Gaceta UAEH

Del cuadrilátero al cine: luchadores pelean contra monstruos


Por Isaac Darío Aguilar Ortega
Fotografía: Alejandra Zamora Canales y Especial


Del cuadrilátero al cine: luchadores pelean contra monstruos

La lucha libre es, sin lugar a dudas, un pilar de la identidad de México que se ha forjado con el paso de los años. Casi religiosamente, la arena se convirtió en el lugar donde toda la familia podía reunirse para disfrutar de una tarde llena de diversión y folclor, donde, al lado de los protagonistas del encordado, la pasión junto con los corazones del pueblo y del propio luchador, se unían para pelear como uno solo.

A raíz del profundo arraigo y la creciente popularidad de los luchadores en la cultura mexicana, los enmascarados ampliaron sus fronteras, dando un salto desde la tercera cuerda para incursionar en el cine. Este fenómeno no solo capturó la atención del público, sino que consolidó a figuras icónicas como El Santo o Blue Demon, para convertirlos en héroes tanto dentro como fuera del ring.

Gustavo Oribe Mendieta, profesor de Medios y Soportes Digitales para las Artes en el Instituto de Artes (IA), de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), platicó con Gaceta UAEH sobre la representación de los luchadores en el séptimo arte, cuyo impacto fue tan grande que dejó un legado de la cultura mexicana en el mundo.



Del cuadrilátero al cine: luchadores pelean contra monstruos 2

Gustavo Oribe Mendieta, profesor del Instituto de Artes de la UAEH.


En busca de nuevos espacios



La popularidad de la lucha libre creció significativamente durante los años 40. La aparición de figuras como El Santo, Blue Demon, Tarzán López, entre otros, sirvió como eje para catapultar la lucha libre como un fenómeno cultural masivo, así como una parte integral de las y los mexicanos, quienes semana a semana se daban cita en multitudes para ver a los colosos librar grandes batallas en la arena.

Los cambios sociales y el auge de la televisión trajeron consigo la censura de la lucha libre por considerarse violenta. A pesar de esto, el arraigo del público hacia la lucha como un espectáculo que era muy visto en la arena o por televisión propició la búsqueda de nuevos espacios para presentar a los luchadores, siendo el cine el lugar perfecto para mantener el acercamiento y vigencia con el público”, mencionó Oribe Mendieta.



“La Bestia Magnífica”, realizada en 1952 por Chano Urueta, fue la primera película del género de luchadores.


Una identidad heroica



Superman, The Phantom, Capitán Marvel, entre otros, fueron algunos de los primeros superhéroes surgidos en los años 30 que lograron rápidamente consolidarse dentro de la cultura norteamericana como símbolos del bien y la justicia. Con el fin de la época de oro en el cine mexicano, los productores de la época buscaron una figura que fuera equiparable a ellos y a su estética.

“El resurgimiento del cine de horror clásico con figuras como Drácula, Frankenstein y licántropos, permitieron impulsar al luchador para enfrentarse a estos personajes, lo que dio origen a un género característico, un híbrido de fantasía-horror-ficción, convirtiendo a los luchadores en superhéroes capaces de realizar hazañas que no se veían en la arena”, subrayó Oribe Mendieta.



Veloz declive



Aun cuando este género adquirió cierta relevancia en el cine mexicano con más personajes como Neutrón o El Huracán Ramírez, quienes incluso hicieron una transición de la pantalla al cuadrilátero, el cine de luchadores no gozó de una larga vida. El profesor Garza explicó que el declive del cine de luchadores en México se originó por cuestiones técnicas y el surgimiento del cine de ficheras.

Las películas estadounidenses mejoraron la calidad cinematográfica a partir de los años 70, pero el cine mexicano no logró adaptarse a estos avances. Mientras que la aparición de las ficheras, películas con un humor burdo y situaciones eróticas, contribuyó a bajar el estándar de calidad en relación al producto que se hacía, lo que generó un estigma hacia la industria y, por ende, una pérdida masiva de interés por el cine.

“Tristemente, la caída del género de luchadores se ha mantenido durante mucho tiempo. Si bien existen productos audiovisuales y series relacionadas con algún luchador, la realidad es que no tienen ningún tipo de impacto; no conectan con la audiencia e incluso muestran a los luchadores como humanos, con lo cual pierden su figura heroica”, manifestó.



El Santo fue uno de los luchadores más prolíficos del mundo del cine, participando en 52 películas entre 1958 y 1981.


Efecto nostalgia: ¿Una oportunidad para resurgir?


Del cuadrilátero al cine: luchadores pelean contra monstruos 3

Gustavo Oribe recalcó que en los últimos años, la industria cinematográfica ha optado por tomar productos, películas y personajes de antaño para traerlos a la actualidad por la nostalgia que despiertan en el público, además de que económicamente hablando, es rentable, aun cuando la calidad sigue sin cubrir las expectativas.

“Es factible volver a realizar películas de luchadores, pero se necesita estilo, deben involucrarse personas preparadas que tengan una visión original sobre lo que representa ser un luchador. Asimismo, las casas productoras deben perder el miedo a incentivar a realizar historias en torno a la lucha libre y sus enmascarados”, indicó.



El luchador se ha convertido en un ícono cultural único, con un valor duradero gracias a lo que representan los luchadores dentro y fuera del ring.



El luchador es la imagen de lo bueno, lo correcto, lo que aspiramos a ser, la esperanza que no se pierde y necesitamos todos los días. Representa los valores e ideales que defiende quien está tras la máscara, los cuales son un referente para todos nosotros. El luchador produce orgullo, pasión, ilusión y la confianza de que lo que está por venir, será mejor”, concluyó.



Del cuadrilátero al cine: luchadores pelean contra monstruos 4