Hepatitis infantil

Hepatitis Infantil

Por Nelly Téllez
Fotografía: Especial


Desde que en abril de este año el Reino Unido reportó casos de hepatitis aguda grave de causa desconocida en infantes y estos fueron en incremento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una alerta en la que se dieron recomendaciones para enfrentar esta alerta sanitaria.

Sin embargo, debido a que más casos han surgido en otros países, esto ha ocasionado miedo e incertidumbre entre la población, misma que teme que se replique un nuevo escenario como el que originó el virus SARS-CoV-2, causante del COVID-19, desde hace más de dos años.

Por lo que para evitar confusiones, es importante aclarar un poco más el panorama y evitar caer en noticias falsas, nada como tener el conocimiento preciso sobre esta enfermedad para saber cómo actuar, reconocer los síntomas con oportunidad para tener un diagnóstico oportuno y preciso con el que se pueda recibir un tratamiento pertinente para reducir las complicaciones asociadas a esta enfermedad, así como para prevenir su aparición.



¿Qué es la hepatitis?

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El epidemiólogo y subjefe del Área Académica de Medicina del Instituto de Ciencias de la Salud (ICSa) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Juan Francisco Martínez Campos, explicó que la hepatitis es esencialmente cuando el hígado se inflama y, aunque esta reacción no sea relativamente nueva porque ya hay antecedentes, sí aclaró que hay diferentes causas que provocan esta inflamación y dependiendo de qué la origine es como se hace la clasificación del tipo de hepatitis que se ha adquirido.

Por ello es que existen diferentes tipos de hepatitis, como la A, B, C, D y E, de las cuales, la de tipo A es la más común y se presenta generalmente en infantes.

En este sentido, indicó que algunos casos de hepatitis son benignos, es decir, tienen un cuadro clínico que no presenta mayores complicaciones y se cura sin consecuencias graves. No obstante, hay otras que son de tipo crónico, de una duración mayor y que pueden provocar otras deficiencias en la salud, incluso se pueden presentar algunas en las que se requiera un trasplante de hígado, o en el peor de los casos, aquellas que son fulminantes y ocasionan la muerte del paciente.

Sin embargo, para el caso que nos ocupa, la hepatitis aguda es aquella que se presenta de forma repentina y sin explicación de la causa que la detonó. Se le ha denominado infantil porque los casos se están presentando en estos momentos, o a los que se les ha puesto más atención, son los que se dan en menores de edad.

En este sentido, debido a que es una enfermedad nueva y a la que recientemente se le está investigando, realmente poco se sabe, y aunque han surgido teorías apocalípticas con sustento teológico, algunas de tipo conspirativas para el control del ser humano, otras de tipo económico para justificar el enriquecimiento de farmacéuticas, hasta incluso aquellas que no son tan descabelladas y tienen que ver con un impacto ecológico, pues se advierte que tanto esta enfermedad, como la de COVID-19 y las que estén por venir, son y serán la consecuencia directa del cambio climático provocado por la invasión del ser humano en los ecosistemas.

Dado que esta enfermedad apareció durante la pandemia, se cree que esto fue un factor determinante y es por ello que algunas líneas de investigación se han enfocado en descubrir si realmente existe una relación o no.



Pero, ¿qué se sabe hasta el momento de esta enfermedad?

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Bajo este contexto, el epidemiólogo refirió que existen dos teorías científicas que pretenden comprobar o descartar si realmente hay una causa-efecto entre el COVID-19 y la hepatitis aguda.

Una de ellas señala que las y los niños que adquirieron el COVID-19, en su variante Omicrón, tuvieron una respuesta inmune de inflamación mayor y que posteriormente, estos infantes tuvieron un contacto con un adenovirus (se sospecha que con el adenovirus F41), el cual no es más que un grupo de virus con capacidad de causar alteraciones a la estructura bioquímica del ser humano.

La segunda teoría que se ha planteado sugiere que debido a las restricciones de movilidad, las y los niños no tuvieron la oportunidad de entrenar su respuesta inmunológica, es decir, la capacidad que tiene el propio cuerpo de detectar y atacar el agente infeccioso que ha ingresado al cuerpo para evitar que este cause estragos. Pero como no pudieron desarrollar esta defensa, entonces se produce una interacción agresiva.

Lamentablemente, aún no hay respuestas claras que permitan identificar la causa de la enfermedad y mucho menos se cuenta con una prueba con una fidelidad precisa para detectar con oportunidad qué tipo de hepatitis es, de modo que esto complica en ocasiones el panorama.



Entonces, ¿qué hacer para reducir el riesgo de infección?

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En este sentido, Martínez Campos refirió que la única forma de reducir y prevenir el contagio es mantener las medidas de higiene generales, como el lavado correcto de manos, usar el cubrebocas para evitar el contagio por vía aérea, así como hervir el agua, entre otros hábitos de higiene.

De igual forma, exhortó a estar alertas al comportamiento del infante para que ante la presencia de diarrea, vómito, si presenta ictericia (ponerse amarillos), que le crezca el hígado, tenga malestar o esté desganado se acuda al médico inmediatamente para dar una intervención oportuna y no se deje pasar el tiempo, pues esto podría complicar el cuadro clínico.

Aunque comentó que en este momento es muy aventurado decir que se podría desatar una pandemia, porque no se han presentado hasta el momento las características de una respecto a la transmisibilidad, velocidad y número de casos, entre otros aspectos que se toman en consideración para dar esta declaratoria.

Puntualizó que se debe vigilar el comportamiento de esta enfermedad y no se debe disminuir la percepción de riesgo de contraer una enfermedad; pero aunque hay que estar alertas, no se debe caer en un miedo desmedido que impida la realización de otras actividades, porque esto tampoco es sano.