Pobreza, una herida que exige justicia
Por Isaac Darío Aguilar Ortega
Fotografía: Carlos Alberto Martínez
Hablar de pobreza en la actualidad resulta mucho más profundo que referirse solo a una cuestión de ingresos, se trata de una fractura en la dignidad humana, una frontera invisible que limita la capacidad de millones de personas para ejercer sus derechos. Por ello, es de vital importancia hablar de esta situación, a fin de proveer soluciones y construir sociedades más igualitarias.
En la edición de diciembre de la Revista Gaceta UAEH, entrevistamos a Eduardo Rodríguez Juárez, profesor investigador del Área Académica de Economía en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) para ahondar más respecto al impacto económico y social de la pobreza, además de su relación con los derechos humanos.
La pobreza como fenómeno multidimensional
Una definición clásica de pobreza la describe como la ausencia o carencia de bienes, servicios o ingresos suficientes para atender las necesidades básicas; sin embargo, esa visión ha quedado limitada según el contexto actual. Amartya San, economista indio ganador del Premio Nobel de Economía en 1998, impulso la visión de una pobreza multidimensional, que integra variables como la calidad de vida, la salud, entre otros.
En ese sentido, el docente Garza indicó que la pobreza no es tan solo una cifra, sino un cúmulo de elementos que evalúan el bienestar real de las personas. Del mismo modo, mencionó que se trata de un tema de preocupación social y política estrechamente ligado a la forma en la que se estructura la economía y la manera en la que se distribuyen las oportunidades.
Clases sociales, desigualdad y salario
En las economías divididas por clases sociales, las diferencias de poder al negociar resultan inevitables, y las dinámicas entre quienes poseen los medios de producción y la fuerza de trabajo del sector obrero traen tensiones naturales, en donde el sector capitalista buscan maximizar sus ganancias, mientras que los empleados aspiran a un mejor salario por menos horas de trabajo.
En ese contexto, la balanza se inclina hacia quienes controlan el capital, pues son ellos quienes pueden sobrevivir sin producir durante algún tiempo, a diferencia del trabajador que depende de su ingreso diario. Ante dicho escenario, Adam Smith, considerado el padre del liberalismo económico, planteó la necesidad de un salario de subsistencia, lo que hoy se conoce como salario mínimo.
“Percibir este salario le permitiría a las personas vivir con dignidad y sostener su vida social y familiar. De ahí la importancia de asumir este factor como un tema prioritario, ello sumado a las condiciones laborales en los países con una mayor desigualdad podrían ser una herramienta efectiva para enfrentar la pobreza”, expresó Rodríguez Juárez.
Acorde a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 700 millones de personas viven en pobreza extrema a nivel mundial
Superar la pobreza, reto global
La pobreza es una problemática que afecta a todos los países en el mundo, por ello la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible establece su erradicación como objetivo principal. Esta misma establece que para lograr avances reales que ofrezcan estabilidad se requiere:
- Generar empleos suficientes y de calidad.
- Impulsar un trabajo decente, con salarios dignos.
- Garantizar prestaciones y seguridad social.
- Brindar contratos formales a las y los trabajadores.
- Adoptar una visión de trabajo como motor del desarrollo humano.
Pobreza y Derechos humanos
Los seres humanos tienen derecho a un empleo digno, educación, salud y a vivir libres de incertidumbre económica, sin embargo, una de las principales causas de este mal es precisamente el incumplimiento de estos derechos. Tomar medidas en torno a esto puede brindarle a las personas la libertad de elegir donde trabajar, estudiar y vivir.
“La pobreza no se combate solamente en materia económica, sino con políticas enfocadas en salvaguardar los derechos humanos y la igualdad de oportunidades. Los empleos en condiciones precarias, carentes de prestaciones o con un alto índice de despidos solo generan angustia, estrés y deterioro en la calidad de vida”, agregó Eduardo Ramírez
México y la Informalidad
En México, gran parte de la población depende de trabajos informales, el estado de Hidalgo no es la excepción, pues la cifra supera el 60%. Aunque la clase media ha crecido y los indicadores económicos mejoraron, la distribución de ingresos no ha cambiado significativamente, ¿qué implica esto? Disminuye la pobreza, sin que necesariamente mejore la calidad de vida de las y los mexicanos.
Respecto a ello, el profesor investigador de la UAEH destacó que es urgente crear estrategias de crecimiento económico acompañadas por políticas distributivas, pues esto traerá consigo una inversión productiva y un ambiente empresarial seguir y estable que propiciará el desarrollo profesional, la innovación, además de permitirle a las familias financiar la salud y la educación en sus hogares.
Cerca del 55% de la población laboral mexicana permanece en empleos informales, acorde a datos del consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).
“Debemos ser conscientes de que la pobreza existe y que es un problema tanto económico como social, si exigimos el cumplimiento de aquellas leyes que pueden reivindicar a la sociedad y protegemos los derechos humanos, estaremos contribuyendo a trabajos dignos y a que un mayor número de familias salgan de cualquier situación asociada a la pobreza”, concluyó.