#LánzatedeMovilidad
Experiencias en Francia y República Checa

Por La Redacción
Colaboración de la Dirección de Relaciones Internacionales
Fotografía: Relaciones Internacionales




La movilidad estudiantil tiene múltiples beneficios, no solamente a nivel personal, sino también familiar, institucional, estatal y nacional. Quien participa en estos programas a nivel internacional puede ampliar su capital cultural, desarrolla habilidades importantes, entre las que destaca el aprendizaje de idiomas.

La Autónoma de Hidalgo envía cada año a estudiantes para realizar estancias en otras universidades, tan sólo este año ha registrado 192. En Gaceta UAEH te compartimos la experiencia de dos estudiantes, quienes participaron del Programa de Movilidad Estudiantil, realizando intercambio en Francia y República Checa.



¿Cómo te fue?



Escrito por Jessica Aridai Meneses Chico

Licenciatura en Comercio Exterior Université

Acudió a Université Paris Nanterre





“Qué bueno que ya estás aquí, ¿cómo te fue?”, esa es la constante dentro de las preguntas que he recibido desde mi regreso y la que más me ha costado responder.

Éste ensayo pretende ser otra redacción cliché sobre lo grandiosos que fueron estos últimos meses para mí, teniendo como objetivo principal tratar de dar respuesta a esa pregunta, pero sinceramente no creo que haya forma de expresar todo lo que se vive en un intercambio en tan solo unas líneas.

Viajar sola a un lugar tan lejos de tu familia, amigos y en donde no hablan tu idioma te fuerza a tener una visión más amplia sobre el mundo, te obliga a crecer.



“… vivir en otro continente me acercó más a la gente de lo que me alejó”.



Y aunque parezca extraño, el vivir en otro continente me acercó más a la gente de lo que me alejó. Lo más difícil es el primer paso, decidirse a iniciar esta travesía

Después de pasar los primeros filtros te das cuenta que no es tan difícil como pensabas, que todos los problemas tienen solución y que ese papeleo que tanto odiaste está valiendo completamente la pena.

Quiero remarcar que no todo fue color de rosa. Claro que hay obstáculos que te hacen desear nunca haber dejado tu casa, se sacrifican muchas comodidades, pero con el tiempo aprendes a tener tu hogar en nueve metros cuadrados. Al final, las buenas experiencias sobrepasan todo lo que pudo haber salido mal y vaya que fueron bastantes cosas.

Personalmente siempre mantuve una gran disposición para aprender y procuré que las barreras como el lenguaje no me detuvieran; por el contrario, tomé esa diferencia como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento que me impulsara a poner más empeño y atención en clase, para así aprovechar cada una de ellas y cada charla en el pasillo para aumentar de manera significativa mi vocabulario.



“Después de algunos meses de contacto continuo con el idioma, comencé a comprender de manera natural lo que la gente trataba de decir”.



Supe que todo eso había rendido frutos cuando, después de algunos meses de contacto continuo con el idioma, comencé a comprender de manera natural lo que la gente trataba de decir, y a pesar de no dominar el idioma al 100% muchas de las cosas ya se me facilitaban por lo que podía hacerlas de manera casi automática.





Y aunque no sufrí un choque cultural demasiado fuerte hay muchas cosas que son diferentes: la gente, la comida, el clima, incluso hasta los olores.

Aprender a vivir como local también tiene sus desventajas, por un momento comencé a dejar de ver la belleza de aquella ciudad de la que me enamoré el primer día que llegué.

Pasar demasiado tiempo en la ciudad me hizo comenzar a ver todas las imperfecciones que esta podía tener, sin embargo, hasta de lo negativo se aprende.

Y a pesar de que la escuela me dejó gran conocimiento sobre los temas tratados en las clases, el verdadero aprendizaje no lo encontré en un aula, sino que la vida misma me enseñó a valorar y trabajar con lo que tenía y a crear oportunidades con lo que no.

Tener la experiencia de vivir a tan solo 30 minutos de París, para mí es la prueba exacta de que querer es poder.

No obstante, cuando me cuestionaron como me fue, mi respuesta siempre fue: ¡Bien!



¡Qué bueno que Zlín no fue mi primera opción!



¡Qué bueno que Zlín no fue mi primera opción!

Escrito por Mario Alberto Mayorga Barrera

Licenciatura en Ciencias de la Comunicación

Realizó movilidad en Tomas Bata University, República Checa





Soñé con vivir en España, escuché comentarios que me hacían imaginar miles de aventuras en este país, por supuesto, fue mi primera opción para realizar el proceso de Movilidad Educativa.

Lleida, Granada, Barcelona, Madrid, cualquier lugar en el Reino de España sonaba increíble, pero no fue así, el destino me dijo un rotundo “no” y por distintas cuestiones, mi gran lista se redujo impresionantemente, mis opciones ahora se iban a una atmosfera completamente distinta: República Checa.

Tenía una mezcla de emociones donde llegué a cuestionarme si aún era momento de emprender esta aventura.

Tenía muchos conocidos que habían ido a ese destino anteriormente, sabía que la moneda era parecida, y que el famoso “Brno” ha tenido muy buenas referencias, así que me decidí a decir que “sí”. Otra vez la ilusión regresaba, Brno como mi segunda opción, la segunda ciudad más grande del país que es el corazón de Europa, muy cerca de Praga y de una gran cantidad de lugares.

Todo iba bien, pero el destino una vez más dijo “no”.





Dentro de ese país se presentaba otra oportunidad, en una ciudad llamada Zlín. ¿Zlín? ¿Qué es Zlín? ¿La Universidad de Tomas Bata? Me quedé en blanco, sabía que tenía que tomar una decisión y debo de reconocer que mis ganas por conocer el mundo fueron mayores que los temores que presenté, porque al final, me di la oportunidad de conocer esa ciudad, esa pequeña ciudad a tres horas de la capital, que no hubo día que no me sorprendiera.



“Llegué con la intención de aprender checo y salí aprendiendo griego y francés”.



No hubo día que no aprendiera algo nuevo, llegué con la intención de aprender checo y salí aprendiendo griego y francés, esa ciudad donde la cultura mexicana se aprecia de manera muy franca y donde la institución se centra en las personas de intercambio, fue ahí donde reencontré el amor propio, la pasión por mi carrera. Hice grandes amigos y me enamoré.

Tengo cuentas pendientes y ahora tengo que planificar bien mis viajes porque debo cumplir promesas de ir a España, Grecia, Portugal, Taiwán, Colombia, Francia, Rumania y muchos países más, pero sobre todo, esa pequeña ciudad me abrió la mente y me sensibilizó el corazón, por eso y más ¡qué bueno que Zlín no fue mi primera opción!