#LánzateDeMovilidad

#LánzateDeMovilidad

Colaboración de la Dirección de Relaciones Internacionales e Intercambio Académico
Fotografía: Dirección de Relaciones Internacionales


Ser alumno de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) te permite acceder diversos beneficios, uno de ellos es la posibilidad de realizar movilidad educativa en una institución nacional o internacional.

Algunos de los requisitos que se solicitan son los siguientes: ser estudiante regular, tener un promedio general mínimo de 8.5 y el manejo de un segundo idioma. Para el caso de los alumnos de licenciatura se necesita tener el 50 por ciento de créditos cumplidos o más al momento de la convocatoria; para posgrado se necesita el 22 por ciento.

A continuación, te presentamos la experiencia de Lisa Huebe Romo, de la Licenciatura en Química, quien realizó movilidad internacional en el periodo de enero-junio 2020 en la Ciudad de Calgary, Canadá.



Movilidad académica internacional: mi experiencia



Desde muy chiquita soñaba con ir a estudiar al extranjero y finalmente se cumplió.

Me llamo Lisa Huebe Romo, tengo 23 años, soy estudiante de la Licenciatura en Química por parte de la UAEH y realicé una movilidad internacional en el periodo de enero-junio 2020 en la Ciudad de Calgary, Canadá. Desde que ingresé a la licenciatura anhelaba este momento, pero lo veía muy lejos hasta que finalmente se acercó la fecha y las cosas empezaron a tomar forma.

No mentiré, fue un trámite un tanto complejo y largo, mas no imposible. Fueron algunos meses de reuniones, trámites, solicitudes, recolección y entrega de documentos y selección. No es nada del otro mundo, sin embargo, es meticuloso y un proceso en el que empiezas a demostrar tu dedicación y perseverancia para culminar cada etapa, pero a la vez, lleno de emociones y satisfacción.



“… es un proceso en el que empiezas a demostrar tu dedicación y perseverancia para culminar cada etapa, pero a la vez, lleno de emociones y satisfacción”.



Cuando se acerca el momento de partir, es difícil e incierto pues estás por dejar tu casa, tu familia, tu escuela, tus amigos y tu rutina por alrededor de seis meses.

Yo sentí muchos nervios, emoción y nostalgia al comenzar mi viaje; una montaña rusa de emociones y sentimientos encontrados. Una vez arribando al destino es una sensación indescriptible; llegas a algo totalmente nuevo y desconocido, literalmente es el comienzo de una aventura inolvidable.

En mi caso, desde el momento en el que estuve en el aeropuerto todo fue padrísimo, además, la gente es sorprendentemente amable en Canadá y los paisajes son irreales. Yo llegué en pleno invierno y, por lo tanto, la ciudad estaba cubierta de nieve, llena de pinos y montañas gigantescas, parecía la Villa de Santa Claus en el Polo Norte.

Al día siguiente de mi llegada, ingresé a la residencia de la escuela y comencé a conocer a mis aproximadamente 50 compañeros de intercambio. Comenzamos con cursos y talleres introductorios, a conocer la ciudad, la escuela y a hacer amistades que ahora sé, perdurarán por años.

Los primeros días están llenos de incógnitas, es un proceso de adaptación y aprendizaje que hace que valores todo y también descubras muchas cosas nuevas, desde aprender a utilizar el transporte, lograr comunicarte de manera efectiva, crear una nueva rutina donde cumplas con todas las obligaciones y responsabilidades, aprender a administrar tu dinero para tu comida, tus viajes y demás necesidades; es todo un reto, pero uno que vale la pena vivir.

Para mí, fue un viaje inolvidable, dónde creces intelectual, personal y espiritualmente; comprendes la importancia de muchas cosas intangibles, además, atesoras momentos y recuerdos que te hacen cambiar tu perspectiva y forma de pensar para bien.



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Mi escuela estaba increíble. Las instalaciones eran de primer nivel y el personal que trabaja ahí es muy cálido y amable, siempre me hicieron sentir como en casa y estuvieron dispuestos a ayudarme, incluso si yo no lo pedía abiertamente.

Al inicio fue frustrante sentir que no estaba al nivel intelectual y académico de los demás alumnos ahí, pero al final terminó siendo motivacional el darme cuenta que no hay que conformarnos con lo que tenemos al alcance, sino más bien, estar en una lucha constante de crecimiento y superación. El camino del aprendizaje debe ser largo y no limitante, así como también el camino de crecimiento personal.

Además de desempeñar todas las actividades académicas, fue maravilloso poder conocer los bosques y paisajes que Canadá ofrece a sus espectadores, sus reservas, sus parques nacionales y la biodiversidad que existe ahí, así como también sus cafés, restaurantes, librerías y muchos otros atractivos turísticos.

Desafortunadamente, mi experiencia no pudo ser concluida como era planeado, ya que me tocó vivir la pandemia por COVID-19. El regreso fue inesperado y precipitado, pero al menos tuve la oportunidad de experimentar el ser estudiante en otro país.

Me quedo con muy buen sabor de boca y momentos inolvidables de esta vivencia: conocí gente increíble, aprendí mucho sobre diferentes culturas e idiomas, adquirí muchos nuevos conocimientos sobre mi licenciatura y, personalmente, crecí, aprendí, mejoré mucho y logré identificar mis áreas de oportunidad.

Sin lugar a dudas fue una experiencia muy recomendable para todos aquellos que busquen expandir sus horizontes y tener una experiencia internacional; podría llenar hojas con mis experiencias y mi percepción de cada situación, pero jamás será equiparable con lo que cada uno viva en carne propia.

Definitivamente el regreso no es para nada igual a la ida. Ahora regreso con una nueva y mejorada visión de la vida y del mundo, en busca de mejores y más grandes oportunidades, aspiraciones y motivaciones nuevas, aportando a mi universidad nuevos modelos de enseñanza-aprendizaje y otros conocimientos para progresar en la educación multidisciplinaria en mi ciudad y mi país, anhelando el progreso en la ciencia y tecnología y, obviamente, esperando poder volver a tener otra oportunidad de este tipo.