Desarrollo de vacunas contra el COVID-19

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Por Marlen Montufar
Fotografía: Especial


La propagación del virus SARS-CoV-2, agente teológico del COVID-19, ha puesto en alerta a la población mundial debido a que se trata de una enfermedad respiratoria que deja secuelas significativas en el sistema inmunológico, pulmones y riñones. Lamentable ha cobrado la vida de más de 900 mil personas a nivel mundial.

Ante la pandemia provocada por el COVID-19, la comunidad científica se ha visto obligada a desarrollar una vacuna contra esta enfermedad en el menor tiempo posible, sin embargo, para que una vacuna sea efectiva y segura para la sociedad debe de pasar por varias pruebas clínicas, además, el proyecto puede durar entre cuatro y diez años.

Cuando un laboratorio obtiene una vacuna, antes de ser aplicada en humanos, debe pasar la “Fase 0”, la cual consiste en aplicarla a animales para comprobar su seguridad. Si los resultados son positivos, inician las pruebas clínicas, en tres fases más.

Fase 1: La vacuna se prueba en grupos de entre 20 y 100 personas saludables para confirmar que no represente una amenaza para la salud y determinar cuál es la dosis adecuada.

Fase 2: Participan cientos de personas, se evalúan los efectos secundarios más comunes en el corto plazo y cómo reacciona el sistema inmune a la vacuna.

Fase 3: Participan miles de voluntarios, se compara cómo evolucionan las personas que fueron vacunadas respecto a las que no, además se recolectan datos estadísticos acerca de la efectividad y qué tan segura es la vacuna.

En ocasiones se aplica una Fase 4, con el objetivo de monitorear y recolectar información sobre la vacuna.

Por fortuna, las y los científicos de varios países han logrado tener resultados favorables en la elaboración de una vacuna contra el virus SARS-CoV-2, incluso varios laboratorios se encuentran en Fase 3 haciendo pruebas clínicas en humanos.



Trabajos avanzados


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La Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue de cerca 140 investigaciones científicas, de las cuales 18 ya están siendo probadas en seres humanos.

La alianza entre la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca en Reino Unido ha generado uno de los trabajos más avanzados de una vacuna denominada ChAdOx1nCov-19, la cual se probó en mil 77 personas y se mostró que genera anticuerpos y células T que pueden combatir el coronavirus.

Esta vacuna es la más alentadora, pero recientemente dos voluntarios que se encuentran en ensayos clínicos presentaron mielitis transversal, una enfermedad neurológica.

Moderna es una empresa de Estados Unidos y desarrolla la vacuna mRNA-1273, un pequeño fragmento del código genético del coronavirus que se inyecta en el paciente. No causa infección ni síntomas asociados a la enfermedad, y tiene la capacidad de provocar una respuesta del sistema inmunitario.

La empresa Sinovac Biotech en conjunto con el grupo farmacéutico Sinopharm de China diseñaron una vacuna basada en partículas inactivadas de COVID-19 la cual genera anticuerpos neutralizantes.

También, en China se trabaja otra vacuna a cargo del laboratorio CanSino Biologics, en la cual se hacen pruebas clínicas con personal militar chino.

En Rusia se desarrollan dos vacunas, la primera a cargo del Instituto Gamaleya de Moscú y el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDIF) llamada Sputnik V, en honor al primer satélite del mundo lanzado al espacio por parte de la Unión Soviética en 1957. La vacuna está compuesta de dos vectores (rAd26 y rAd5) contra el coronavirus y consta de dos dosis, con una separación de 21 días entre cada aplicación.

El segundo trabajo científico ruso se denomina EpiVakCorona y está a cargo del centro de investigaciones Véktor, el cual concluyó su fase de ensayo con un grupo de 100 voluntarios, quienes presentaron inmunidad ante la enfermedad.

La batalla entre países por obtener una vacuna para combatir el COVID-19 ha dado como resultado las alianzas entre varios laboratorios, entre ellos la farmacéutica francesa Sanofi Pasteur y la británica GlaxoSmithKline, quienes comenzaron ensayos clínicos para su vacuna basada en una proteína.



México y la obtención de una vacuna


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Cabe mencionar que para evitar la propagación del virus SARS-CoV-2 en territorio mexicano, el gobierno federal y la Fundación Slim firmaron un acuerdo con el laboratorio AstraZeneca para producir entre 150 y 250 millones de vacunas, junto con Argentina, destinadas a toda Latinoamérica con excepción de Brasil.

También, México confirmó a la oficina del COVAX, programa para garantizar el acceso rápido, justo y equitativo a las vacunas en el mundo, su intención de participar en la distribución, liderada por la OMS y la Alianza Mundial de Vacunas (GAVI).

Así mismo, México ha firmado acuerdos con países como Reino Unido, China, Rusia, los Estados Unidos, Francia, Alemania e Italia para obtener vacunas.

De esta manera, el gobierno federal afirmó que el país será de las primeras naciones en recibir la inoculación contra el COVID-19, además de que se cuenta con el dinero necesario para que, una vez que exista, se compre y se garantice su aplicación universal y gratuita para los mexicanos.

Es importante destacar que las autoridades sanitarias manifestaron que se definirá un esquema de vacunación, donde en la prioridad será para el personal de salud, luego los adultos mayores y las personas con enfermedades crónicas. Para el resto de la población se definirá de acuerdo con el tipo de protección brindará la vacuna.

Por otro lado, la creación de una vacuna en México es lejana ya que no existen proyectos de investigación con avances significativos.

La Secretaría de Relaciones Exteriores informó que el gobierno mexicano y el sector privado financian 19 proyectos de científicos nacionales de vacunas y tratamientos para acelerar su investigación y desarrollo. Los recursos para financiar los proyectos provienen de la Agencia Mexicana para la Cooperación y el Desarrollo (Amexcid), compuesto por entidades extranjeras y aportaciones de fundaciones privadas.

Los 19 proyectos seleccionados han sido presentados por instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav), y la Universidad Autónoma de Querétaro.



La ciencia mexicana en el tratamiento del COVID-19


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En la carrera por obtener una vacuna mexicana contra el COVID-19, el laboratorio Avimex en conjunto con el IMSS, la UNAM y el Cinvestav desarrollan el proyecto más avanzado al realizar estudios preclínicos en ratones con resultados alentadores por lo que ya se alistan a iniciar la fase clínica en humanos.

Otra vacuna también realizada por la UNAM, a través del Instituto de Biotecnología (IBt), se encuentra en la fase de evaluación en modelo animal y se espera que para 2021 se inicien las pruebas clínicas en humanos.

La Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) obtuvo una vacuna recombinante quimérica contra COVID-19 y alista pruebas preclínicas en al menos 80 animales para probar que es segura y analizar si genera la respuesta inmunológica.

El Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), en colaboración con el IPN, diseñaron una vacuna de ADN a partir de la proteína spike del virus SARS CoV-2, que ya prueban en animales y cuya fase clínica en humanos comenzaría en septiembre pasado. Sin embargo, dichas instituciones no han dado información al respecto sobre los resultados de la fase 0 y sobre los ensayos clínicos en humanos.

Además, el sistema de salud del Tecnológico de Monterrey en conjunto con la empresa Inosan Biopharma trabajan en un tratamiento que podría curar el COVID-19 en 48 horas, a base de suero con anticuerpos obtenido de caballos. El protocolo se encuentra en fase 2-3, listo para ensayarse con pacientes en hospitales de Monterrey, Nuevo León, no obstante, se espera la aprobación de Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) para su aplicación.

En caso de obtener resultados positivos en pacientes podría estar listo para comercializarse en un período de 3 a 4 meses.



Necesario mayor apoyo a la ciencia


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La pandemia evidenció la falta de apoyo económico para las instituciones encargadas de desarrollar investigaciones científicas ya que, desde hace varias décadas, la divulgación de la ciencia no es un tema importante en la agenda pública del gobierno federal.

Teresa García Gasca, rectora de la AUQ, manifestó que es necesarios que el gobierno mexicano apueste por los proyectos nacionales que desarrollan vacunas contra le COVID-19, ya que el costo es elevado.

Así mismo, Rosa María del Ángel Núñez, jefa del Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular en el Cinvestav del IPN, hizo un llamado al gobierno federal para que asigne un mayor presupuesto a la ciencia el próximo año.

La pandemia por el virus SARS CoV-2 debe servir como experiencia para valorar el trabajo de las y los científicos mexicanos. Invertir en ciencia y tecnología evita que la comunidad científica salga de México en busca de apoyo, ocasionando que muchas investigaciones se patenten fuera del país, y por ende, México continúe comprando tecnología a otros países.