Gaceta UAEH

¿Cómo afecta el clima a nuestras emociones?


Por Nelly Téllez Islas
Fotografía: Carlos Eduardo Cruz Hernández y Freepik


¿Cómo afecta el clima a nuestras emociones?

¿Alguna vez has notado que cuando hace calor las personas se ponen más irritables, de mal humor, tienden a padecer más estrés porque no tienen mucha paciencia, mientras que cuando hace frío las personas se ponen tristes? No estás imaginando nada, el cambio en la temperatura sí tiene un impacto considerable en la salud mental.

Estudios científicos han revelado que las temperaturas influyen en el equilibrio emocional de manera significativa, pues al generarse cambios físicos, que sumados a otros factores externos, el bienestar mental se ve afectado.

Por esta razón, para conocer al respecto, pero sobre todo, saber qué tipo de acciones tomar en materia de autocuidado para evitar o reducir los efectos negativos, en la edición del mes de junio de la Gaceta UAEH, platicamos con David Jiménez Rodríguez, profesor investigador del Área Académica de Psicología del Instituto de Ciencias de la Salud (ICSa) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).



¿Qué sucede a nivel bioquímico?


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David Jiménez Rodríguez, profesor investigador de la UAEH.



El docente Garza explicó que las afectaciones repercuten en la salud física, pero también a nivel emocional, aunque algunas personas son más susceptibles que otras ante estos cambios. Para esto se deben tomar en cuenta otros aspectos como la zona geográfica, elementos químicos de las personas de manera individual, así como cuestiones sociales que también influyen en un cambio de actitudes y en la forma de reaccionar.

“Por ejemplo, si la temperatura promedio de algún lugar es de 19 grados centígrados, cuando se está a 30 o más grados centígrados, eso ya es un ambiente extremo, pero que si le agregamos la sensación térmica que se llega a sentir, la cual puede llegar a los 40 grados o más, esto genera una alteración a nivel bioquímico que pudiera estar relacionado más a que una persona pueda ser propensa a la agresividad, la impulsividad, la irritabilidad, al enojo. Caso contrario cuando hace un clima frío extremo, las personas se ponen más tristes, deprimidas o aletargadas”, explicó.

Refirió que el organismo requiere de ciertas vitaminas o sustancias químicas para poder autorregularse y ajustarse ante estos cambios, pero que si se tiene una deficiencia o un exceso de las mismas puede generar un desequilibrio, por lo que el cuerpo tendrá una sobrecarga que no sabrá cómo eliminar o procesar.



Émile Durkheim, sociólogo francés, fue quien en 1841 decidió estudiar la relación existente entre el frío y los suicidios.


Acciones para prevenir desequilibrios emocionales


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Ante esta situación, Jiménez Rodríguez comentó que ante cambios de temperatura extremos se debe tener especial cuidado con quienes forman parte de los grupos más vulnerables como personas menores de 10 años, personas adultas mayores o personas con enfermedades, principalmente.

Ahora bien, ante climas calurosos las personas deben mantenerse hidratadas, usar ropa ligera que no contribuya a incrementar la sudoración, alimentarse sanamente y preparar la comida bien cocida para evitar problemas intestinales, tomar duchas frías, dormir lo suficiente, ya que el calor también altera el ciclo del sueño pues ante una temperatura poco usual, el cuerpo siente los cambios y es muy complejo dormir y por ende, descansar.

Aunado a esto, también se debe tomar en cuenta el ambiente social en el que se desarrolla el individuo, porque sí presenta algunos problemas emocionales o tiene inicios de algunos trastornos, podría reaccionar más fácilmente a estos cambios físicos originados por el clima como la temperatura, la luz solar, el viento, la lluvia, entre otros, y podría cambiar su comportamiento de manera negativa.

El científico Garza puntualizó que si bien, es normal que las personas puedan presentar alteraciones en sus emociones a causa del clima, si estas alteraciones permanecen de manera prolongada, y pese a ya no tener un clima extrema, entonces debería considerarse como un signo de alerta para contemplar acudir a un especialista para recibir un diagnóstico adecuado, e incluso, un tratamiento en caso de ser necesario.



Si permanece un estado de ánimo negativo que esté interfiriendo en el desarrollo psicosocial, se debe solicitar la intervención médica de manera oportuna.