Un día de estos caracterizado por el calor del medio día y las lluvias torrenciales a finales de la tarde, decidí pasar al supermercado que me queda de camino a la casa después de mi jornada laboral.
Teniendo en mente la lista de productos que hacían falta en la alacena de la casa, empecé a deambular entre los pasillos del supermercado y pensé, “¿qué sería de nosotros si los productos que comúnmente consumimos tuvieran el etiquetado de advertencia de producto alto en sal, alto en azúcar y que puede causar serios daños a la salud si se consume ese producto?” Creo que pensaría dos veces comprar dichos productos.
Pero lamentablemente no se cuenta aún con esa ley en el país y me debo conformar con leer las etiquetas de información nutricional para poder seleccionar el mejor producto, independientemente del precio en el mercado. En países de la región como México y Costa Rica existen leyes que regulan lo que comente anteriormente, pero en mi país, Guatemala, no es así y se puede ver reflejado en el estudio que se realizó entre los años 2015 y 2017 por los investigadores Alarcón y Calderón, y publicado en 2020, donde nos muestran que los productos empacados según la clasificación NOVA, no tienen especificado adecuadamente los nutrientes.
Es impresionante la conclusión de dicho estudio pues señala que los alimentos más procesados son los que reportan menos información nutricional; los nutrientes menos manifestados en las etiquetas son los azúcares añadidos (0.5%), grasas trans (48.9%) y azúcares totales (70.3%); sumado a esta situación, se evidencia que los alimentos que son producidos en los países de Centro América son los que menos reportan todos los nutrientes críticos en comparación con los producidos por otros países.
Primero entendamos que los nutrientes son las sustancias necesarias para el crecimiento, desarrollo o mantenimiento de la vida, entre estos se incluyen: las proteínas, carbohidratos, grasas, minerales, agua, vitaminas, etc.
En cambio, un nutriente crítico son aquellos que, si se ingieren por arriba de los límites, pueden causar enfermedades; estos son azúcares libres o añadidos, grasas trans, sodio y grasas saturadas los cuales son agregados a los alimentos al momento de procesarlos para salir al mercadeo con el objetivo de prolongar su tiempo en anaquel, incrementar el consumo o modificar en algún punto la consistencia de sus ingredientes.
Entonces esto me pone a pensar que llevo mi carrito del supermercado lleno de alimentos para mi familia, ¿serán los más adecuados o los más nutritivos para mis hijos?, ¿les estoy dando lo necesario para que crezcan sanos y fuertes o les estoy causando alguna predisposición a una enfermedad como la obesidad? Estas interrogantes serían fáciles de responder, si tan solo las etiquetas de los productos que hay en Guatemala tuvieran la información fidedigna de lo que contienen.
Por lo que sería muy importante que en nuestro país se promovieran leyes que aseguren el adecuado etiquetado de los alimentos, en donde exista una regulación y verificación de que lo que nos llevamos a la boca no sea una amenaza a nuestra salud, sino que tengamos la libertad y el poder de escoger aquellos alimentos que aseguren la buena nutrición de nuestra familia y de nosotros.
Evelyn Rocío Palencia es licenciada en Psicología Clínica, Magister en Psicoterapia Familiar y Conyugal. Actualmente labora como docente en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.