos para el hogar; la casa o el lugar donde se ofrezcan los productos debe mantener una limpieza y un orden impecables. Si la compañía comercializa con ropa, por supuesto que el vendedor al momento de ofrecer su producto, lo debe hacer de una manera adecuada y lo más llamativa posible (vistiendo la misma ropa que comercializa, para ser un maniquí viviente). En la venta directa nadie está a salvo de las directrices de la belleza y la moda, mencionan muchos blogueros de páginas web dedicadas a aconsejar a los trabajadores de la venta directa.
Por eso en este tipo de negocios es tan fácil convertirse en consumidor compulsivo de los productos que se venden, al ser uno de los requerimientos prácticos si es que se quiere tener el éxito deseado.
Asimismo una característica que hace aún más atractivo al trabajo de ventas directas es el falso sentimiento de exclusividad que se le ofrece tanto a los compradores como a los vendedores, a los consumidores en general.
La distancia, entre el conocimiento y el reconocimiento, se da según el origen social y el modo de adquisición de la cultura que le es correlativa: la pequeña burguesía ascendente invierte su buena voluntad desarmada en las formas menores de las prácticas y de los bienes culturales legítimos, (…) maneras todas ellas que tiene lo pequeño de “parecer grande” (Bourdieu, 2012:376).
A mi parecer, y según el trabajo de campo realizado, esto se debe a que, al ser un producto llevado hasta la puerta del hogar, no implica la exhibición pública de este, por tanto genera un sentimiento de estar consumiendo algo único, algo que poca gente ha visto y deseado, por tanto los consumidores se sienten compradores distinguidos. Aunque en realidad, la venta directa cada vez es más popular tanto al hablar de compradores como de la fuerza laboral inmiscuida en ella.
Por ello es que el principal consumidor de las ventas directas es la clase media en todos sus niveles. Según Bourdieu (2012) somos nosotros los que nos esforzamos más por obtener distinción; del que está al lado o por debajo de nosotros. Surge la preocupación del parecer o querer pertenecer a las clases elitistas.
En este caso la clase media somos la masa y al no tener el poder adquisitivo para viajar a otros países y comprar en tiendas departamentales verdaderamente exclusivas o mejor dicho consorcios exclusivos para la élite; podemos satisfacer ese deseo de distinción adquiriendo productos en la venta directa y el multinivel.
Incluso dentro de la venta directa y el multinivel existe la distinción, hablando de marcas, estándares de calidad, popularidad, adquisición de premios en sus productos, precios, publicidad, entre otras. Cuanto más popular o más barato sea el producto, menor valor y reconocimiento tendrá dentro de este mundo. Los consumidores se sentirán menos exclusivos.
Según la marca de venta directa que uses, se podrá distinguir el nivel de clase media al que perteneces y si el tipo de consumo no fuera congruente con el poder adquisitivo del comprador, esto representaría el deseo a pertenecer a algún campo específico y adquirir un status distinto. Las facilidades de pago a través del crédito abren las puertas para jugar con todos estos mecanismos de distinción. Al final todo esto es un juego de reconocimiento, pero sin duda alguna el negocio multinivel hoy en día es muy exitoso.
La historia de la mujer en relación con el trabajo ha sido una discusión bastante amplia entre los analistas de género, pero definitivamente hablando de estilos de vida puedo afirmar que la independencia femenina siempre se busca de manera distinta dependiendo claro de la cultura y campos en los que nos hayamos desenvuelto a lo largo de nuestra vida, el habitus de cada mujer es el que determinará cuán importante es salir a trabajar o quedarse en casa a cargo del bienestar familiar.
Porque no es lo mismo el trabajo en una urbe que en un lugar rural; incluso en las urbes existen diferencias en el trabajo femenino, el cual depende principalmente de las necesidades socioeconómicas que tenga el hogar y de los estilos de vida de cada familia.
Hoy en día en México la situación no resulta tan distinta, la transformación de la familia nos ha mostrado que en la clase media de las urbes existen cada vez más madres solteras e incluso casadas, que dejan a sus hijos a cargo de los abuelos o en instituciones especializadas al cuidado de los niños[2]. Porque precisamente las jornadas laborales que necesitan cubrir para satisfacer sus necesidades económicas no les permiten atender ambos medios.
Por otro lado, hablando de roles laborales de la mujer, estos dependen directamente de la imagen que se tiene de nosotras en todas las sociedades occidentales (o al menos, eso es lo que se espera la mayoría de las veces). En general, las pautas de conducta que se desarrollan en el hogar —como la crianza de los hijos, el ser encargadas del bienestar familiar, hacer lucir impecables los lugares en donde nos encontramos, entre otras—, son las que se exigen propiamente en el trabajo; porque se da por hecho que las mujeres tenemos mayor capacidad que los hombres, para encargarnos de actividades logísticas, aunque estas sean sólo reproducciones sociales del patriarcado.
Por tanto, la mujer hoy en día es el empleado ideal y tiene mucho más campo laboral que hace algunas décadas, debido a su “capacidad innata del trato con la gente y su espíritu de servicio” tan necesaria en la modernidad.
El factor más importante en la expansión del empleo de las mujeres en los años noventa, es su flexibilidad como trabajadoras. (…) Parece razonable sostener que la flexibilidad laboral de las mujeres en horario, tiempo y entrada y salida del mercado laboral encaja con las necesidades de la nueva economía informacional. (…) Esta coincidencia también está relacionada con el género. Puesto que el trabajo de las mujeres se ha considerado tradicionalmente complementario de los ingresos del hombre en la familia, y las mujeres continúan siendo las responsables de sus hogares y, sobre todo, de la crianza de los hijos, la flexibilidad del trabajo se ajusta, también, a las estrategias de supervivencia para ocuparse de ambos mundos al borde de un ataque de nervios (Castells, 2003: 195-199).
Con este discurso precisamente se maneja el trabajo multinivel y las ventas directas, la libertad de horario que ofrece este tipo de actividad es el atractivo principal para las mujeres mexicanas modernas, aunque esto implique la nula seguridad laboral y cero prestaciones, “la libertad de ser su propio jefe compensa la inseguridad” (Castells, 2004:294). Puedo decir que el trabajo de la venta directa ha sabido adaptarse de una manera estupenda al estilo de vida de la mujer mexicana, además de contar con las características de la flexibilidad laboral que exige una sociedad red, tal y como lo mencionaba Castells (2004). En el caso mexicano:
La mayoría de mujeres no muestran todavía una marcada preferencia por participar en la actividad económica extradoméstica. Esta tensión entre el trabajo doméstico y extradoméstico de la mujer es ejemplificada por la tendencia de las mujeres de retirarse de la fuerza de trabajo cuando sus hijos son pequeños (Parrado y Zenteno, 2005: 196).
Aunque estos mismos autores afirman que las mujeres se han incorporado en mayor medida a actividades económicas informales, “como consecuencia de la reestructuración económica y del deterioro en los ingresos reales de los hogares” (Parrado y Zenteno, 2005: 213). La venta directa obviamente se encuentra dentro de estas actividades económicas informales, por lo tanto la mayor parte de los trabajadores que se encuentran registrados en este ramo son mujeres. De hecho “el 80% de los trabajadores de la venta directa son mujeres, el 10% hombres y el resto parejas”(Maldonado, 2012).
La imagen de los roles laborales que debe tomar la mujer ante la sociedad, es la que permitió abrir este tipo de mercado laboral. En el caso del estilo de vida mexicano se adaptó muy bien, precisamente porque los ideales culturales de la mayor parte de la sociedad son aún de tronco extremadamente patriarcal, donde “las mujeres queremos la independencia económica pero no estamos dispuestas a sacrificar toda nuestra familia por ello” (Venta directa: La importancia del capital social, 2013).
Por eso existe tan alto porcentaje de mujeres trabajando en el mundo de las ventas directas. Este mundo les abre las puertas de par en par para poder sentirse libres, pero sin dejar de reproducir los estereotipos que la dominación masculina les exige, al seguir siendo aquella mujer maternal. Y no solo eso, el estilo de vida del trabajo de venta directa femenino es el mejor campo para explicar cómo la imagen que la mujer tiene ante la moda, el consumo y los roles laborales se sigue cumpliendo en nuestro entorno.
La invención de las ventas directas y el multinivel no fue coincidencia, desde que este tipo de compañías existen formalmente, fueron hechas para que las principales trabajadoras y consumidoras de estas, fueran las mujeres de la clase media[3]. Lo vemos al notar que Avon es la empresa más antigua y famosa de este ramo, la cual, actualmente sigue en pie. Avon es una empresa de cosméticos y como esta existen muchísimas otras no por nada el 49% de las ventas directas en México son de belleza.
Gráfica 1: Estudio de Mercado de la Venta Directa 2011.
Fuente: Asociación Mexicana de Ventas Directas
Si revisamos la gráfica 1, nos damos cuenta como el 93% de las ventas directas en nuestro país está dedicado a productos relacionados con el perfeccionamiento de la imagen corporal, mientras que un 6% más se dedica a la comercialización de productos relacionados con la reproducción de la imagen tradicional de la mujer, encargada de mantener el bienestar en el hogar y la familia.
Es decir el 99% de las empresas dedicadas a la venta directa en México están dirigidas al público femenino. Por eso es que, además de ser la mujer quien ocupa el mayor porcentaje de trabajadoras dentro de este ramo, también ocupamos el mayor porcentaje a la hora de comprar: “La mujer continúa siendo la principal compradora con un 65% de los pedidos” (Sanchez, 1998:115).
La mujer y el consumo de la moda tienen una conexión inseparable debido a que es esto lo que nos da una sensación de individualidad, de distinción de los hombres. “El acto de comprar, el punto de compra, se marginó y trivializó como resultado de su asociación con el trabajo de las mujeres y con lo femenino”(Nava, 2000:169). Entonces si el trabajo de una mujer es comprar moda y productos que sirvan para verse mejor, ¿por qué no vender nosotras mismas esos productos?
La venta directa proporcionó la satisfacción de hacer útil a la mujer (al vender se trabaja fuera de casa y remuneradamente), sin dejar de ser femenina, ya que los productos que se comercializan sirven para remarcar la imagen de este ideal. No porque otros trabajos femeninos sean inútiles ni porque las ventas directas sean la única opción laboral remunerada que abre las puertas a la mujer, pero si es éste tipo de trabajo el que proporciona remuneración económica (a diferencia de la labor de ama de casa) y no requiere de que la mujer se masculinice, como lo requerirían otros campos[4], por ejemplo la ingeniería o el empleo de obreras, entre otras.
Gracias a la comodidad que nos proporcionaba el Estado de bienestar al menos en México, estas nuevas categorías de empleo no son del todo aceptadas, generalmente son tachadas de ser actividades complementarias o distracciones para el tiempo libre de la mujer, por lo que no se le concede el reconocimiento plural necesario para considerarse un “empleo verdadero”. Pero –incluso este tipo de ventas requieren disciplina-, dirían varios dueños de estas corporaciones y en cuestiones de disciplina las mujeres somos expertas.
Las mujeres nos desenvolvemos tan bien a la hora de vender productos a otras mujeres porque conocen como nosotras el día a día de sus vidas. Las mujeres sabemos escuchar y tenemos más capacidad de empatizar y ponernos en la piel de otras personas (Venta por catálogo: Las mujeres consiguen oportunidades de negocio, 2013).
Bien lo diría Bourdieu (2012: 377) “las mujeres que viven fuera de su casa deben suplir su presencia continua en ella con las aptitudes de una asesora de organización”. Aunque el trabajo de la venta directa no implica precisamente vivir fuera de casa, si exige, como la mayoría de los trabajos femeninos (del sector servicios) ser una asesora de organización y esta exigencia aumenta mucho más cuando se trata de una empresa de venta directa, pues si se quiere desarrollar un “negocio propio” verdadero, la organización es vital.
El negocio de la venta por catálogo se fue convirtiendo en una oportunidad laboral para las mujeres que entienden a la perfección este sistema de venta y tienen una gran capacidad de empatía y un tremendo potencial (Venta directa: La importancia del capital social, 2013).
Todo ello es porque los roles que la mujer desempeña en su hogar los traslada al campo laboral. Pero a manera de análisis este tipo de discurso nos demuestra que todas las empresas de venta directa usan a la mujer como un sujeto de consumo seguro y a su imagen como el objeto de consumo irremplazable para que cada una de estas industrias subsista[5].
Por todo lo anterior es que las ventas directas y la mujer tienen una estrecha relación. Aunque no deja de existir ese porcentaje mínimo de los varones igualmente inmiscuidos en este tipo de trabajos. Estos varones se encuentran más bien empleados en la rama de venta de productos como libros, aparatos electrodomésticos, entre otros; productos que se encuentran precisamente en el 1% restante del 99% de las ventas totales del país.
En la actualidad según la observación de campo, cada vez vemos a más varones en la industria de suplementos alimenticios y productos para el hogar; mientras que el campo de la belleza y la moda sigue siendo exclusivamente femenino, a pesar de que las empresas en sus estatutos abren las puertas a todo público, obviamente esta separación en los campos de la venta directa se da gracias a los roles que cada hombre y cada mujer debe ocupar dentro de la sociedad mexicana.
“La plena dedicación se da especialmente entre los vendedores de productos culturales[6], mientras que los productos de limpieza y cuidado personal copan la dedicación a tiempo parcial”(Sanchez, 1998: 115). Esta cita nos hace ver entonces que los hombres que llegan a emplearse dentro de la venta directa lo hacen de tiempo completo, porque son ellos los que se ocupan del mercado de productos culturales, mientras que la mayoría de mujeres que se emplea en la venta directa lo hace a tiempo parcial, pues son las que se dedican a la venta de productos de belleza y moda.
Es decir los roles laborales en México al final siguen siendo los mismos, al menos hablando de venta directa[7]. Si un hombre se dedica a la venta directa es porque será su trabajo de planta, mientras que para la mujer solo será un trabajo complementario a su labor de ama de casa o a su trabajo de planta.
A lo largo de este artículo describí la trayectoria que han tenido las ventas directas en México y en el mundo, así mismo explique el porque este tipo de empleo se encuentra dentro de las nuevas formas trabajo. Tanto este tipo de empleos como otros han surgido a consecuencia de transformaciones de la sociedad y como es que los estilos de vida de sus individuos incluyen trayectorias laborales flexibles y adaptables a la situación que se viva en el momento.
Las organizaciones de éxito son aquellas capaces de generar conocimiento y procesar información con eficacia; de adaptarse a la geometría variable de la economía global; de ser lo bastante flexibles como para cambiar sus medios con tanta rapidez como cambian los fines, bajo el impacto del rápido cambio cultural, tecnológico e institucional; y de innovar cuando la innovación se convierte en el arma clave de la competencia (Castells, 2004: 199-200).
Tal y como lo visualizó Castells el empleo de la venta directa cuenta con toda esa maleabilidad y capacidad de transformación que exige la vida moderna. Todas las empresas dedicadas a la venta directa están en constante actualización para no quedarse en el rezago y mantenerse de pie ante los cambios[8]. A pesar de los altibajos en la situación económica de México y el mundo, los productos de venta directa siguen posicionándose y abarcando mercados cada vez más amplios dentro de las clases medias pues sus precios varían según el tipo de producto y público que esté dirigido.
En materia de consumos culturales, se establece principalmente entre los consumos designados como distinguidos, (caracterizados por su singularidad) y los consumos socialmente considerados como vulgares, (caracterizados por ser fáciles y comunes). (…) Los gustos son la afirmación práctica de una diferencia inevitable (Bourdieu, 2012: 206,63).
Por eso mismo la venta directa es tan importante, porque mantiene al alcance de todos la oportunidad de satisfacer ese deseo de distinción y reconocimiento que buscamos todos los seres humanos y que es aún mayor en las mujeres (gracias a una educación patriarcal). Aunque viendo esta situación bajo el lente sociológico “el consumo de la imitación es una especie de bluf inconsciente que engaña sobre todo al que lo practica”(Bourdieu, 2012:279). Por eso es que afirmé que las ventas directas producen el falso sentimiento que al consumirlas somos únicos, pero, por otro lado:
Entre todos los tipos de ventas, las directas son las más difíciles (…) tienen que acercarse a personas que no han demostrado interés por los productos. Aún en los casos más afortunados, un distribuidor puede esperar ser rechazado nueve de cada diez veces (Cahn, 2007: 56).
Definitivamente al requerir demasiada inversión de tiempo y esfuerzo, para una remuneración similar a la de un empleo de ocho horas, las ventas directas siguen siendo solo una alternativa de trabajo adicional. En una proporción menos importante pero cada vez más amplia estos empleos son tomados más en serio por parte de los mexicanos, tanto por los hombres como por las mujeres, hasta el punto que en algunos casos se convierte en un estilo de vida, estrictamente hablando, sin importar las diferentes condiciones de entrada de cada una de los “nuevos y nuevas empresarias”.
La limitada expansión de oportunidades de empleos de mayor prestigio, fue compensada –en parte- por un incremento en las oportunidades ocupacionales relacionadas con las ventas entre las mujeres jóvenes. Esto sugiere que en años recientes, las actividades de ventas se volvieron un mecanismo central de incorporación al mercado laboral, incluso entre las mujeres con niveles más altos de educación (Parrado y Zenteno, 2005: 213).
Todos estos nuevos empresarios, inician con una esperanza de crecimiento económico además de que la búsqueda de distinción se ve satisfecha con los modelos de venta y difusión que utilizan la mayoría de estas empresas.
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[1] (WFDSA) World Federation of Direct Selling Associations: Federación Internacional de Asociaciones de Venta Directa, definición oficial, 2013.
[2] “En América latina 32715255 trabajadoras, es decir el 53% del total de las mujeres ocupadas de 20 a 45 años, no están afiliadas a la seguridad social y no cuentan con licencias por maternidad. (CEPAL). En otras palabras, las mujeres están pagando un precio más alto que los hombres por la edificación de la vida familiar” (Oliveira y Ariza, 2001: 352)
[3] Esta afirmación la hago para recordar que la venta directa es un trabajo principalmente de la clase media urbana, aunque en todos sus niveles, tal y como se afirmo al principio del apartado.
[4] En el discurso la mayoría de las veces, estos otros campos promueven la igualdad de oportunidades para las mujeres, pero, en el ejercicio se presentan prácticas que solicitan los cambios de actitudes e imagen de las mujeres que laboran en ellos.
[5] Aunque el lenguaje que se ocupa con estas trabajadoras, permite que todas vean a la venta directa como una oportunidad de crecimiento, tal se irá mostrando en el resto de este escrito.
[6] Productos culturales se refiere a artículos como libros, manuales, música; cualquier objeto que este destinado a ampliar nuestro acervo cultural.
[7] Por todo ello es que la publicidad de las ventas directas en el país está enfocada a las mujeres, lo que verdaderamente es una estrategia mercadológica eficaz según las cifras citadas a lo largo de este capítulo.
[8] En la actualidad empresas como Tupperware o Avon son empresas que han demostrado su solvencia después de tantos años (Venta directa: La importancia del capital social, 2013)
[a] Licenciada en Sociología, Área Académica de Sociología y Demografía, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.