Gaceta UAEH

Niñas Sephora: la obsesión por la imposición de la belleza


Por Alejandra Zamora Canales
Fotografía: Especial y Alejandra Zamora Canales


La obsesión por la imposición de la belleza

En los últimos meses se ha visto en plataformas como TikTok e Instagram el fenómeno de las “Sephora Kids” o “Niñas Sephora”, que se caracteriza por ver a infantes de entre los ocho y trece años de edad que realizan rutinas de skincare o maquillaje de dicha marca de productos cosméticos, prácticas inapropiadas para su edad y tipo de piel.

En los videos que circulan en las redes sociales se puede observar a menores de edad buscando productos para el antienvejecimiento, correctores para ojeras, sueros faciales, bronceadores, tratamientos para el cabello, entre otros productos de belleza, con el objetivo de hacer reseñas sobre los productos, tutoriales de maquillaje, unboxing o desempaque de productos, así como clips de Get ready with me (Arréglate conmigo al español), tendencia que consiste en que las personas se graban mientras se preparan, un estilo de contenido que imitan de las y los influencers que ven constantemente en las plataformas digitales.

Esta tendencia por el uso desmedido de cosméticos y productos de cuidado facial ha derivado en la creación de un nuevo trastorno mental, la cosmeticorexia.

A su vez, la creación y consumo de este tipo de contenido genera la perpetuación de los roles tradicionalmente asociados al género, lo cual influye en la construcción de sus personalidades y limita el potencial de las infancias, quienes se exponen a creencias estereotipadas.

Para hablar sobre este fenómeno social, el libre desarrollo de las infancias, la influencia del mundo digital, el regreso de los estereotipos de género y la violencia estética que generan estas prácticas, charlamos con Laura Georgina Ortega Luna, profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), experta en temas de género y comunicación.



Violencia detrás de la “belleza”


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Laura Georgina Ortega Luna, profesora investigadora de la UAEH.



De acuerdo con la investigadora Garza, la existencia de las “Sephora Kids” se debe a múltiples factores que terminan por crear un círculo vicioso, por una parte, está la alta exposición de los menores de edad a redes sociales como TikTok e Instagram, en donde a diferencia de otras plataformas, no existen filtros adecuados para que las madres, padres o tutores puedan limitar el acceso de las infancias. Por otro lado, ante la alta demanda de este tipo de contenido, las personas generan una mayor cantidad de estos videos para satisfacer “la demanda” del público.

Sin embargo, Georgina Ortega Luna aclara que en un principio el contenido de los beauty influencers no está dirigido al sector infantil o preadolescente, sino a mujeres de 18 años en adelante, quienes podrían consumir este tipo de productos.

Las menores de edad van a los establecimientos donde se venden productos para lo que se considera la belleza de las mujeres, a través de estereotipos marcados; sin embargo, estas tiendas están dirigidas a mujeres que van a comprar maquillajes, cremas, tintes de cabello, todo lo que implica el estereotipo de género de “ser mujer”.

Las “Niñas Sephora” muestra que la sociedad está recayendo en una problemática que se consideraba en vías de superación: la cosificación y sexualización de los cuerpos de las menores de edad, prácticas que se presentan en gran medida dentro de los concursos de bellezas infantiles, donde pueden participar desde los 19 meses hasta los 12 años de edad.

Certámenes de belleza infantil como Mini Belleza Latina o Miss Tanguita, así como los reality show “Toddlers and Tiaras”, “Here come´s Honey Boo Boo” o “Little Miss Perfect”, muestran parte de este mundo, en donde las niñas son expuestas a prácticas dañinas, en gran medida forzadas por sus padres, pues pasan grandes jornadas en las salas de maquillaje, aprenden a utilizar tacones, deben blanquearse los dientes, incluso son sometidas a inyecciones de botox, bronceados excesivos, dietas para bajar de peso, entre otras prácticas no aptas para su edad.



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“No sexualizarlas implica no vestirlas ni maquillarlas como mujeres adultas”, dijo la docente Garza.



No obstante, estos estereotipos y prácticas violentas son reforzadas por los mensajes creados en los productos comunicativos como películas, series, novelas, publicidad, en donde se ve la explosión de la belleza asociada a mujeres jóvenes, que van desde edades adolescentes hasta mujeres adultas jóvenes, sin embargo, después de los 40 años ya no son “bellas”.

Ortega Luna puntualiza que tanto las niñas como las adultas mayores al ver este tipo de discursos buscan parecerse a la representación de esa adulta joven, en gran medida debido a la presión social, ya que se ha establecido que no puedes parecer tan niña pero tampoco tan vieja.

“Por eso tenemos tantos casos de actrices, cantantes y demás que recurren al exceso de las cirugías estéticas, la inyección de colágeno o botox, liposucciones u otras prácticas todo con tal de intentar acomodar el cuerpo para no envejecer, porque de lo contrario es algo condenado por la sociedad ” mencionó.

Aquellas mujeres que se han conciliado con su edad, es porque llevaron a cabo un proceso reflexivo de aceptarse tal como son con canas, arrugas, cuerpo diversos; dejando a un lado la tendencia de querer pertenecer al rango de edad socialmente aceptado.



Dejar a las infancias ser infancias


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La docente, adscrita al Área Académica de Comunicación del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu), menciona que aunado a los contenidos de libre acceso que llegan a las niñas, se encuentra la falta de orientación para las madres y padres de familia o tutores sobre lo que deben hacer con respecto al mundo digital, sobretodo con los contenidos que no se consideran estrictamente inapropiados como las rutinas de belleza, en comparación de aquellos tradicionalmente considerados como nocivos para las infancias, tal es el caso los desnudos, el consumo de alcohol, tabaco o estupefacientes.

Por otra parte, el adultocentrismo impide que se escuchen las razones detrás del uso de maquillaje o tratamientos fáciles por parte de las infancias, y establece comportamientos adultos en las vidas de las y los menores de edad, provocando su invisibilización.



“El adulto es quien determina las formas de vida, los contextos, las decisiones, incluso sabemos que se impone el qué ve, el qué les gusta, quiénes son tus amigos, el qué decides estudiar”, destacó.



Georgina Ortega Luna enfatizó que las “Niñas Sephora” presentan en la gran mayoría de casos, actitudes caprichosas, lloriqueos y berrinches, con el objetivo de obtener los productos. Ante esto, los adultos ceden, generando actitudes permisivas justificadas bajo el contexto de que las niñas deben tomar sus propias decisiones, sin embargo, la investigadora Garza remarca que es necesario orientar a las infancias en lugar de imponer las decisiones de los padres o dejar que hagan lo que desean sin explicarles las ventajas y desventajas para que puedan reflexionar su toma de decisiones.



“Debemos tener cuidado en esa brecha entre ‘el dejar´ que la niña o el niño tome sus propias decisiones, pero orientadas y no marcadas por la visión del mundo adulto”, declaró Ortega Luna.



A su vez, destacó que en múltiples ocasiones el contenido que consumen las menores de edad se ve reforzado por las prácticas en los hogares, en este caso en particular, a través del comportamiento de sus figuras maternas o paternas, acciones como teñirse el cabello por la aparición de canas o rutinas de cuidados de la piel bajo el argumento de querer parecer más joven, provocan que las infancias asocien lo que ven en redes con lo que sucede en casa.

“Hay que tratar de orientar y entrar en un proceso reflexivo con las niñas para saber el porqué deciden adquirir ese tipo de mercancía, pero sobre todo, explicarles que en esa etapa de sus vidas no debe hacerse, más allá del maltrato de la piel, pues caemos en hipersexualizar los cuerpos y en cosificar a las niñas, esa es una situación en las que las ponemos en riesgo” enfatizó.

La académica Garza enfatizó que no toda la culpa debe recaer en las redes digitales, ya que estos fenómenos llevan existiendo desde los medios tradicionales de comunicación, por lo cual, los esfuerzos para combatir la problemática deben enfocarse a la corresponsabilidad de los distintos actores sociales.



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Por un lado, las plataformas digitales deben mejorar sus algoritmos e implementar filtros eficientes que eviten que las infancias tengan acceso a contenidos no aptos para sus rangos de edades y por otra, es necesario que el sector familiar y/o educativo trabajen de la mano para orientar a las niñas, con el objetivo de evitar que caigan en situaciones de vulnerabilidad y reproducción de estereotipos de género.



“Hay que acercar a las infancias a realizar estas reflexiones de qué vemos en internet, por qué nos llama la atención específicamente este tipo de contenidos, para que como infancias tengan procesos reflexivos más conscientes de que es lo que consumen y las consecuencias que puede tener este contenido que ven o escuchan”, puntualizó.



En el año 2020, el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) de México determinó que la hipersexualizacion de las infancias y adolescencias puede ser la raíz de formas de violencia más extremas y relacionarse con crímenes como la trata de personas, la pornografía infantil o la explotación sexual.

No obstante, la docente Garza puntualizó que para poder enfrentar este fenómeno se deben implementar acciones integrales donde se involucren los tres niveles de gobierno para garantizar el interés supreme de la niñez a través de generar conciencia sobre estas prácticas que son un problema social, ya que perpetúan los estereotipos de género y las diferentes violencias contra las mujeres, principalmente.

En relación a lo anterior, el SIPINNA exhorta a los padres, madres y tutores a evitar el incentivar a niñas y adolescentes a usar maquillaje, vestimenta o accesorios que les hagan ver como una persona adulta; dejar de preguntarles si tienen novia o novio o decirles que siempre deben de verse bonitas o guapos; no fomentar expresiones o bailes con movimientos sexuales, así como dejar de besarles en la boca o presionarles para que besen a alguien (incluso si es un familiar).

Pues derivado de la sexualización, las infancias pueden sufrir alteraciones en la imagen corporal, trastornos alimenticios, depresión, ansiedad, baja autoestima, problemas de concentración, conductas sexuales de riesgo, entre otros problemas que afectan su salud física, emocional y social.