Observatorio de Nutrición Materno Infantil - ene 15 - 8 Min. de lectura
Actualizado: ene 26
La lactancia materna es la mejor forma de proporcionar los nutrientes necesarios para los niños.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define que la lactancia materna es la mejor forma de proporcionar los nutrientes necesarios a los niños para garantizar un crecimiento y desarrollo saludable. La lactancia materna exclusiva, es aquella donde se le proporciona al lactante leche materna de la madre u otra mujer, sin algún otro alimento sólido o líquido (incluyendo agua), la cual se debe proporcionar los primeros 6 meses de vida. Mientras que en la lactancia materna complementaria se le proporciona leche materna, incluidos sólidos, semisólidos y leche no humana como fórmulas (1). Se debe proporcionar una lactancia materna complementaria hasta los 2 años de edad. De igual manera se recomienda un amamantamiento a libre demanda durante el día y la noche, evitando la introducción de biberones y chupetes (3).
Lactancia materna exclusiva los primeros 6 meses de vida. Lactancia materna complementaria hasta los 2 años de edad.
La lactancia materna es la forma ideal para proporcionar los nutrientes necesarios para los niños ya que se ha asociado con diversos beneficios entre los cuales se encuentra una disminución de enfermedades gastrointestinales en un 64 %, y se ha identificado un efecto protector de dos meses después de suspender la lactancia materna. Proveen nutrientes y enzimas que facilitan la digestión y existe una mayor maduración digestiva. Los niños alimentados con leche materna tienen menos probabilidad de padecer diarrea, infecciones respiratorias, estreñimiento, caries y alergias alimentarias durante los primeros años de vida. Así mismo se ha demostrado que estos niños tienen un mejor desarrollo neurológico. Por otra parte, a largo plazo en edades adultas, presentan menos probabilidad de padecer diabetes tipo 1, riesgos cardiovasculares y obesidad (2).
Beneficios de la leche materna en los niños: Menor probabilidad de diarrea, infecciones respiratorias, estreñimiento, caries y alergias.
En cuanto a las madres, se han observado importantes beneficios como: una recuperación más rápida, menos riesgo de hipertensión y depresión posparto, menos probabilidad de aparición de cáncer de ovario y de mama; contribuye a la mineralización de huesos, a una pérdida más rápida de peso y a un mayor vínculo con la madre. La lactancia materna también ayuda a la economía de la familia, ya que no se tienen que comprar fórmulas lácteas, que son de altos costos, ni generar gastos a largo plazo por algunas enfermedades que puedan presentar tanto la madre como el niño en caso de utilizar fórmulas lácteas (3).
Las mujeres lactantes presentan menos riesgo de depresión pos parto, aparición de cáncer de ovario y mama y pérdida de peso más rápida.
Las fórmulas artificiales pueden afectar a corto o largo plazo a los niños.
Actualmente existe una gran cantidad de fórmulas artificiales que buscan parecerse lo más posible a la leche de la madre. A pesar de que la leche materna es la ideal para la alimentación de los niños se llega a utilizar la lactancia artificial sin considerar algunos efectos negativos a corto y largo plazo. Aquellos niños a quienes se les proporcionan fórmulas lácteas, se les compromete su crecimiento y salud. De igual manera, existe una mayor frecuencia de padecer enfermedades de manera más grave como: diarrea, neumonía, infecciones respiratorias, alergias alimentarias y asma durante los primeros años de vida, mientras que en la vida adulta pueden presentar diabetes, riesgos cardiovasculares, obesidad, enfermedad celiaca, colitis ulcerativa y leucemia. Por lo tanto, la incorporación de lactancia artificial no es una buena opción para la alimentación de los niños (2).
La mayoría de las mujeres pueden amamantar de manera adecuada, pero una pequeña parte de ellas no puede amamantar de manera temporal o permanente dependiendo las condiciones que presente el recién nacido y la madre. Por lo tanto, de acuerdo con la OMS el uso de lactancia artificial es recomendado en casos particulares: en los lactantes cuando presentan algunas alteraciones como galactosemia clásica, enfermedad de orina en jarabe de arce o fenilcetonuria, se debe optar por alguna fórmula especial dependiendo la afección que presente. De igual manera, en caso de recién nacidos con bajo peso (<1500 g) o nacidos antes de las 32 semanas de gestación se puede optar por una alimentación mixta donde se proporciona lactancia materna y artificial dependiendo las características de cada recién nacido. En cuanto a las madres, se debe valorar por un médico ante la presencia de VIH, y de manera temporal suspender en caso de que la madre presente alguna enfermedad que le impida proporcionar leche materna al niño o cuando la madre ingiera medicamentos específicos. Por otra parte, no en todos los casos se impide el amamantamiento por enfermedades que presenta la madre como es el caso de hepatitis B y C, mastitis y tuberculosis. Por lo tanto, se debe continuar proporcionando leche materna al niño para brindarle los nutrientes necesarios garantizando un adecuado crecimiento y desarrollo del mismo (4). Todo esto bajo prescripción y vigilancia médica.
Es ideal que al lactante se le proporcione leche materna directamente del seno de la madre, pero en caso de no ser posible es recomendado extraer y conservar la leche materna a una temperatura adecuada. La temperatura de la leche materna es importante para evitar el crecimiento bacteriano, ya que a temperaturas más cálidas son negativas para una buena conservación de la misma. La leche materna se puede conservar a temperatura ambiente de 10-29 °C entre 3 a 4 horas. En refrigeración se puede conservar de 48 a 72 horas a una temperatura de 4 °C. También una buena forma de almacenamiento a largo plazo es a través de la congelación, es segura cuando se encuentra a una temperatura de -4 a -20 °C y puede durar hasta 6 semanas. En estas dos últimas formas de conservación es importante colocar el recipiente de la leche en la parte posterior del aparato para evitar un crecimiento bacteriano por cambios de temperatura al abrir el refrigerador o congelador. De igual manera se debe de colocar una etiqueta con la fecha y en volúmenes por tomas del lactante. Se debe utilizar la leche materna inmediatamente después de su congelación.Por lo tanto, se debe descongelar durante la noche o colocar el biberón bajo el chorro de agua tibia o dentro de un recipiente con agua tibia. No es recomendable utilizar el microondas y una vez descongelada no se debe congelar nuevamente. De igual manera el lavado de manos con agua y jabón o antiséptico antes del amamantamiento o extracción de la leche es fundamental para evitar la transmisión de virus y bacterias al lactante (1).
Conservación de la leche materna: Temperatura ambiente (10-29°C) de 3 a 4 horas. Refrigeración (4°C) de 48 a 72 horas. Congelación (-4 a -20 °C) hasta 6 meses.
Existen diversos problema para el amamantamiento de los niños por factores psicológicos, factores específicos que afectan al pecho como algunas enfermedades y, con mayor frecuencia, problemas de agarre y una técnica de lactancia inadecuada (5), por lo tanto de acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) es recomendado brindar a las mujeres orientación para tener una técnica de amamantamiento exitosa como se describe a continuación (8):
El no saber si se le está brindando el alimento adecuado a los bebés es una pregunta frecuente que llegan a tener las madres. El IMSS proporciona diferentes señales que indica si el bebé está tomando leche suficiente para un crecimiento adecuado como: aumento de 750 g de peso el primer mes de vida, mojar el pañal después de cada comida, se duerme tranquilo después de comer y la madre debe sentir sensación de descanso como señal de vaciamiento de senos.