Gaceta UAEH

Reseña sobre la Sexta Sinfonía de Beethoven interpretada por la OSUAEH


Reseña sobre la Sexta Sinfonía de Beethoven interpretada por la OSUAEH

Colaboración de Jesús Arreguín Zozoaga, compositor,
Profesor de Tiempo Completo del Instituto de Artes
Fotografía: Maestro Jesús Arreguín y Carlos Sánchez




Concierto del 12 de mayo 2023



Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (OSUAEH)
Aula Magna “Alfonso Cravioto Mejorada” del Centro de Extensión Universitaria (Ceuni).

Sinfonía N° 6 en Fa Mayor, Opus 68 “Pastoral”, de Ludwig Van Beethoven (1770-1827)

Dirección: Maestro Enrique Bátiz Campbell (4 de mayo 1942)



Reseña



Prácticamente desde los primeros minutos de audición en que el maestro Enrique Bátiz inició la Sexta Sinfonía dirigiendo a la OSUAEH, recordé cuando gozaba escuchar ésta obra en la colección Selecciones del Reader´s Digest, editada en los años de 1980, con las sinfonías de Ludwig van Beethoven y el Concierto para piano y orquesta N° 5 “Emperador”, que fue cuando comencé a oír de la música clásica y decidí dedicarme al arte musical.



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Con el tiempo y la fascinación de su deleite, desarrollé un gusto especial por esta, la Sexta Sinfonía de Beethoven, al grado de “dirigir” a una orquesta imaginaria que reproducía mi “tocadiscos” en la salita de mi hogar.

No recuerdo haber escuchado sonar de esa manera a la orquesta —salvo dos o tres ocasiones—, me pareció estar en otro lugar fuera de Hidalgo, incluso del país. Si sólo escuchara la grabación de este concierto sin saber su contexto, bien podría decir que los músicos participantes en ella son miembros de una orquesta de renombre mundial.

¡Se escuchó todo! -¬¬le comenté al maestro Bátiz cuando fui a su camerino a felicitarlo, quien al escucharme, inexpresivo y con cierto asombro tras unos segundos eternos de silencio increpó a algunos de sus músicos ahí presentes- ¿Escucharon lo que dijo...?

-Los contrapuntos se percibían claramente dando paso a un paulatino drama musical del discurso temático y motívico- continué comentándole al director -La conducción de las melodías y su continuación tímbrica en otras familias instrumentales, estaban naturalmente eslabonadas…



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Y así es, esta conducción melódica a la que me refiero era plástica, como el paso de la estafeta en las carreras de relevos en el atletismo, donde no puede ni debe titubearse. Pareciera como si la idea de la melodía de timbres (Klangfarbernmelodie), empleada por los compositores de la Segunda Escuela de Viena, hubiera tenido ahí su antecedente: una conducción natural de las ideas y procesos, sin tener que hurgarse afanosamente en los otros instrumentos, con una lógica casi responsorial en su interlocución.

La delicada entrega instrumental o sutil desvanecimiento de líneas melódicas, a través de los matices en piano o pianísimo, resultaron deliciosas en varios momentos del discurso musical y no como un mero trámite musical.

No había aglomeraciones sonoras o yuxtaposiciones instrumentales borrosas o poco nítidas, por pasajes de dudosa resolución o disminuidos en su parámetro dinámico para ocultar su poca claridad de ejecución, ni en la vertiginosa articulación de notas rápidas en los contrabajos durante la Tempestad, al grado de confundirse con glissandi.

Las cuerdas en su registro grave tenían una sonoridad compacta, generaban la idea de madera de roble, poderosa; las de registro medio y agudo eran diáfanas y delicadas.

El balance sonoro era aterciopelado y las distintas texturas estaban en su lugar, no se perdía nada de lo escrito por Beethoven en esta obra, la Sexta Sinfonía.



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Se lograron percibir los distintos matices —puntos de percepción de una idea o de algo— que evidencian los distintos colores instrumentales de la orquesta, más allá de la escala de grises o de los básicos planos dinámicos del forte y piano (como si se tratara del volumen de un audio), es decir, se pudo percibir la luz tenue de la luz llena o brillante y las sombras dentro de la oscuridad, así como el bajo relieve de una obra plástica, y no únicamente el blanco y negro de una fotografía.

Lo importante de la gradación tímbrica (tipo de instrumento) y dinámica (volumen), mediante los diversos cambios instrumentales (texturas), como de su eventual juego de matices (gradaciones de intensidad y ligereza), es que a través de ellos se percibe el drama de las ideas musicales vertidas en la obra de arte, que no es poca cosa, al contrario, es todo: Es la nota a pié de página que el compositor vierte en su partitura musical, es todo aquello que quiere decir pero de manera cifrada en la técnica compositiva, es algo que sólo los músicos acuciosos pueden desentrañar, pues se necesita mucha observación y paciencia para desvelarlo.

Los músicos de esta orquesta demostraron “tener con qué” ese día en que los escuché, claro está, mediante un arduo trabajo como debe de ser para poder prodigar el espíritu del creador de una obra al público, a través de un hábil interlocutor como quien dirige actualmente esta orquesta.

Y así es en todo, pueden también existir los intérpretes de alta calidad en su condición de estudiantes becarios y trabajar duro, ¿por qué esperar hasta que el mundo laboral los llame y trabajar arrebatadamente, o venga un director de alta escuela a conducirlos?



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La manifestación sonora en este concierto estuvo a la par de la profundidad y gestualidad del director, donde por momentos se balanceaba expresivamente en el escenario.

Finalmente, le dije al maestro:

-Disfruté mucho este concierto y mi esposa también, quien me dijo que se acordó cuando iba a los conciertos de niña con su mamá en Monterrey, así como ahora mi hija puede escuchar un concierto de mucha calidad en su entidad- concluí.

Se agradece a quienes hicieron posible que el maestro Enrique Bátiz Campbell se encuentre dirigiendo aquí; es una fortuna para los integrantes de esta orquesta tenerlo como su director y para el público, tener a un músico que los prodigue del verdadero arte musical.