En virtud de la tragedia

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Por Isaac Aguilar
Fotografía: Especial y Érika Villanueva


Cualquier situación desconocida genera incertidumbre. En la naturaleza humana, el instinto de supervivencia sale a relucir en los momentos donde la adversidad parece agigantarse, sin embargo, a pesar de tan loable cualidad es natural el sentir temor cuando el entorno cambia, la vida cambia y la añoranza de recuperar lo perdido parece cada vez más lejana.

La emergencia sanitaria derivada del virus SARS-CoV2 ha trastocado el ritmo de vida al que se estaba acostumbrado, y ha sido una batalla sin cuartel día tras día en búsqueda de encontrar el flanco débil y proteger a toda costa la vida humana. Este largo periodo de confinamiento ha dado paso a la reflexión, la introspección y el espacio para una redefinición de lo más importante.

Pero, ¿qué traerá el mañana? Si algo nos define es nuestro legado. ¿Puede una situación tan crítica a nivel mundial dejar un legado positivo? ¿Anhelamos tanto un futuro que aún no llega que descuidamos el presente? Lo que queda claro es que en todo hay un aprendizaje y la pandemia no es la excepción.

En entrevista para Gaceta UAEH, Erika Villanueva Concha, directora del Instituto de Artes (IA) de la Universidad Autonoma del Estado de Hidalgo (UAEH), compartió su percepción sobre los cambios que esta emergencia sanitaria ha provocado, su impacto en el modelo educativo actual y, sobre todo, aquello que se puede aprender como sociedad de toda esta situación, algo en esencia más que necesario…



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Érika Villanueva Concha, directora del Instituto de Artes, compartió su experiencia durante la pandemia por COVID-19.



“Cuando inició esta situación, todos pensábamos que serían 30-40 días, sin embargo, al percatarnos de la magnitud de la situación, comenzó a suscitarse el estrés colectivo. Aquí hay que reconocer a los maestros, pues son ellos son quienes han sostenido la pandemia en los ocho meses que llevamos ya, ellos entraron en una dinámica de cambio; comenzaron a utilizar plataformas, subir trabajos, utilizar Zoom, Drive, algo que nos movió el COVID fue darnos cuenta de lo endebles que son las certezas”.

Dentro de las mermas que generó la pandemia, el Instituto de Artes atravesó una hecatombe particular, ya que el 60 por ciento de las asignaturas son prácticas. “¿Cómo le hace el alumno de percusiones que no tiene una marimba en casa para estudiar o acreditar su materia? ¿Cómo un estudiante de danza logra una coreografía en conjunto? Otras carreras que cuentan con asignaturas prácticas como medicina o arquitectura padecen la misma situación, entonces ¿Qué estamos aprendiendo de todo esto? Académicamente, todos entramos a una nueva forma de hacer las cosas”, añadió.

Al respecto de los cambios que ha traído esta situación, Erika Villanueva menciona que “la situación actual también está construyendo el carácter y generando evolución natural como sociedad y el hacia dónde vamos a llevar lo que sabemos, lo que hacemos. No podemos estancarnos en la idea de regresar a lo primitivo, el sentarnos en un auditorio y escuchar una conferencia donde impactas a 200 personas y hoy, gracias al COVID-19, puedes llegar a dos mil. Reconocimos como fundamentales las videoconferencias, plataformas que ya existían, pero a las que les dábamos un peso y un rol minoritarios”.

Villanueva destacó la necesidad de reflexionar en aquello que la pandemia nos ha dejado para bien. “La llegada de esta enfermedad nos hizo romper paradigmas, y nos ha obligado a crear, innovar y producir, nos dimos cuenta que podemos ser igualmente efectivos laborando en casa para algunas áreas”.

El coronavirus llegó como un tren bala, golpeó y sacudió la rutina, la realidad en la que hasta cierto punto la sociedad vivía en un letargo de estabilidad (para algunos, claro está) pero ocho meses después esa realidad se desvanece, se transforma en un frágil recuerdo, se añora, pero esa visión romántica de que tras todo el caos las cosas serán tal y como solían ser, ¿es viable? ¿es válido? o ¿es más un baile de cangrejo que nos rige en al compás de avanzar dos pasos y retroceder tres?

Villanueva tiene claro que las cosas no serán como las conocíamos: “Las Universidades y los sistemas educativos nos vamos a ir en picada si seguimos defendiendo nuestras plataformas primarias. El modelo educativo mexicano tiene que cambiar para sostenerse, se debe invertir en las redes tecnológicas. A mí como directora me mueve el pensar en nuestro regreso, tenemos como docentes que actualizarnos primero para poder enseñarle a otros, el COVID-19 tiene ese valor, nos sacudió por completo y nos motivó a llevar a la nación a este punto evolutivo en el sistema de enseñanza”.



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Para la directiva universitaria, la pandemia no es ajena a su trabajo, pero tampoco a su vida personal, pues tristemente fue uno de los muchos casos positivos que se han detectado en nuestro país, más allá del aprendizaje y lo que representa el atravesar una experiencia como esa.

Erika comparte las desventajas que una situación así genera en la población. “El exceso de información provoca que todos quieran opinar, asumimos un rol de médicos, le decimos a los demás qué hacer, qué tomar, pero también se da por hecho que la información vertiente en redes sociales es verdad. La crisis generada por la situación no es mala, pero cuando se da a través de amarillismo y se deja a un lado el criterio para seleccionar la información, entramos en un círculo vicioso donde, más allá de la incertidumbre, se quiere imponer el punto de vista personal como el único veraz”.

Igualmente, externó que la pandemia ha crecido debido a la irresponsabilidad de quienes no tomaron la situación con seriedad, o incluso piensan que es algo que no existe. “Mi tío, mi tía, mi mamá y yo empezamos con los síntomas y aquí lo importante es analizar como individuo qué acciones tomas después de eso, esperamos que los demás se cuiden, se aíslen, tengan precaución, pero ¿Lo hacemos nosotros? ¿Lo hago yo? Tenemos que ser conscientes de la situación económica y social que enfrentamos”, refirió.

“Mis síntomas fueron un dolor de cuerpo intenso, hasta las coyunturas. No fue algo paulatino, de un día a otro se presentó y hasta el más mínimo movimiento me dolía. No fui a trabajar dos semanas al instituto, ni realicé actividades presenciales, es una realidad que esto existe y, una vez que lo enfrentas, pienso que eso te lleva a cuidarte tú para cuidar del otro: de eso se trata la empatía y esa debe ser la esencia del COVID-19. Yo me pongo cubrebocas para cuidarte a ti, no a mí, y es algo que la gente no toma en cuenta. Como dicta un principio del teatro, Yo te cuido a ti y tú me cuidas a mí”.

Finalmente, expresó su gratitud a los trabajadores del sector salud que “se están muriendo por atender a gente que no sigue las indicaciones sanitarias; a los médicos y enfermeros hay que darles el honor que se merecen. Nuestra transformación y la nueva visión de la realidad es algo que podemos y debemos rescatar del COVID-19”, concluyó.

Son tiempos caóticos, difíciles y dolorosos. Incluso la vida no será la misma hayamos tenido pérdidas humanas o no, sin embargo, esta situación no es insuperable ni tampoco es eterna, y en virtud de la tragedia, si existe un consuelo es, que el futuro aún nos pertenece.