Luciérnaga
El reto de enseñar matemáticas durante el confinamiento por COVID-19, me llevó a estudiar la Especialidad en Docencia

Luciérnaga

Colaboración de la Dirección de Divulgación de la Ciencia
Por Claudia Yanin Quinto Ríos
Fotografía: Especial e investigadora


En mi experiencia como docente de matemáticas básicas a nivel licenciatura, a lo largo de 17 años, he observado que las y los estudiantes se han formado una imagen negativa provocada por docentes que no cumplen con el perfil adecuado y porque el proceso de enseñanza carece de contexto para que puedan identificar una aplicación práctica del conocimiento.

Actualmente soy docente de la materia “Fundamentos matemáticos aplicados a la Administración” en en el Instituto de Ciencias Económico Administrativas (ICEA) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), donde compruebo lo publicado por Ronny Gamboa Araya, maestro en Matemática educativa por el Centro de Investigación y estudios avanzados (CINVESTAV) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), en su artículo titulado “Relación entre la dimensión afectiva y el aprendizaje de las matemáticas”, donde señala que las investigaciones desarrolladas en el campo afectivo referente a esta disciplina, repercuten en el proceso de enseñanza-aprendizaje pues las actitudes negativas hacia este conocimiento por parte de las y los estudiantes son un impedimento para el logro académico.

Más adelante, el mismo autor afirma que “las matemáticas se han convertido, dentro del currículo escolar, en una de las materias más temidas, asociadas comúnmente a sentimiento de rechazo; además, es una de las disciplinas que presenta menor rendimiento escolar. Lo anterior ha propiciado una imagen social negativa en torno a ellas, transmitida de una generación a otra”.

Cada inicio de curso en la Licenciatura en Administración me gusta preguntar si a alguien le gustan las matemáticas y los motivos del agrado o desagrado. Las respuestas generalmente arrojan que alrededor del 70% no le gusta esta materia, incluso observo que algunas personas tienen muy mala actitud ante ella.

Sus respuestas al preguntar por el desagrado casi siempre son las mismas: “se me dificultan mucho, no entiendo los procedimientos, el profesor no explicaba bien, le hablaba al pizarrón y si teníamos dudas al preguntar nos enredaba más; no nos daba clases, solo envíaba videos; solo pasa lista y dejaba tareas”, entre otras similares.



¿Cómo me fue en la pandemia?

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En 2020, cuando la pandemia nos obligó a trasladar las clases a un entorno virtual, las condiciones fueron complicadas en un principio porque no estábamos preparados para utilizar las herramientas tecnológicas. Sin embargo, en un empeño por cumplir con mi responsabilidad docente, recurrí a todos los recursos didácticos para mejorar la experiencia.

Siempre procuré tener mi cámara encendida para que pudieran verme sin importar que la mayoría de estudiantes tenían la cámara apagada. Estructuré mis temas con claridad describiendo cada una de las actividades asignadas con ayuda de un pizarrón y recurrí a diversos recursos tecnológicos disponibles en el internet. Procuraba que pudieran comprender los procedimientos y no simplemente memorizarlos. Grababa cada clase y la subía a la plataforma para quienes no podían estar en clase.

Es común que al preguntar si hay dudas, las y los estudiantes se queden callados. Por ello busco relacionar constantemente el tema con el contexto para que comprendan la utilidad de aprender matemáticas. Sobre todo porque en algunos casos tengo estudiantes que no tienen conocimientos en matemáticas básicas que debieron aprender en su educación inicial, como sumar o restar fracciones.

Durante la pandemia, conforme avanzaba el semestre, las cámaras de estudiantes comenzaron a prenderse. Ya no hablaba sola a una pantalla. Comencé a escuchar expresiones como: “¿a poco era así de fácil? si lo hubiera aprendido de esa forma no me hubiera ido a extraordinario”.

Logré que comenzaran a relacionar contenidos aprendidos durante el semestre de álgebra elemental y aplicarlos a ejercicios en el área de la administración. Logré un cambio favorable de actitud hacia las matemáticas con un aprendizaje significativo. Tengo la convicción de que, como docentes, debemos lograr en nuestros estudiantes una alfabetización científica y en este caso una alfabetización matemática para que puedan desarrollar un pensamiento lógico en su vida diaria.



Capacitación docente, indispensable

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El reto que significó dar clases de matemáticas a nivel licenciatura en pandemia, aunque me resultaron positivas, me llevó a una reflexión personal: era momento de mejorar mi formación y actualizar mis conocimientos. Así que, en enero de este 2022, ingresé al posgrado de la Especialidad en Docencia, la cual curso actualmente en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu) de esta casa de estudios. Por supuesto, mi proyecto de investigación se titula “Efectos del uso de estrategias didácticas para favorecer el aprendizaje de los contenidos de mayor nivel de complejidad en la estadística”. El proyecto tiene como finalidad facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje de la estadística, una materia indispensable en la formación de cualquier persona. Mediante la elaboración de material didáctico se pretende apoyar a estudiantes del posgrado en educación que cursen las materias de Medición y evaluación y Seminario de tesis para facilitar su comprensión y aplicación con ejemplos relacionados a su ámbito laboral, y así mejorar su actitud hacia la estadística. Romper esa barrera existente entre las matemáticas-estadística de que son difíciles, aburridas y no contextuales, y volverlas interesantes, divertidas y, sobre todo, que puedan apreciar su utilidad dentro de la investigación y en su vida cotidiana. Mi propósito al escribir este artículo es incentivar a mis colegas que tienen la responsabilidad de impartir materias relacionadas con las matemáticas a planear clases que motiven a las y los estudintes para que puedan desarrollar un pensamiento lógico mediante un aprendizaje contextualizado conforme a su área de estudio.



¿Quién es…?

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Claudia Yanin Quinto Ríos es Licenciada en Administración, egresada de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH). Durante 15 años estuvo a cargo de la administración de una empresa familiar de Telecomunicaciones permitiéndole vincular dentro del aula de clase la teoría con la práctica. Como docente tiene una trayectoria de 17 años y actualmente es profesora en el Instituto de Ciencias Económico Administrativas (ICEA), además de ser estudiante de posgrado en la Especialidad en Docencia en esta casa de estudios.