En la naturaleza existen algunas especies capaces de regenerar miembros perdidos y hasta órganos; sin embargo, para los seres humanos perder una extremidad, ya sea por un accidente o alguna enfermedad como la diabetes, representa una pérdida irremediable. Pero una rama de la ciencia llamada medicina regenerativa busca encontrar opciones que aunque parezcan de ciencia ficción, están logrando importantes avances.
Tal es el caso del grupo de científicos y científicas de las universidades estadounidenses, Harvard y Tufts, que lograron recuperar extremidades perdidas de ranas y los resultados de su experimento fueron publicados en un artículo de la reconocida revista científica Science Advances el pasado miércoles 26 de enero.
En la publicación explicaron que esto se logró gracias a un “cóctel” de cinco fármacos que fueron aplicados en un biorreactor de silicona llamado BioDome, que también contenía un gel de proteína de seda y fue sellado directamente sobre el muñón de la extremidad trasera amputada de cada una de las ranas por tan solo 24 horas; posteriormente fue retirado y con ese único tratamiento, después de 18 meses les creció, paulatinamente, una nueva pata semi funcional.
Dicho cóctel prorregenerativo poseía distintos fármacos, cada uno con propósitos particulares como el control de inflamación, la inhibición del colágeno para evitar la cicatrización, el crecimiento de nuevas fibras nerviosas, vasos sanguíneos y músculos; los cuales, en su conjunto, ocasionaron que, en vez de seguir con el proceso natural de cicatrización para cerrar el muñón, se iniciara un proceso regenerativo.
Las y los científicos observaron resultados positivos en la mayoría de las 115 ranas usadas para este estudio, todas ejemplares de la conocida como uña africana o xenopus laevis. Los ejemplares presentaron un crecimiento adecuado de tejido que logró recrear la pata casi completamente funcional. Su nueva extremidad contaba con una estructura ósea natural, tejidos internos (incluyendo neuronas), y varios “dedos de los pies” al extremo de la pata, pero lo más sorprendente de todo es que fueron capaces de responder a estímulos e incluso moverse para que las ranas pudieran nadar como lo hacen habitualmente.
Nirosha Murugan, una investigadora de la Universidad de Tufts y la primera autora de dicha investigación, afirmó “el hecho de que solo requiriese una breve exposición a los fármacos para poner en marcha un proceso de regeneración de meses sugiere que las ranas y quizás otros animales pueden tener capacidades regenerativas latentes que pueden activarse”.
Este logro representa un gran avance para la restauración de extremidades, ya que más adelante podría conducir a una regeneración mucho más completa y detallada que, consecutivamente, podría probarse en mamíferos como roedores para continuar con dichos estudios.
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