Gaceta UAEH

Los peligros de la sobreprotección en la infancia


Texto: Carlos Fernando Sánchez Ruiz
Fotos: Carlos Sánchez


Sobreprotección en la infancia

Proteger a los hijos es un instinto básico de los padres, es conferir ese afecto enriquecedor y esas conductas con las que facilitar su desarrollo y salvaguardar su seguridad física y emocional, sin embargo, la sobreprotección tiene un claro efecto limitante y anula al infante, propiciando la completa dependencia, esta, en conjunto con la hiper paternidad son estilos educativos basados en una atención excesiva hacia los más pequeños, buscando siempre solucionar sus problemas incluso antes de que pidan ayuda por sí solos.

“El bienestar de un menor es algo que a los padres les preocupa y en ocasiones las acciones que realizan para conseguirlo no son las adecuadas, ya que pueden caer en actitudes sobreprotectoras y eso afecta al desarrollo del niño”, explicó David Jiménez Rodríguez, profesor investigador del Área Académica de Psicología del Instituto de Ciencias de la Salud (ICSa), perteneciente a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), al dar a conocer que actualmente la sobreprotección en los hijos e hijas se vuelve un problema social el cual se debe tomar en cuenta.

Los padres primerizos tienden a dar esta sobreprotección en los primeros años de vida del infante, pero en su mayoría aprenden con el paso del tiempo a darle un espacio necesario al menor, pero quienes no logran desapegarse del infante, tienden a sobreprotegerle, lo que impide el desarrollo de habilidades tan importantes como la solución de problemas, la generación de alternativas, la empatía y la autonomía, entre otros.



Barreras para el aprendizaje y la participación social


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David Jiménez, recalcó que un niño o niña que vive en un núcleo familiar con demasía en sus cuidados presentará conductas como: ser demandante, no mostrar iniciativa, manifestarse irritable y con poca tolerancia a la frustración, ser menos autónomo en comparación a otros niños de su misma edad, tener dificultades para adaptarse a situaciones nuevas, tener un retraso en el desarrollo de su lenguaje por no esforzarse en ser comprendido, generar inseguridad o temor, afectando su autoestima, así como el desarrollo de ansiedad a temprana edad.

“Este tipo de infantes tienden a generar mucha frustración y enojo a través de rabietas y berrinches, para posteriormente pasar a la rebeldía en etapas de edad más avanzada como lo es la adolescencia e incluso en la juventud. Trae muchas consecuencias negativas el no dejar que los niños se manifiesten adecuadamente; no darles oportunidad a que desarrollen su propia identidad; resuelvan sus problemas; no ponerles límites y así como tienen derechos, conozcan sus obligaciones”, reiteró el especialista de la UAEH.

Una protección excesiva creará barreras en el infante que al llegar a un ambiente social no tendrá la capacidad de enfrentar, esto lo volverá blanco de burlas de compañeros, señalamientos sociales, dificultad para relacionarse con otros, desconocimiento de las normas de comportamiento, que al final crearán frustraciones que con el tiempo se convertirán en problemas graves al crecer y llegar a otras etapas de desarrollo.



Características de los padres sobreprotectores


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Para los padres sobreprotectores, los hijos en todas las etapas de la vida serán pequeños y aunque sean mayores les cuidarán como si fueran dependientes, sin darles la oportunidad de valerse por sí mismos, piensan que sus hijos siempre necesitarán de ellos, se sienten comprometidos con sus vidas, les cuesta mucho trabajo dejarlos libres y permitirles que hagan su propia vida lejos de casa.

El especialista Garza comentó que este tipo de paternidad busca darle todo al hijo o hija y se preocupa por resolverles los problemas de cualquier tipo que se presenten ante ellos, deciden por ellos y no soportan que se sientan enfadados, tristes, agobiados e insatisfechos; finalmente esto crea un aura de temor para los infantes al pensar que todo será un riesgo para ellos.

Esto hace que los hijos muestren actitudes egocéntricas, groseras, ensimismados y al final el padre se vuelve un siervo siempre pendiente de lo que quiera el niño, aunque no sea una necesidad como tal. Los padres pierden la posición de autoridad y son relegados a un nivel debajo de los hijos dentro del núcleo familiar.



Se debe evitar la sobreprotección a través de la disciplina


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Mencionó que la disciplina en el desarrollo integral de todo individuo es necesaria. En los hijos se da a través de reglas en el hogar, la escuela e incluso en los mismos juegos, mientras que al no acatar estas deben recibir una remienda como lo son regaños o castigos que hagan entender al menor que toda decisión inapropiada que tome tendrá una consecuencia.

Asimismo, no se debe restar autoridad entre los padres, si bien es obligación de los tutores estar al pendiente del cuidado y desarrollo de los menores como primera figura de autoridad, se debe considerar a agentes externos como lo son otros familiares o maestros escolares donde el infante comprenda que se debe un respeto hacia esas personas.

“Los padres tienen la obligación de poner reglas en su casa, pero a la vez de enseñarle a sus hijos a respetar las reglas de otras casas o lugares como pueden ser restaurantes, parques, tiendas y la misma escuela, entre otros. Además de señalarle que figuras como los maestros tienen jerarquía en su desarrollo y no restarles autoridad al confrontarlos por sobreproteger al niño”; subrayó el psicólogo universitario.

Dado que los padres siempre se han asegurado de que no sufran por nada ni se frustren cuando no consiguen lo que quieren, no aprenderán a tolerar la frustración y con el tiempo, al enfrentarse a un problema, lo más probable es que reaccionen a las frustraciones con ira, exigencias e incluso agresividad, lo que los puede llevar a tener dificultades en las relaciones sociales y en la vida en general.

Finalmente, David Jiménez recomienda claves para fomentar la autonomía: sustituir el miedo por la confianza, no hacer por ellos lo que ellos pueden hacer, pensar juntos en soluciones, aprender de las consecuencias, incitar a que el niño solucione sus problemas de acuerdo a su edad, ayudar en las labores de la casa e instigar a que cumpla con sus obligaciones escolares.

“El proceso de crianza infantil debe contener también unas dosis de responsabilidad muy necesaria hoy en día. Si bien puede parecer razonable querer educar a nuestros hijos sin ningún tipo de preocupaciones para poder garantizar su felicidad, con el paso de los años esta sobreprotección puede crear adultos no preparados para las situaciones que genera la vida.