Cómo pedir ayuda y construir una vida sana
Por: Mariana Roldan Reyes, estudiante de la Licenciatura en Comunicación de la UAEH.
Fotografía: Mariana Roldan
En México, el derecho a la salud no solo implica acceso a servicios médicos, sino también la posibilidad de recibir atención emocional, psicológica y preventiva sin discriminación ni estigmas. Cuando se trata de salud mental y adicciones, las barreras sociales, el miedo y la desinformación siguen impidiendo que muchas personas busquen apoyo a tiempo, por ello, hablar de estos temas es una obligación colectiva y un acto de protección hacia quienes más lo necesitan.
Cada vez más adolescentes y jóvenes experimentan un primer contacto con sustancias adictivas a edades más tempranas, aunque hoy en día también pueden aparecer la dependencia a redes sociales, apuestas en línea, relaciones de pareja o videojuegos. Por esta razón, la comunidad experta en salud mental hace hincapié en que pedir ayuda nunca es señal de debilidad, sino un acto de valentía que puede salvar vidas.
Reconocer el problema, el paso más importante
Elian Antonio Pérez Pineda, profesor de tiempo completo y miembro de la Clínica de Atención Psicológica.
Elian Antonio Pérez Pineda, profesor de tiempo completo e integrante de la Clínica de Atención Psicológica del Instituto de Ciencias de la Salud (ICSa) en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), quien cada semestre atiende a jóvenes que atraviesan situaciones de riesgo emocional o problemas de consumo, destaca que lo primero es identificar que existe un problema.
Esto puede ser desde notar que consumes más de lo que pensabas, buscas la sustancia para sentirte “mejor”, pasas horas interminables en redes sociales o que tus rutinas cambian al grado de descuidar estudios, amistades, sueño o actividades deportivas.
“Es difícil aceptar que estamos entrando en un ciclo de riesgo, pero ese reconocimiento es fundamental”, comentó, agregando que es muy común que las y los jóvenes sientan vergüenza, miedo al estigma o temor a ser “etiquetados”, sin embargo, ignorar el problema solo aumenta los riesgos. Por ello, subrayó que admitir que algo no está bien y querer afrontarlo es el verdadero primer acto de fortaleza.
¿A quién acudir cuando ya identificaste que necesitas ayuda?
Si eres estudiante de la UAEH, el primer apoyo puede estar más cerca de lo que imaginas, ya que las y los tutores de grupo y docentes pueden orientar y canalizar directamente a la clínica del ICSa, donde se brinda acompañamiento inicial y, de ser necesario, derivación a servicios más especializados. Pero lo más importante es que comprendan que cuentan con el respaldo y que siempre encontrarán a alguien dispuesto a ayudarles.
Mientras que para el público en general, existen instituciones confiables, accesibles y certificadas:
- Centros de Integración Juvenil (CIJ): presentes en la mayoría del país, ofrecen atención médica, psicológica, nutricional y trabajo social. Tienen cuotas accesibles y, en Hidalgo, cuentan con sedes en Pachuca, Tula y Tulancingo.
- Centros Comunitarios de Salud Mental y Adicciones (CECOSAMA): unidades de salud de primer nivel que ofrecen atención gratuita para la prevención y tratamiento de padecimientos mentales y consumo de sustancias como alcohol, tabaco y otras drogas.
Cuentan con personal especializado (psicólogos, médicos y trabajadores sociales) que brinda desde consultas hasta talleres y apoyo a familiares. En Hidalgo se ubican en Ixmiquilpan, San Felipe Orizatlán, Tepeapulco, Huejutla, Tula y Pachuca.
¿Cómo distinguir una clínica segura de un anexo riesgoso?
El miedo a ser maltratado o encerrado injustamente es real. Pérez Pineda señaló que un lugar confiable debe tener:
- Certificaciones oficiales, especialmente de la Secretaría de Salud.
- Personal con cédulas profesionales visibles.
- Instalaciones seguras y dignas.
- Procesos transparentes y comunicación constante con la familia.
Al respecto, enfatizó que estos que en los CIJ no se recluye a nadie, en su lugar quienes acuden a ellos tiene la libertad de llevar sus tratamientos sin la necesidad de un internamiento especializados, a menos de que así se requiera.
La familia y los amigos también pueden salvar vidas
En este proceso, el apoyo es crucial, es por eso que es importante que las familias, amistades, parejas o compañeros se mantengan atentos a señales de alerta: cambios bruscos en la conducta, salidas frecuentes sin explicación, abandono de actividades, aislamiento o irritabilidad.
“No se puede obligar a nadie a acudir a consulta, pero sí se puede acompañar”, señaló. En tratamientos grupales, muchos pacientes generan vínculos que se vuelven parte de su recuperación, pues se escriben, se buscan, se animan a continuar. La comunidad importa.
Actividades que ayudan a liberar energía y recuperar equilibrio
Parte del acompañamiento psicológico implica encontrar actividades que permitan canalizar las emociones, como practicar futbol o basquetbol, caminar o correr, también se sugieren actividades culturales o recreativas, tal es el caso de leer, asistir a funciones artísticas o participar en talleres. Estas acciones no solo brindan equilibrio, ayudan a formar redes de apoyo.
“Si tomo clases de box o pintura, conozco personas que pueden convertirse en apoyo real. Eso te aleja de espacios de riesgo y fomenta redes que motivan el crecimiento personal”, explicó.
¿Y cuándo se necesita internamiento?
Aunque suene extremo, el internamiento puede ser necesario en ciertos casos. Pérez Pineda aclaró que no se trata de un castigo ni de un encierro permanente, más bien, el internamiento busca proteger la vida, facilitar la desintoxicación y manejar el síndrome de abstinencia. La clave para estos procesos es la información clara: explicar en qué consiste el proceso, por qué es necesario y que se trata de una fase temporal para recuperarse.
Construir la vida que quieres vivir
Pérez Pineda subraya que las y los jóvenes no deben olvidar algo esencial: la vida es más grande que un mal día en la escuela o un conflicto familiar; a su vez, señaló que a pesar de los momentos complejos, estos no determinan toda nuestra existencia, ya que siempre es posible construir la vida que deseamos, al explorar nuevos lugares, actividades y contenidos que nos impulsen.
Añadió que también es importante reconocer cuando una persona no nos aporta bienestar; no se trata de ser descorteses, sino de establecer límites, reducir el contacto y buscar entornos donde prevalezcan la seguridad emocional y el crecimiento personal.
Finalmente, aunque para muchas personas admitir que necesitan ayuda parece una derrota, es todo lo contrario. Pedir ayuda es una de las decisiones más valientes de la vida, ya que significa querer estar mejor, recuperar el control y abrir un camino hacia el futuro que se desea.
“Las soluciones existen, pero nadie puede dar el primer paso por ti”, expresó el especialista, quien animó a las y los lectores a dar ese paso que, por pequeño, tembloroso y difícil que parezca, puede cambiarlo todo.