Luciérnaga
Elección y adopción de hábitos saludables en pandemia de COVID-19

Luciérnaga

Colaboración de la Dirección de Divulgación de la Ciencia
Por maestra Jhazmín Dámaris Hernández Cabrera y doctor Marcos Marcelo Galván García
Fotografía: Especial investigadores


Antes de la COVID-19, la mayoría de los países de América Latina ya reportaban altas prevalencias de inseguridad alimentaria, es decir, poco acceso a una alimentación saludable, situación que podría derivar en mala nutrición por deficiencias, o con sobrepeso u obesidad.

Ambas situaciones se incrementaron durante la pandemia de COVID-19. A mediados del 2020, estudios en Italia, España, Brasil y Chile comenzaron a reportar un incremento del 20.7% en el consumo de frituras y dulces, lo que se asoció a un Índice de Masa Corporal (IMC) más alto, y la inactividad física alcanzó hasta un 93% durante el confinamiento. Además, se observaron problemas de sueño y el bienestar emocional de niñas, niños y adolescentes.

Los reportes no sólo se enfocaron en el incremento de los “malos hábitos”, sino que también dejaron ver el agravamiento del otro lado de la moneda. Por ejemplo, en Estados Unidos y México, con el cierre de las escuelas, se reportó que la pandemia tendría estragos severos en la infancia, ya que millones de infantes, dejaron de tener acceso a los apoyos y programas alimentarios que recibían desde la escuela.

En Chile, por ejemplo, se reportó un incremento de 23.5% en 2019 a 25.4% en 2021 en la obesidad en niños y niñas de educación inicial y primero básico, registrando a cuatro de cada 10 con obesidad severa, que junto con una prevalencia de peso normal de apenas el 26.8%, resultan muy preocupantes.

En México, durante 2020, el Instituto Nacional de Salud Público realizó una encuesta a nivel nacional donde se dio a conocer que casi todos los grupos de edad y regiones tuvieron una disminución de la actividad física.



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Sin embargo, con el confinamiento no todo fue tan malo para todos, ya que también hubo quienes informaron sobre un aumento en su actividad física.

En la región de la Ciudad de México, las y los adolescentes de 10 a 14 años reportaron el mayor aumento (14%), seguido de los adultos de 20 años y más (12%); situaciones similares fueron registradas en España, dónde una encuesta reportó que los adultos solteros, al verse en casa, tomaron más tiempo para cocinar y realizar ejercicio al interior, argumentando que el confinamiento les proporcionó el tiempo que no contaban para realizar las actividades de preparación de alimentos.

Lo anterior deja ver que el confinamiento también trajo consigo oportunidades para modificación de hábitos, sobre todo cuando los sujetos tenían la intención y posibilidad de realizar cambios en alimentación y actividad física, además de que vieron este tiempo como una oportunidad para hacerlo.

La COVID-19 nos obligó a tomar decisiones sobre el uso de nuestros recursos y las actividades que podríamos realizar en casa. Por ejemplo, en el 2021, cuando muchos de los confinamientos comenzaron a levantarse, realizaron una encuesta en línea con mujeres de edad media en el Reino Unido y encontraron diferentes escenarios: entre el 56% y el 65% de las personas en el grupo de autoaislamiento informaron una disminución en la actividad física y la calidad de vida, respectivamente; pero el 35% de las participantes en los mismos grupos informaron un aumento en la actividad física y alrededor del 20% un aumento en la calidad de vida; el 44% del total informaron que no hubo cambios en la calidad de la dieta, y aproximadamente un tercio manifestaron una mejora en la calidad de su dieta, independientemente de su grupo.

Este último dato llama la atención, ya que las participantes comentaron que durante el confinamiento usaron las redes sociales para informarse sobre estilos de vida saludable, específicamente 65% vieron contenido de actividad física, 53% sobre dieta y 30% contenido relacionado con calidad de vida.



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Imagen de Banco Mundial de América Latina y Caribe. Se puede visualizar en
https://www.flickr.com/photos/bancomundiallac/50664815808



Estos datos muestran claramente que el confinamiento dio en algunos grupos etarios y sociales oportunidades. Sin embargo, deben interpretarse con cuidado, ya que a inicios del 2021 en una encuesta en línea realizada por el Cuerpo Académico de Epidemiología Nutricional de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) en cuidadores primarios de niños y niñas de edad escolar, reportaron estar de acuerdo en que sus hijos e hijas tenían una alimentación saludable y horarios regulares de comidas y descanso, pero a su vez reportaron percibir un incremento en el uso de pantallas y disminución de la actividad física y horarios de descanso.

Todo lo anterior sugiere que durante el confinamiento por la COVID-19 en contextos con mejor acceso a recursos familiares y estructurales, pudieron coexistir prácticas saludables con hábitos considerados como no saludables. Estas disonancias en los comportamientos de algunos estratos pueden llevarnos a la reflexión, ya que los individuos, cuando tenemos la oportunidad de adoptar hábitos saludables relacionados con la alimentación y la actividad física, podemos ser capaces de adoptarlos, pero los ambientes actuales siguen empujando los comportamientos considerados como no saludables, probablemente porque los consideramos una recompensa a nuestros esfuerzos.

La pandemia por la COVID 19 aún no termina, pero nos ha dejado en claro que los contextos sociales y los recursos con que cuentan las personas son relevantes para fomentar las elecciones y adopción de hábitos saludables.



¿Quiénes son?

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Jhazmín Dámaris Hernández Cabrera es Licenciada en Nutrición por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) y Maestra en Nutrición Clínica por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

Es profesora por asignatura en la UAEH. Ha laborado en instituciones privadas como encargada de programas de soporte nutricional. Tiene experiencia en instituciones públicas como encargada a nivel municipal de programas de alimentación; en el 2015 fue responsable del Programa para la Prevención del Sobrepeso y Obesidad en Escolares de Hidalgo en el Sistema DIF del Municipio de Mineral de la Reforma, en Hidalgo.

A partir 2015 a la fecha, es coordinadora Operativa del Programa para la Prevención del Sobrepeso y Obesidad en Escolares de Hidalgo; además de colaborar en diferentes proyectos del Cuerpo Académico de Epidemiología Nutricional, del Área Académica de Nutrición del Instituto de Ciencias de la Salud (ICSa) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Ha impartido diversas conferencias y capacitaciones a nivel Local. Es co-editora de tres libros orientados a la salud en Escolares.



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Marcos Marcelo Galván García es doctor en Nutrición y Alimentos por la Universidad de Santiago de Chile. Es profesor investigador de tiempo completo en el Instituto de Ciencias de la Salud, perteneciente a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y recién fue reconocido como nivel 2 dentro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Su línea de investigación es la nutrición infantil, factores asociados a obesidad y retardo del crecimiento infantil. Se especializa en la evaluación de programas de intervención en alimentación, nutrición y salud.

Actualmente trabaja en el proyecto titulado “Desarrollo de un modelo de ambientes escolares saludables sustentables”, en colaboración con el gobierno de Chile y el Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos de la Universidad de ese país.

En 2009 fue reconocido por su trabajo contra la obesidad en el decimonoveno Congreso Internacional de Nutrición realizado en Bangkok. En el 2014 recibió el primer lugar en América Latina por la red internacional “Juntos prevenimos la obesidad infantil”.

Es autor de artículos científicos indizados y arbitrados, y de la serie de libros del Proyecto de Prevención de Sobrepeso y Obesidad en Escolares; el título más reciente es “Bien en Familia: Estrategias integrales para resolver problemas en alimentación y estilos de vida”. Actualmente preside el Comité local de la Segunda Conferencia FINUT 2022.