Gaceta UAEH

Adultocentrismo, invisibilizando la voz de la niñez


Por Nelly Téllez Islas
Fotografía: Alejandra Zamora Canales y Especial


Invisibilizando la voz de la niñez

Sin duda, las niñas y los niños son el futuro de la sociedad, ya que tendrán la responsabilidad de tomar las decisiones necesarias para crear una sociedad cada vez más justa, inclusiva y sostenible. En sus manos estará el poder definir el curso de la historia.

Para contribuir a un mejor mañana, es fundamental invertir en la educación y protección de las niñas y niños desde ahora. Por esta razón, en los últimos 10 años en México, se han realizado numerosos esfuerzos para mejorar sus condiciones, incluirlos en la toma de decisiones y diseñar políticas públicas que atiendan sus problemáticas. Al mismo tiempo se han fortalecido las acciones para fomentar la formación ciudadana e inculcar la participación ciudadana desde la infancia.

Sin embargo, a pesar del reconocimiento a su derecho a expresar sus opiniones, preocupaciones y propuestas para mejorar su entorno, el gran obstáculo a vencer es el adultocentrismo. Esta perspectiva hegemónica se manifiesta en la relación social asimétrica que ejercen las personas adultas sobre otros grupos sociales como la infancia, juventud, personas con discapacidad o mayores de 60 años de edad, al determinar cómo deberían ser y hacerse las cosas.

Por lo que Guillermo Eduardo Lizama Carrasco, profesor investigador adscrito al Área Académica de Ciencias Políticas y Administración Pública del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu), de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), explicó en la edición de abril de la Gaceta UAEH el modelo que han adoptado las instituciones gubernamentales para escuchar a la niñez mexicana, analizando sus ventajas y desventajas.



El adultocentrismo está tan normalizado que no se considera un problema.


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Guillermo Eduardo Lizama Carrasco, profesor investigador del ICSHu en la UAEH



El profesor Garza señaló que el mayor obstáculo para lograr una participación infantil efectiva radica en la percepción que las personas adultas mantienen respecto a las niñas y niños, considerándolos meros receptores de cuidado y protección, sin atribuirles autonomía ni capacidad para pensar y decidir por sí mismos. Esta actitud invisibiliza sus voces y desvaloriza sus acciones al dictarles qué hacer en cada aspecto de su vida.

De igual manera, enfatizó la importancia de demostrar que la participación de la infancia es esencial y debe ser considerada en la toma de decisiones, especialmente para fomentar una ciudadanía activa en el ámbito público.



“No me contradigas, aquí el que sabe soy yo, porque soy un adulto”



“Lo que pasa es que como adultos no hacemos un esfuerzo por intentar comprender cómo se expresa un infante, cómo dice las cosas un niño. En México podemos ver cómo diversas instituciones han generado espacios para escucharlos. No vemos que los dejen dibujar o se expresen como las niñas y niños que son, lo que en realidad vemos son adultos chiquitos que replican discursos, expresiones, visiones y palabras de un adulto”, puntualizó el investigador Garza.



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Refirió que el problema de los mecanismos institucionales es que trabajan más con adultos chiquitos que con el concepto global de infancias. “No están colocando al niño o a la niña al centro. Esto no significa que él o ella va a decidir todo, sino que vamos a escuchar activamente su opinión para poder integrarla en nuestra toma de decisiones. Como adultos que somos, tenemos que conversar con las infancias desde lo que es ser una niña o un niño, no convirtiéndolos en un adulto chiquito que habla o se viste como un adulto”, dijo.



Claves para una escucha activa y un diálogo intergeneracional


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Lizama Carrasco manifestó que una forma efectiva de demostrar la importancia de sus opiniones y cómo éstas afectan a más personas, es integrar su voz en la toma de decisiones más básicas al interior de la familia. “Como padres tenemos que propiciar la libre expresión, tenemos que considerar sus sugerencias”, destacó el científico Garza.

Ante este escenario, señaló que muchos de estos mecanismos institucionales pretenden dar la impresión de que se está tomando en cuenta a la infancia, pero en realidad no logran escapar de la perspectiva adultocéntrica. Además, destacó: "Observamos Congresos, Tribunales o Asambleas infantiles, los cuales en última instancia reproducen el mundo de un adulto".

Por ello, es crucial abandonar las prácticas autoritarias y unidireccionales, comprender sus opiniones, y asegurar espacios seguros y de respeto donde el infante pueda expresarse libremente. Además, es importante brindarles una explicación clara sobre cómo las decisiones requieren la participación colectiva y el esfuerzo de todas las personas involucradas en un tema.

Debido a esto, se debe hacer un cambio en la forma de ver a las infancias, no se deben perpetuar las viejas prácticas de cómo se tienen que hacer las cosas. Porque esto propicia que las personas de diferentes generaciones no puedan dialogar respecto a sus problemáticas, sus necesidades, su sentir y ver al mundo.

Ante esto, si el objetivo es formar una ciudadanía activa desde la infancia, se debe superar el obstáculo del adultocentrismo, que impide una participación activa y efectiva de las niñas y los niños, quienes no son sujetos pasivos. Por ello, es esencial escuchar activamente sus voces, integrar sus opiniones y garantizar resultados para forjar un futuro más equitativo, igualitario y participativo.



“Debemos fomentar un empoderamiento infantil, la niña o el niño debe conocer sus derechos para tener la capacidad de identificar cuándo se están vulnerando los mismos. Esto puede prevenir la violencia en cualquiera de sus vertientes”, subrayó Lizama Carrasco.