Una mancha negra devora un país

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Exposición: Una mancha negra devora un país.

Musuk Note

Lugar: 1er piso de la Torre de Posgrado “Lic. Gerardo Sosa Castelán” Ciudad del Conocimiento, Carretera Pachuca – Tulancingo, Col.Carboneras, Mineral de la Reforma, Hgo.

Horario: Lunes a Viernes de 09:00 a 18:00 horas. (Del 23 de agosto al 27 de septiembre)

El Antropoceno designa un nuevo periodo geológico en el que la presencia humana ha ocasionado transformaciones e impactos en la composición y estructura del planeta, siendo la extracción y consumo de los combustibles fósiles uno de los principales aceleradores de su degradación. Esta materia, negra y viscosa, sedimentada durante siglos en las entrañas del subsuelo, alguna vez fueron especies prehistórica que habitaban el planeta y que tras millones de años y ciclos geológicos, se amalgamó en el subsuelo y se transformó en el petróleo que hoy utilizamos.

Además del impacto por el CO2 generado durante su combustión, los derrames de petróleo son un problema constante y que multiplican exponencialmente el impacto particularmente en las arenas naturales. Siendo un problema recurrente en la Amazonia peruana. Pese a esto las autoridades y la población no reaccionó hasta que sucedió un derrame en frente de las costa de la capital.

El 15 de enero del 2022, cerca de 12,000 barriles de crudo de petróleo de la empresa Repsol se derramaron en el océano Pacífico peruano mientras un buque petrolero descargaba en una refinería en la costa norte de Lima. El derrame se extendió sobre 7.13 kilómetros cuadrados, expandiéndose luego por varios kilómetros más al norte llevados por la corriente del mar. El petróleo alcanzó tres áreas marinas protegidas, contaminando playas, causando la muerte de una gran cantidad de fauna silvestre e impactando la salud y economía de las personas que dependían del mar para su subsistencia.

El gobierno peruano lo denominó como el peor desastre ecológico del país en la memoria reciente y expertos de la ONU pronosticaron que los efectos del derrame perduraran por lo menos 10 años.

Durante varias décadas, la comunidad científica internacional ha emitido advertencias acerca de los peligros derivados del uso de energías no renovables como el petróleo y el gas. A pesar de estos llamados, dichos recursos continúan siendo los principales impulsores en la generación de energía y la emisión significativa de CO2, acelerando un punto de inflexión que amenaza sustancialmente la sostenibilidad del planeta.

Estas imágenes dan cuenta de la magnitud del derrame y la relación tensa entre la presencia humana y el ecosistema, confrontando así nuestra relación cotidiana con el uso de los combustibles no renovables. Evidenciando la necesidad de acelerar los procesos de transición, no solo en materia energética, sino también en un cambio de nuestros hábitos de consumo.