Beltrán y Bermúdez, un Diálogo Latinoamericano en Cartel
Félix Beltrán y Diego Gioavanni Bermúdez




El cartel latinoamericano es un grito de color tanto en los muros reales como en los virtuales. Es un grito que estalla en medio del espacio delimitado; una vez expresado, se expande con fuerza, enfatizando la forma, la legibilidad, la objetividad y, sobre todo, el color, conformando un sello característico que permea el cartelismo latinoamericano casi en su totalidad, aunque cada creador, desde su contexto y su singularidad, aporta su propia impronta y su matiz.

El cartel latinoamericano, me atrevería a decirlo, es el gran heredero del Swiss Style Design, pero también de la primera globalización, una idea que nos parece muy moderna, pero que en estas latitudes fue un proceso que inició en el siglo XVI. Movimientos como el cartel cubano en la década de los años sesenta del siglo XX, el puertorriqueño y su cruzada por la educación en el cuarto decenio del mismo siglo, el de resistencia en las dictaduras chilena y argentina o el cartel mexicano asido al desarrollo estabilizador, la XIX Olimpiada y la novena edición de la Copa Mundial de Fútbol, pasando por los afiches chicha del Perú, la cartelística prorrevolucionaria boliviana y nicaragüense y aquellos pósters producidos por las comunidades chicanas de los años ochenta en California, Nueva Jersey e Illinois, además de otros tantos productores, develan un campo multifacético, fructífero y activo a lo largo de todo el continente, asido a la identidad hispanoparlante.

Tanto Félix Beltrán (La Habana, Cuba, 1938) como Diego Giovanni Bermúdez (Bogotá, Colombia, 1974) son grandes referentes del cartel en nuestro continente; representan de manera simbólica a las activas generaciones de diseñadores gráficos latino-americanos de la segunda mitad del siglo XX y las primeras dos décadas del XXI. Su trabajo es un magistral ejemplo del quehacer gráfico en esta zona del mundo. Desde sus respectivos vocabularios visuales, se puede aprehender un manejo preciso de la forma y la abstracción, de la composición y la retícula, del cuidadoso uso de la tipografía y la construcción de una buena retórica, elementos que cristalizan en lo simple la gran paradoja del diseño.

Sin dejarse llevar por el horror vacui del papel en blanco, Beltrán y Bermúdez, manifiestan a través del color la posibilidad de crear conciencia, de producir una emoción que canalice el aprendizaje, una reacción que desencadene una reflexión en el espectador. Es por esta razón que el Festival Internacional de la Imagen se complace en dar a conocer de primera mano este diálogo latinoamericano en cartel a través dos grandes creadores que nos invitan a encontrar la belleza, no en la inmediatez, sino en el reencuentro y el reconocimiento.