Máscara: tradición deportiva, arte e identidad
Por Nelly Téllez Islas
Fotografía: Carlos Fernando Sánchez Ruiz y Especial
A lo largo de la historia, las máscaras se han usado en diversas culturas con diferentes propósitos, ya sea para cuestiones religiosas, en rituales, dentro del teatro, en fiestas y en la lucha libre mexicana. Aunque todas tienen un valor simbólico y estético variado, su uso tiene un común denominador, ocultar la identidad de quien la porta.
Para conocer un poco más sobre cómo se elaboran, así como sobre la importancia y significado de las máscaras dentro del ring, en esta edición de Gaceta UAEH, acudimos con una persona que tiene más de 15 años de experiencia en la confección de máscaras y más de 25 años como luchadora profesional, conocida como Casandra, ella es Sandra García Barrón, quien nos contó su historia.
Un comienzo inesperado
Sandra García Barrón, mascarera y luchadora mexicana.
Con nostalgia y un profundo cariño en cada palabra expresada, Sandra declaró: “Empecé en esto de las máscaras por accidente. Fue gracias a mi mentor, una persona que fue muy importante en mi vida personal y profesional, quien me enseñó este oficio. Era un maestro de las máscaras y me compartió todos sus conocimientos. Aunque sinceramente, jamás pensé que confeccionar máscaras se convertiría en mi trabajo para mantenerme a mí y a mi hijo a lo largo de los años”.
Fue mientras estaba embarazada, en 2002, que Sandra se retiró momentáneamente de la lucha libre y comenzó su viaje dentro de la elaboración de máscaras. Trazar, cortar y coser no le costaron trabajo. Con un nudo en la garganta, relata que tiempo después de iniciar en el oficio, falleció su mentor, por lo que tuvo que seguir sola aprendiendo y perfeccionando sus habilidades. Ya que el arte de las máscaras evolucionó tanto en sus técnicas de confección como en las telas empleadas.
En un inicio, el corte era manual, pero hoy se cuentan con máquinas especializadas que permiten realizar cortes más precisos, con el propósito de explorar nuevos diseños. Por otro lado, las telas actualmente son traídas de Corea, Francia, Japón y Estados Unidos, porque anteriormente las telas que se usaban eran rígidas y algunas se usaban incluso para fabricar las fundas de los asientos de los autobuses, por lo que eran poco prácticas.
"Nuestras máscaras son muy valoradas internacionalmente. No solo es raro recibir visitantes de todo el mundo para adquirir las máscaras como piezas de colección, sino que también están interesados en aprender nuestras técnicas. Ha venido gente de Japón, Estados Unidos, Italia y Francia a aprender el oficio. México es la cuna de las máscaras de lucha y poseemos experiencia”, dijo.
El 21 de septiembre se celebra el Día Nacional de la Lucha Libre y el Luchador Profesional en México.
Afirmó que las máscaras son muy emblemáticas, pero sobre todo representativas de este deporte y de los luchadores que las portan, porque si mencionamos nombres como El Enmascarado de Plata, mejor conocido como El Santo, Atlantis, Blue Demon, Huracán Ramírez, Tinieblas, La Parka, Místico, Rey Mysterio, Octagón, Máscara Sagrada, por mencionar algunos luchadores que son muy recordados por sus icónicas máscaras.
La máscara, más que un accesorio
García Barrón explicó que el proceso para hacer una máscara no es simplemente trazar y seleccionar colores, porque para crear un diseño se debe conocer el nombre del luchador, su personalidad, qué colores son los más afines, se busca un tipo de tela y con todo esto, se procede entonces a confeccionar la máscara.
Ante la pregunta de si la máscara hace al luchador o el luchador hace a la máscara, Sandra refirió que son dos aspectos que van de la mano y agregó: “El luchador es el que le va dando el valor a la máscara con su autenticidad. Entonces el público comienza a reconocerlo por ella”.
“La máscara significa mucho para un luchador, no solo porque puede proteger su identidad, sino porque también es una parte de ti. Por ello cuando se tiene una lucha importante en la carrera de cualquier luchador, se hace una apuesta de ‘Máscara contra Cabellera’, y cuando te tienes que despojar de ella, no solo se revela quién eres en realidad, sino que se siente como si perdieras algo de ti mismo. La máscara nos da trabajo, nos da de comer, por eso la cuidamos”, afirmó Sandra.
Las primeras máscaras que logró hacer fueron las de los luchadores Blue Demon, Atlantis, El Místico, entre otras.
Cabe destacar que cuando comenzó a ofrecer su trabajo, se enfrentó a muchas dificultades, sobre todo porque fue una de las primeras mujeres mascareras en México. Ya que al ser un oficio dominado por hombres, muchos trataron de desacreditar su trabajo, la gran mayoría desconfiaba de sus habilidades.
"Fue difícil al inicio. Al ser una mujer mascarera, en un campo dominado por hombres, tuve que esforzarme más para conquistar el respeto y la confianza en la calidad de mi trabajo”, subrayó Sandra. Pero gracias a su determinación por aprender y mejorar su habilidad, logró tener el reconocimiento para combatir la duda y la crítica.
Con el paso del tiempo, Sandra perfeccionó su arte, se abrió camino en el mercado nacional e internacional, dejando con ello una huella en la industria de las luchas. “Gracias a esto, he sacado adelante a mi hijo. Ver crecer a mi es un sueño hecho realidad. Todo gracias a la lucha libre y al arte de las máscaras”, destacó.
Gracias a su perseverancia, Sandra preserva y difunde con manos expertas el arte de las máscaras, las cuales son símbolos de identidad, orgullo, tradición y disciplina, pero al mismo tiempo son el reflejo de que éstas pueden cambiar vidas tanto para el luchador como para quien las hace.