Gaceta UAEH

Mujeres pioneras de la medicina en Hidalgo


Mujeres pioneras

Por Carlos Fernando Sánchez Ruiz
Fotos: Carlos Sánchez y Archivo General UAEH


Actualmente la licenciatura en Médico Cirujano que oferta la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) es una de las más solicitadas por las y los jóvenes hidalguenses que buscan especializarse en el ramo de la salud, cada convocatoria la máxima casa de estudio recibe a cientos de interesados en poder entrar a las puertas del Instituto de Ciencias de la Salud (ICSa) y salir airosos en el examen de admisión para cumplir la meta de ser parte de esta importante licenciatura.

Quienes lo logran tienen un arduo camino que recorrer, puesto que ser médico no es sencillo, es una de las licenciaturas más complejas que existe no solo en la Autónoma de Hidalgo, sino en todo el mundo. El valor de un médico se mide por su destreza, logros, conocimientos, astucia, entre otras cosas. En esta casa de estudios, al día de hoy tanto hombres como mujeres logran obtener su título universitario y cedula profesional gracias al trabajo y crecimiento académico que se da en la UAEH desde hace décadas.

Pero no siempre fue así de sencillo, en especial para las mujeres, que, en los inicios de esta institución educativa, tenían que ser el doble de astutas, aplicadas y estudiadas para que fueran tomadas en cuenta dentro de una sociedad de por demás patriarcal. El ingreso de las mujeres a la carrera universitaria de medicina es relativamente reciente en la historia general, Elizabeth Blackwell fue la primera médica en el mundo y se graduó en 1849 en los Estados Unidos, mientras que Matilde Petra Montoya Lafragua hizo lo propio en México en 1887.



Las barreras sociales no eran un impedimento


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Las primeras mujeres mexicanas interesadas en entrar en el ámbito de la medicina eran oriundas de la capital del país, pero con sorpresa se encontró que provenían de casi todos los extremos de México. Como a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX la carrera de medicina solo podía estudiarse en la Ciudad de México, muchas de las pioneras médicas tuvieron que dejar sus lugares de origen y enfrentar en la gran ciudad todo lo que significa cambiar radicalmente de vida: alejarse de la familia y amigos, buscar alojamiento, y todos los detalles cotidianos que eso conlleva.

Si en la actualidad es complejo, entonces debe haber sido más difícil venir de la provincia y vivir sola o en casa de asistencia. Los varones desplegaron el mismo esfuerzo, pero en esos días las mujeres contaban con un tutor o representante legal, que debía responder por ellas, e incluso autorizar los cursos que deseaban llevar, sobre todo cuando eran nocturnos.

Dentro de las primeras medicas del país orgullosamente Hidalgo cuenta con la segunda mujer en conseguir el título como tal, ella era Columba Rivera Osorio, originaria del Mineral del Chico, nacida el 31 de diciembre de 1870. Para ese entonces, el entonces Instituto Literario y Escuela de Artes y Oficios proveía de estudios preparatorios, es decir, niveles de secundaria y bachillerato. Es así como Columba decide primero ser maestra y obtiene su título a los 17 años de edad.

Impartió clases en el Instituto Hidalgo, de la ciudad de Pachuca. También fue directora de otras escuelas primarias del estado y jefa de la sección femenina del Departamento de Enseñanza Técnica, así como directora de la Escuela Normal para Maestras. Posteriormente termina sus estudios preparatorios en el mencionado Instituto Literario y Escuela de Artes y Oficios, para así emprender la búsqueda de un título universitario en medicina en la Ciudad de México.

Estudió en la Escuela Nacional de Medicina, al demostrar sus aptitudes se titula como Doctora en Medicina, Cirugía y Obstetricia en 1900, a los 30 años de edad, gracias al apoyo de una beca impartida por el gobierno del estado. Asimismo, para 1904 recibe una pensión para estudiar en los Estados Unidos, donde se especializó en el funcionamiento de los departamentos antropométricos.

Dio clases en la Escuela Nacional de Medicina. Fue jefa de enfermeras visitadoras del Departamento de Salubridad Pública. Su gran trayectoria influyó para que fuera nombrada jefa de la sala de cirugía en el Hospital Juárez.



Se abrieron las puertas para otras mujeres en el rubro médico


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Columba fue solo la primera mujer hidalguense y que estudió en el antecedente de la Autónoma de Hidalgo, pero gracias a ella otras mujeres vieron una oportunidad de prepararse en este instituto para después realizar ese sueño de también ser médicas. La segunda hidalguense fue Enriqueta Montes de Oca Alarcón, nacida en Pachuca de Soto alrededor de 1905, Estudió en la Escuela Metodista “Hijas de Allende” y posteriormente en el Instituto Científico y Literario de 1918 a 1922.

El 26 de enero de 1926 le expiden el pase para la Escuela Nacional de Medicina, donde curso hasta 1928. Realizó su internado en el Hospital General de la Ciudad de México. Fue becada por el gobierno de Hidalgo y para 1929 realiza su examen profesional el cual logra aprobar por unanimidad; posteriormente defendió la tesis “Algunos estudios experimentales sobre las variaciones de la glicemia”, por lo que el 23 de diciembre de este mismo año recibe su título profesional.

Posteriormente, Bertha Riveroll Noble, nacida el 3 de mayo de 1910 en la ciudad de Pachuca de Soto, estudió la primaria en la Escuela Laica Melchor Ocampo, de esta misma ciudad de 1915 a 1921. Realiza su secundaria de 1921 a 1923 y la preparatoria de 1924 a 1926, ambas en el Instituto Científico y Literario. Para el 8 de febrero de 1926 se le expide el pase definitivo a la Escuela Nacional de Medicina, donde curso la carrera entre 1926-1932, contando el internado que realiza en el Hospital General.

En 1929 suspendió sus estudios por una enfermedad, pero lo reanuda en 1930. Para el 2 de marzo de 1933 solicita su examen profesional el cual presenta el 15 y 16 de este mismo mes. Fue aprobada por unanimidad de votos, al defender la tesis “Contribución al estudio de la tonometría ocular”. Es de destacar que sus calificaciones durante toda su carrera fueron excelentes. En 1933 presenta su registro ante el departamento de salubridad como médica cirujana.

Otra de las grandes pioneras de la medicina en estudiar sus estudios preparatorios en nuestra máxima casa de estudios de la entidad fue Ana María Plaza Arana, originaria de la ciudad de Querétaro, nacida el 26 de julio de 1909, al igual que sus colegas anteriores, estudió la preparatoria en el Instituto Científico y Literario, para posteriormente entrar en la Escuela Nacional de Medicina de 1928 a 1933.

Los días 24 y 25 de agosto de 1934 presenta el examen profesional al defender la tesis “Consideraciones sobre puericultura y posnatal”, el cual logra pasar exitosamente y que le dio derecho para diciembre de ese mismo año registrarse como médica cirujana.

Para finalmente pasar con María Guadalupe Álvarez Medina. Nacida en Guadalajara, Jalisco, el 28 de junio de 1908. Estudió la preparatoria en el Instituto Científico y Literario de la ciudad de Pachuca de 1922 a 1926, por lo que consigue su pase a la Facultad de Medicina en febrero de 1929, donde cursa su carrera de 1927 a 1932. Durante sus estudios trabajó como practicante adjunta en el consultorio número dos de la Beneficencia Pública del Distrito Federal.

Tras pasar algunos problemas financieros, debido a su situación económica familiar, logra pagar 50 pesos de adeudo para continuar sus estudios y logra de esta forma realizar su examen extraordinario e internado en el hospital de Morelos. En 1935 realiza el examen práctico en el Hospital Juárez al defender la tesis “Consideraciones acerca del piquete de alacrán y su tratamiento”, por lo que este mismo año recibe su título y cedula como profesional.



Guerreras que abrieron camino en el mundo médico de México


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Algunas trabajaron mientras estudiaban, desempeñando cargos como pasantes en consultorios, maestras de diferentes niveles y lugares, en despachos de abogados, como bibliotecarias, una inyectando los cadáveres para la clase, otra en un dispensario de salud pública.

El hecho de que las autoridades gubernamentales y universitarias las hayan apoyado en sus intereses académicos no significó que sus pares masculinos las hubieran aceptado e incorporado a sus asociaciones sólo por haber estudiado medicina. Incluso las sociedades médicas que ya existían funcionaron como barrera académica para las jóvenes médicas. Esa fue una de las razones por las que en 1926 un grupo de 15 doctoras creara la Asociación de Médicas Mexicanas. Su primera presidenta y fundadora fue la doctora Antonia Leonila Ursúa López.

Se desempeñaron en el ámbito médico en instituciones médicas de todo el país, entre los que se encuentran las entonces dependencias de la Secretaría de Salubridad, asistencias en facultades de medicina como los de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como encargadas de medicina en Ferrocarriles Nacionales, o dentro de los manicomios ubicados en diferentes estados, además de hospitales generales.

Este artículo quiere destacar la importancia de estas mujeres que acentuaron en el mundo de la medicina al abrir las puertas para sus sucesoras en los años subsiguientes hasta la fecha. Gracias a ellas es que no solo el estado de Hidalgo, sino que todo México logra cambiar de opinión y ver que las mujeres también pueden incursionar en el ámbito científico y no solamente dedicarse a oficios de secretariado y lo más importante fue demostrar que con esfuerzo todas podían llegar a conseguir sus sueños.